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Religioso


Enviado por   •  7 de Agosto de 2014  •  353 Palabras (2 Páginas)  •  269 Visitas

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EL DISCERNIMIENTO

El discernimiento es simplemente “dejarse llevar” por el Espíritu, alcanzar la libertad necesaria para dejarse conducir por Dios con la seguridad de que su modo es el mejor modo para nuestra realización como seres humanos. El discernimiento es descubrir la fuerza de Dios (dinamismo de integración) y del Mal (dinamismo de desintegración) en cada uno de nosotros. Discernir es conocer sus campos, conocer dónde se asientan, conocer las tácticas que utilizan y sobre todo reconocer las reacciones personales ante el buen y el mal impulso.

Discernir no es escoger entre el bien y el mal. Para esto ya están los mandamientos o el sentido común, sino elegir siempre entre dos opciones buenas, entre un medio y otro medio más eficaz. Discernir es estar con la mirada puesta en Cristo Jesús que muere y resucita y que me llama a colaborar con su tarea, pero dentro de su propia lógica: la muerte que trae vida.

El discernimiento no es para deducir la Voluntad de Dios y sus proyectos para mí, hoy. Más bien, el discernimiento nos dispone a reconocer en nuestros deseos y aspiraciones, aquéllos que pueden atribuirse a Dios. Más aún, el discernimiento nos prepara a dar una respuesta personal e inédita a los llamamientos del Evangelio, del Reino de Dios. Por tanto, el discernimiento es crear “nuestra” respuesta –mía y de Dios-; es la creación común. El discernimiento nos aclara que no hay una voluntad particular preestablecida para cada uno, sino una respuesta personal al deseo de Dios.

DINÁMICAS INTERNAS

El Buen Espíritu o dinámica de integración: proceso de humanización.

El Mal Espíritu o dinámica de desintegración: proceso de deshumanización.

Los impulsos que surgen del Buen Espíritu los denominamos “mociones” y con ello significamos todo lo que lleva hacia Dios y su Reino. Las mociones son claridades o certezas que nos dejan con esperanza y muestran el paso a dar en el seguimiento de Jesús. Por el contrario, denominamos “treta” todo aquello que nos orienta en sentido opuesto: apartarnos de Dios y de su reinado. Las tretas normalmente provienen de cosas buenas, pero que a la larga nos disminuyen en el seguimiento de Jesús.

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