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Y el dinero que?


Enviado por   •  9 de Abril de 2022  •  Documentos de Investigación  •  4.966 Palabras (20 Páginas)  •  85 Visitas

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5. ¿Y EL DINERO QUÉ?

“Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde” (Malaquías 3:10, RVR 1960).

            Introducción

La Crisis de Estilo de Vida Parte 1

La crisis de estilo de vida será dividida en dos partes, con el fin de darle el énfasis que necesita la parte financiera en el nuevo creyente, a su vez por todos los cambios que este irá experimentando a través del tiempo durante su experiencia cristiana.

Esta crisis financiera se produce según Barrera (2018), “cuando alguien no consigue integrar a su estilo de vida personal el sistema de valores de la Biblia y la iglesia adventista del séptimo día” (p. 167). En el presente seminario estaremos analizando los desafíos económicos, que generan desánimo y ausentismo en los nuevos creyentes teniendo en cuenta las causas, síntomas y soluciones.

Cuando el nuevo creyente inicia su camino dentro de nuestra iglesia, lucha por adoptar e integrar los principios bíblicos en su vida. En particular, dos de ellos demandan cambios fuertes para sus finanzas y empleos (guardar el sábado y devolverle a Dios lo que le pertenece) y se constituyen en dos grandes desafíos que deben ser superados de forma urgente y precisa, para garantizar su permanencia en el movimiento adventista.

Al guardar el sábado los nuevos creyentes en algunos casos enfrentan problemas en sus trabajos, al tener que cambiar los horarios y dejar el día de reposo libre para adorar al Señor como él lo pide y esto genera uno de los factores más fuertes en contra de la consolidación.

Por otro lado, las finanzas se afectan en primera instancia cuando el nuevo creyente empieza a devolverle al Señor lo que le pertenece, debido a que durante toda su vida su presupuesto se ajustó al 100% de sus ingresos, y al conocer los principios bíblicos, se incorpora un egreso del 10% sin contar el porcentaje que sea destinado para la ofrenda. Todo esto genera un gran interrogante y desafío para la retención y consolidación.

Dentro de la atención al nuevo creyente en esta crisis, es necesario entender que se requieren esfuerzos de la congregación y, en muchos casos, se necesitará caminar una segunda milla con ellos, para suplirlos en las necesidades que lleguen a presentarles y apoyarlos por todos los medios posibles. No podemos simplemente olvidarnos de ellos y dejar de lado el estilo de vida que en su momento les presentamos, y todo el apoyo que les prometimos cuando estábamos evangelizándolos; Paulsen (1989) resume lo abarcadora que es la misión de la Iglesia de la siguiente forma: “La Iglesia expresa sus convicciones a través del evangelismo y por el servicio compasivo. Este último cumple un amplio espectro de actividades que incluye obra médica y de salud, programas educativos, alimentación a los pobres y otros servicios para mejorar la calidad de vida de la comunidad local. Estos servicios son socios activos e inseparables del evangelismo. Se justifica su presencia no como “carnadas en el anzuelo” sino por la necesidad de expresar aquel amor” (p. 5).

No podemos simplemente dejarlos a la deriva luego de su bautismo, exigiéndoles constantemente ser fieles a Dios y sus principios, sin preocuparnos por sus luchas y por todo lo que está cambiando en sus vidas, después de su conversión. Teniendo en cuenta esto, empezaremos a definir los retos y daremos soluciones a todos ellos.

Trabajo en sábado

Muchos de los recién bautizados cuentan con trabajos estables que los sustentan a ellos y sus familias. Trabajo según Franco (1999) es: “La actividad estable con la que se buscan beneficios materiales y espirituales – para la persona y la sociedad – con la producción de bienes y servicios tangibles” (p. 116).  Dichos empleos en países como los nuestros son difíciles de conseguir y llegan a proporcionar mucha tranquilidad en las familias, al contar con un sueldo fijo cada mes.

Según Chaij (1989): “Es el medio principal que tiene el ser humano para el sostenimiento personal y de la familia, a través del cual se perfecciona y se realiza. Tiene un carácter social, el trabajo no es para sí mismo, sino para los otros” (p. 59).

Desafortunadamente muchos de estos empleos demandan de sus colaboradores trabajar en sábado y ponen en peligro la permanecían de quienes están adaptando su estilo de vida a los principios bíblicos que han prometido seguir, todo esto genera incertidumbre y pone al ser humano en el valle de la indecisión, porque se tiene el miedo constante de perder el sustento de sus hogares.

Como iglesia debemos ser conscientes de este gran desafío, hemos de ser muy sinceros con nuestros nuevos hermanos y mostrarles que el camino de la fe es la única salvaguardia en un mundo que no desea agradar a Dios en sus estatutos y normas; la sierva del Señor (1994) nos advierte sobre dicho caso: ”Sufrirán pérdida en los asuntos materiales, y la mano ayudadora no faltará. Muchos se preguntan: “¿Cómo podremos mantener a nuestras familias? Perderemos nuestras ocupaciones no bien decidamos observar el séptimo día y no trabajar en sábado. ¿Morirán de hambre nuestras familias?” ¿Qué podemos contestar? La pobreza y la necesidad se ven en todos lados, y hay almas sinceras que no saben qué deben hacer. No se atreven a tomar una decisión, aunque saben que el séptimo día es el sábado del Señor. Saben que Dios bendijo el séptimo día y lo apartó para que el hombre lo observe como un recordativo de la creación de este mundo hecha por Dios en seis días y de su reposo en el séptimo día” (p. 177).

Sin embargo, nosotros sabemos que “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar” (1 Corintios 10:13, RVR1960). El Señor siempre los sustentará y les dará los caminos necesarios para salir de sus adversidades.

Debemos recordarles que Dios es el dueño de todo y que es quien los ha sostenido hasta el momento y lo seguirá haciendo, pues no son nuestros trabajos o jefes los que nos dan el pan de cada día, es nuestro Padre celestial el que nos sustenta; White (2005) afirma que “Estamos en deuda con Dios por cada momento de nuestra existencia y por todas las comodidades de nuestra vida” (p. 19).

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