ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Religioso


Enviado por   •  16 de Octubre de 2012  •  12.436 Palabras (50 Páginas)  •  244 Visitas

Página 1 de 50

INTRODUCCIÓN

LOS DIVERSOS MODOS DE DISCURRIR MAL

QUE SE LLAMAN

SOFISMAS, SOFISTERÍAS O FALACIAS

Índice:

Definición

Las causas de los errores

1. Abandono de la racionalidad

2. No discutir la cuestión en litigio

3. No respaldar lo que se afirma

4. Olvidos y confusiones

Olvido de alternativas

Confusión de conceptos

El ataque a la falacia

Definición

Los argumentos sirven, como sabemos, para sostener la verdad (verosimilitud, conveniencia) de una conclusión. Con frecuencia, sin embargo, los construimos mal, con lo que su finalidad no se alcanza. También con frecuencia, empleamos argumentos aparentes con el fin de engañar, distraer al adversario o descalificarlo.

A todas las formas de argumentación que encierran errores o persiguen fines espurios, los llamamos falacias.

El término procede del latín fallatia, que significa engaño, y lo empleamos como sinónimo de sofisma, palabra que acuñaron los griegos para designar el argumento engañoso.

Ya se ve que la terminología es imprecisa porque mezcla errores de razonamiento (por ejemplo una generalización precipitada), con maniobras extra-argumentales (por ejemplo un ataque personal), e incluye también los falsos argumentos que se emplean con la intención de engañar o desviar la atención (por ejemplo la falacia ad ignorantiam, la pista falsa o las apelaciones emocionales). Todos tienen una cosa en común: adoptan la apariencia de un argumento e inducen a aceptar una proposición que no está debidamente justificada. Unas veces nos engaña nuestro juicio y otras las mañas de nuestro interlocutor.

Ocurre con las falacias como con los dioses del panteón greco-romano: son tantas y con parentescos tan embrollados que cualquier intento de clasificación resulta inútil. Desde que Aristóteles redactara sus Refutaciones Sofísticas hasta hoy, no han aparecido dos libros sobre esta materia que recogieran el mismo ordenamiento. Es mucho más fácil clasificar insectos porque plantean menos problemas conceptuales y están mejor definidos. Los fallos argumentales, por el contrario, son escurridizos y ubicuos: un mismo error puede constituir varios sofismas a la vez. Aquí no vamos ni siquiera a esbozar una clasificación. Nos limitaremos a exponer las falacias más frecuentes en orden alfabético para facilitar su consulta.

a. De dónde proceden nuestros escasos errores y los infinitos de los oponentes

Las falacias con que tropezamos habitualmente se pueden atribuir a cuatro fuentes o tipos de error, de los que derivan todas:

1. Abandonar la racionalidad.

2. Eludir la cuestión en litigio.

3. No respaldar lo que se afirma.

4. Olvidos y confusiones.

1. El abandono de la racionalidad.

Se produce de varias maneras:

- cuando nos negamos escuchar argumentos que pudieran obligarnos a modificar una opinión que estimamos irrenunciable, es decir, cuando no es¬tamos dispuestos a ser convencidos. Así ocurre, por ejemplo en la Falacia ad baculum y en la Falacia ad verecundiam.

- cuando disfrazamos la realidad con triquiñuelas como la Ambigüedad o las Preguntas múltiples.

- cuando tomamos la exigencia de prueba como una cuestión personal y respondemos desviando la cuestión con un Ataque personal, o una Pista falsa.

2. No discutir la cuestión en litigio.

Lo más importante en cualquier discusión es saber de qué se discute. Son muy frecuentes los errores motivados porque se abandona (o permitimos que se abandone) la cuestión para introducir otro debate. Cuando esto sucede decimos que se incurre en una falacia de Eludir la cuestión. Se trata de una maniobra que caracteriza el Ataque personal, la falacia casuística, la Pista falsa y las apelaciones emocionales del Sofisma patético.

3. No respaldar lo que se afirma.

Quien sostiene una afirmación contrae dos obligaciones: no eludir la carga de la prueba y aportar razones suficientes. Se incurre en argumentación falaz tanto cuando no se sostiene lo que se afirma (falacias del Non sequitur, la Afirmación gratuita, o la Petición de principio), como cuando se traslada la carga de la prueba, que es el caso de la falacia ad ignorantiam.

4. Olvidos y confusiones.

Aquí se agrupan los fallos propiamente lógicos, aquellos en que olvidamos alternativas o confundimos conceptos. Si un jugador de ajedrez responde siempre con el primer movimiento que le viene a la cabeza, cometerá errores sin número por olvido de alternativas. Del mismo modo, si confunde un gambito con el enroque, tampoco llegará muy lejos.

El Olvido de alternativas es la madre de numerosas falacias y se da con muchísima frecuencia, por ejemplo en las generalizaciones y disyunciones.

La confusión de conceptos es otra madre de falacias y deriva de nuestros errores al diferenciar ideas como esencia y accidente, regla y excepción, todo y parte, absoluto y

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (75.9 Kb)  
Leer 49 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com