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Sigue A Tus Buenos Sacerdotes


Enviado por   •  9 de Febrero de 2014  •  712 Palabras (3 Páginas)  •  170 Visitas

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Le Courrier de Tychique, de Francia, en su edición del domingo 30 de mayo de 2010, publica un corto pero muy interesante artículo:

“¡Es necesario seguir a nuestros sacerdotes!”

Es el consejo que me dio una feligresa a la salida de Misa el domingo pasado.

Es, sin duda alguna, un consejo excelente… en tiempos normales, cuando la Iglesia no sufre una crisis tan devastadora como la que sufre actualmente; ¡cuando todo está “en orden”!

Nadie puede discrepar con esto, y vuestro servidor lo hizo hasta la treintena… Participando con profundidad en las tareas parroquiales más diversas, ¡vivía en una tranquila obediencia!

Pero vino el tiempo de la duda.

También los padres de la feligresa que me dio este consejo fueron carcomidos por esta duda.

Una duda terrible.

Y… ellos “¡no siguieron más!”

Habían comprendido que se los comprometía en una religión que no tenía ya nada de católica.

Con otros (poco numerosos) dejaron su parroquia y se pusieron en búsqueda de un sacerdote que permaneciese fiel.

Durante algunos años bogaron a la voluntad de informaciones que circulaban entre los “refractarios”, hasta el día en que descubrieron y se unieron al R.P. Eugène, el cual no había seguido a sus superiores, a los que había desobedecido, a los que había dejado en su convento…; Padre al que no abandonaron hasta 1980, fecha de la apertura de nuestra primera capilla.

¡Bienaventurada desobediencia!

Hay, pues, circunstancias en las cuales… “¡es necesario no seguir a nuestros sacerdotes!”

Encontramos un ejemplo notable en la lectura del libro de Monseñor Trochu sobre el Cura de Ars.

Cuando entró en vigor la Constitución Civil del Clero, en enero de 1791, se instaló un nuevo Párroco en la Parroquia de Dardilly (parroquia de la familia Vianney).

He aquí lo que escribe Monseñor Trochu a este respecto (p.14): “¿Cómo la buena gente de Dardilly podría haber sospechado que la Constitución Civil, cuyo nombre ignoraban incluso, conducía al cisma y a la herejía? No se cambiaba nada en el exterior, ni en las ceremonias, ni en los hábitos parroquiales.

Estos simples de corazón asistieron algún tiempo sin escrúpulo a la Misa del “sacerdote juramentado”. Así actuaron con una entera buena fe Matthieu Vianney, su mujer y sus niños.”

¡Y sí! Los padres

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