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Ética para Amador


Enviado por   •  28 de Mayo de 2015  •  1.714 Palabras (7 Páginas)  •  151 Visitas

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Fernando Savater, en el primer capítulo de su libro Ética para Amador («De qué va la ética»), define la ética como «el arte de vivir, el saber vivir, por lo tanto el arte de discernir lo que nos conviene (lo bueno) y lo que no nos conviene (lo malo)».

Ello implica establecer una distinción entre lo que sea bueno y lo que sea malo desde el punto de vista ético, y si el bien y el mal éticos coinciden o no con lo que serían el bien y el mal en sí.

La ética tiene como objeto los actos que el ser humano realiza de modo consciente y libre (es decir, aquellos actos sobre los que ejerce de algún modo un control racional). No se limita sólo a ver cómo se realizan esos actos, sino que busca emitir un juicio sobre estos, que permite determinar si un acto ha sido éticamente bueno o éticamente malo.

Toda acción humana tiene sus claroscuros: las acciones que realiza Dorian Grey desde su propia libertad no tienen una carga determinada. Lo que el protagonista considera que está bien y lo ejecuta, es bueno según su perspectiva mientras que la sociedad lo tacha como inapropiado o alejado de la justicia.

Por tanto, a pesar de que lo ideal sería que el hombre encontrara su propia libertad y su propia felicidad a través del bien, no podemos dar una definición universal y absoluta de qué está bien: Aunque podamos afirmar que existen unas acciones que la sociedad aprueba y acepta como buenas, no podemos deducir que éstas lo sean en sí mismas ya que, al igual que la sociedad, pueden sufrir una evolución histórica y social que, o bien, mantenga que esa idea es buena o que cambie de postura radicalmente.

La moral kantiana, universal, abstracta y racional guía los presupuestos filosóficos de este modelo. Kant planteó que el fin de la razón es abrir al individuo el camino hacia el mérito haciéndole responsable. La primera premisa es por lo tanto hacer lo que se debe porque se debe, no por los resultados de las acciones ni por el deseo o las inclinaciones. Por lo tanto lo que el individuo ha de hacer es regular su conducta siguiendo leyes universales. La doctrina kantiana rechaza así la postura de Hume y otros empiristas que establecen que las leyes morales surgen de los sentimientos y no de la razón: los empiristas afirman que el ser humano es un animal que se guía por los instintos (como hace Dorian Grey en la obra. Él se guía según sus pasiones y sus sentimientos, sin reparar en las consecuencias que ello conlleva por trágicas que resulten para el individuo como el suicido o el asesinato).

En la obra de Oscar Wilde, Dorian Gray actúa, a lo largo de la obra, en contra de algunos deberes jurídicos, como cuando mata a su amigo Basil, pero, como consigue que la justicia no lo sepa, no se le impone ninguna sanción. Por ello, las consecuencias de ese acto pasan a ser las mismas que si hubiera infringido un deber moral, es decir, sufre fortísimos remordimientos, miedo, vergüenza, etc.

Su conciencia, debido a todo esto pasa a dañar y empeorar su imagen en el cuadro, ya que éste es el reflejo de su espíritu. De dicha conciencia fluye lo que llamamos la culpa. La mancha que nos va desgarrando como podía hacerlo el paso del tiempo en el retrato de aquel bello Dorian Gray.

La libertad y el rechazo a la Norma

Nietzsche en su obra La Gaya Ciencia es el que mejor expresa su idea de la muerte de Dios: “¿No habéis oído hablar de ese hombre loco que, en pleno día, encendía una linterna y echaba a correr por la plaza pública, gritando sin cesar, “busco a Dios, busco a Dios”? Como allí había muchos que no creían en Dios, su grito provocó la hilaridad. “Qué, ¿se ha perdido Dios?”, decía uno. “¿Se ha perdido como un niño pequeño?”, preguntaba otro. “¿O es que está escondido? ¿Tiene miedo de nosotros? ¿Se ha embarcado? ¿Ha emigrado?” Así gritaban y reían con gran confusión. El loco se precipitó en medio de ellos y los traspasó con la mirada: “¿Dónde se ha ido Dios? Yo os lo voy a decir”, les gritó. ¡Nosotros lo hemos matado, vosotros y yo! ¡Todos somos sus asesinos! Pero, ¿cómo hemos podido hacer eso? ¿Cómo hemos podido vaciar el mar? ¿Y quién nos ha dado la esponja para secar el horizonte? ¿Qué hemos hecho al separar esta tierra de la cadena de su sol? ¿Adónde se dirigen ahora sus movimientos? ¿Lejos de todos los soles? ¿No caemos incesantemente? ¿Hacia adelante, hacia atrás, de lado, de todos lados? ¿Hay aún un arriba y un abajo? ¿No vamos como errantes a través de una nada infinita? ¿No nos persigue el vacío con su aliento? ¿No hace más frío? ¿No veis oscurecer, cada vez más, cada vez más? ¿No es necesario encender linternas en pleno mediodía? ¿No oímos todavía el ruido de los sepultureros que entierran a Dios? ¿Nada olfateamos aún de la descomposición divina? ¡También los dioses se descomponen! ¡Dios ha muerto y nosotros somos quienes lo hemos matado! ¿Cómo nos consolaremos, nosotros, asesinos entre los asesinos? Lo que el mundo poseía de más sagrado y poderoso

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