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Reseña De Juan XXIII


Enviado por   •  25 de Noviembre de 2014  •  1.531 Palabras (7 Páginas)  •  172 Visitas

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Lucas 1, 39-45

39 En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá.

40 Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel.

41 Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo,

42 exclamó: «¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!

43 ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme?

44 Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno.

45 Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor».

Nos alegra el corazón el hermano, que es un don de Dios para mí. De esto se trata: ¿cómo encontrar en el otro el rostro escondido de Dios que viene a llenarnos el corazón de gozo y alegría con su sencilla visita fraterna?

Este Evangelio nos ofrece el grado de sobrenaturalidad con la que se establecen los vínculos desde una perspectivamariana. María e Isabel son testigos de esto. Sobrenaturalizar los vínculos supone entrar en una dimensión distinta en el trato fraterno. Y esto es posible cuando nos hacemos eco de la Palabra en la que Jesús nos dice que cada cosa que le hicimos a uno de los pequeños, al mismo Señor se lo hicimos.

A esto nos invita hoy la Palabra: a entrar con María en esta dimensión de descubrir al otro como una oportunidad, una bendición, una gracia. Significa entrar a la relación desde otro lugar, no desde los lugares ya conocidos, sino desde una dimensión donde al otro lo trae Dios de la mano.

Teresa de Jesús cuenta una experiencia mística: cuando comulgó, vio que el Señor lo traía de la mano al padre Gaspar (uno de sus acompañantes espirituales ) para que fuera él quien la acompañara en el camino. A esta experiencia de sobrenaturalidad podríamos nosotros traducirla para ver cómo Dios quiere que vivamos todos los momentos.

Si el que viene a saludarte o a reunirse con vos, aún cuando el encuentro sea duro, difícil, conflictivo, pudieras ver que te lo trae el Señor de la mano, ¿no te parece que las perspectivas del encuentropodrían cambiar radicalmente? Esto es lo que ocurre entre María e Isabel: ellas tienen una relación de sangre, son primas; y sin embargo el trato viene marcado por un cariz distinto: es la presencia del Señor en medio. Para poder vivir la sobrenaturalidad vincular hay que poner a Jesús en medio.

Experiencia de esto hacía habitualmente Juan XXIII: cuando se le complicaban mucho los asuntos entre sus manos, él decía voy a mandar a mi ángel de la guarda, para que hable con el ángel de la guarda de la persona con quien me voy a encontrar. Y lo hacía con espíritu de fe. Esto es vivir los vínculos en una dimensión distinta, en una clave distinta. Si no salimos de los lugares desde donde nos relacionamos, difícilmente encontraremos salida a lo que estamos buscando. Hace falta dar este salto de calidad relacional.

El gozo que produce la visita de María

Cuando María visitó a Isabel, le produjo un gozo enorme: Apenas me saludaste, el niño saltó de alegría en mi seno.

Nosotros solemos decir que hay gente que trae buena onda. Es más que eso, es más que positiva. Es un regalo de Dios que nos alegra el corazón. María tiene ese don, para con su prima y para todos los que Ella visita: alegra la vida.

La alegría es una condición mariana, y se debe a que está el Señor en el medio, el que alegra su vida: «Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque Él miró con bondad la pequeñez de su servidora.

Y decimos que canta, porque Lucas se inspira en el Libro de Samuel (2 Sam. 1, 14), donde está el texto correlativo a la Visitación. En Samuel aparece el Arca de Jerusalén, conducida por David hacia el lugar donde va a quedar establecida para siempre. Cuando David se encuentra ya en Jerusalén, danza, canta, baila frente al Arca, con una ropa muy liviana, casi desnudo, tiene este gesto de libertad interior con el que expresa su gozo de estar ante lo que porta la presencia de Dios. El Arca de la Alianza contiene dentro el testimonio de la ley, y esto es el corazón del vínculo entre Dios y su pueblo. Estaba puesto sobre unas tablas, pero es signo de una realidad que lo trasciende: es Dios que ha venido a establecer un vínculo de amor con su pueblo.

María es el Arca de la Nueva Alianza, porque Ella es portadora del Hijo de Dios que viene en su seno. Isabel reconoce esto; entre las dos se abrazan y seguramente bailan, gozan, disfrutan, celebran.

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