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¿Por Qué Habría De Permitir Dios El Sufrimiento?


Enviado por   •  1 de Diciembre de 2013  •  2.828 Palabras (12 Páginas)  •  208 Visitas

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¿Por qué habría de permitir Dios el sufrimiento?

UNA razón común por la cual muchas personas dudan de la existencia de un Creador, según dicen, es la de que haya tanto sufrimiento en el mundo. A través de los siglos ha habido tanta crueldad, derramamiento de sangre y maldad manifiesta y directa que ha habido gran sufrimiento para millones de personas inocentes. Por eso, muchos preguntan: ‘Si hay un Dios, ¿por qué permite todo esto?’. Puesto que, como hemos visto, el relato de la Biblia se ajusta mejor a los hechos en cuanto a la creación, ¿puede la Biblia también ayudarnos a entender por qué un Creador poderoso habría de permitir tanto sufrimiento por tan largo tiempo?

2 Los capítulos de apertura de Génesis suministran los antecedentes para la respuesta a esta pregunta. Describen la creación de un mundo en que no había sufrimiento. El primer hombre y la primera mujer fueron colocados en un escenario paradisíaco, un hermoso hogar parecido a jardín que fue llamado Edén, y se les dio trabajo agradable y que era interesante por el reto que encerraba. En cuanto a la tierra, se les dijo que ‘la cultivaran y la cuidaran’. También tenían la supervisión de “los peces del mar y las criaturas volátiles de los cielos y toda criatura viviente que se mueve sobre la tierra”. (Génesis 1:28; 2:15.)

3 Además, puesto que los primeros humanos fueron creados con cuerpos y mentes perfectos, no había defecto de ninguna clase en ellos. Por eso, no había razón para que alguna vez experimentaran enfermedad, vejez ni muerte. En vez de eso, tenían ante sí la perspectiva de un futuro sin fin en un paraíso terrestre. (Deuteronomio 32:4.)

4 A la primera pareja se le dijo también que ‘fueran fructíferos y se hicieran muchos y llenaran la tierra’. A medida que tuvieran hijos, la familia humana aumentaría y extendería los límites del Paraíso de modo que este al fin abarcara toda la Tierra. Así, la raza humana sería una familia unida, y todos vivirían en salud perfecta sobre una Tierra que sería un Paraíso.

Necesario aceptar la gobernación de Dios

5 Sin embargo, para que esta armonía continuara, la primera pareja humana tenía que aceptar el derecho del Creador de gobernar los asuntos humanos. Es decir, tenían que aceptar la soberanía de Dios. ¿Por qué? Ante todo, porque aquello era apropiado. Ciertamente el hacedor de cualquier cosa tiene derecho a ejercer una medida de control sobre lo que ha hecho. Por siglos este principio se ha reflejado en leyes sobre la propiedad. Además, era necesario que los humanos aceptaran la dirección de su Hacedor debido a este hecho de crucial importancia: No habían sido diseñados con la capacidad de gobernarse a sí mismos con éxito en independencia de su Creador, tal como no podrían mantenerse vivos si no comían, bebían ni respiraban. La historia ha probado que la Biblia expresó lo correcto al decir: “Al hombre terrestre no le pertenece su camino. No le pertenece al hombre que está andando siquiera dirigir su paso” (Jeremías 10:23). Mientras los humanos se mantuvieran dentro de las pautas fijadas para ellos por su Creador, la vida sería continua, de buen éxito y feliz.

6 Además, los humanos fueron creados con libre albedrío. No fueron hechos para que reaccionaran como robots, ni obligados a hacer ciertas cosas principalmente por instinto, como sucede en el caso de los animales o los insectos. Sin embargo, esta libertad había de ser relativa, no absoluta. Había de ejercerse con responsabilidad, dentro de los límites de las leyes de Dios, leyes que funcionaban para el bien común. Note cómo la Biblia expone este principio: “Sean como personas libres, y sin embargo teniendo su libertad, no como disfraz para la maldad, sino como esclavos de Dios” (1 Pedro 2:16). Sin ley que gobernara las interrelaciones humanas, habría anarquía, y esto tendría efecto adverso en la vida de toda persona.

7 Por eso, aunque la libertad relativa es deseable, el tener demasiada libertad no lo es. Si a un niño se le da demasiada libertad, eso pudiera llevarlo a jugar en una calle de mucho tránsito, o a colocar su mano sobre una estufa caliente. La libertad total para tomar todas nuestras propias decisiones sin considerar la dirección de nuestro Hacedor puede causar toda clase de problemas. Así sucedió en el caso de los primeros humanos. Ellos escogieron dar mal uso a su dádiva o don de libertad. Decidieron, equivocadamente, procurar independizarse de su Creador y así ‘ser como Dios’. Pensaron que podían determinar para sí mismos lo que era correcto y lo que era incorrecto. (Génesis 3:5.)

8 Cuando los primeros humanos se alejaron de la dirección de su Creador, lo que les sucedió fue similar a lo que sucede cuando se desenchufa un ventilador eléctrico. Mientras el ventilador esté enchufado a una fuente de energía, funciona. Pero cuando es desconectado, pierde velocidad y al fin cesa por completo de funcionar. Eso fue lo que sucedió cuando Adán y Eva se apartaron de su Creador, “la fuente de la vida” (Salmo 36:9). Puesto que escogieron voluntariosamente un proceder de independencia respecto a su Hacedor, él dejó que ellos aprendieran el significado pleno del proceder que habían escogido, al dejar que se las arreglaran por sí mismos. Como declara un principio bíblico: “Si lo dejan [a Dios], él los dejará a ustedes” (2 Crónicas 15:2). Sin el poder sustentador de su Creador, empezaron a experimentar una desintegración gradual de mente y cuerpo. Con el tiempo, envejecieron y murieron. (Génesis 3:19; 5:5.)

9 Cuando Adán y Eva escogieron independizarse de su Hacedor, cayeron de la perfección. Esto sucedió antes que tuvieran hijos. Como resultado de esto, posteriormente, cuando tuvieron hijos, estos reflejaron lo que sus padres ahora eran... fueron imperfectos. De modo que los primeros humanos llegaron a ser como un patrón defectuoso. Todo lo que se produjo de ellos también fue defectuoso. Por tanto, todos nacemos imperfectos y heredamos las incapacidades de envejecer, enfermar y morir. Esta imperfección, junto con la condición de estar separados del Creador y de sus leyes, abrió las compuertas para el impetuoso fluir de la insensatez humana. Así, pues, la historia de la humanidad ha llegado a estar llena de sufrimiento, dolor, enfermedad y muerte. (Salmo 51:5; Romanos 5:12.)

10 ¿Quiere decir esto que la iniquidad surgió enteramente de los humanos? No; hubo más que eso envuelto en el asunto. La creación de criaturas inteligentes no se limitó a humanos. Ya Dios había creado innumerables criaturas espirituales en los cielos (Job 38:4, 7). Estas criaturas también tenían libre albedrío y también tenían libertad de selección respecto a aceptar la dirección de su Creador. Una de aquellas criaturas espirituales

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