BREVE HISTORIA DE LA INFORMATICA
mar10098211 de Septiembre de 2011
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BREVE HISTORIA DE LA INFORMÁTICA
R. Martínez, A. García-Beltrán
División de Informática Industrial
ETSI Industriales – Universidad Politécnica de Madrid
C/ José Gutiérrez Abascal, 2. 28006 – MADRID (ESPAÑA)
{raquelm, agarcia}@etsii.upm.es
Octubre de 2000
Introducción
En el sentido estricto, la informática no es una ciencia o disciplina que emplea
métodos científicos para explicar fenómenos de la naturaleza o de la sociedad, sino más
bien, en el sentido más amplio de conocimiento sistemático con una base teórica.
Dentro de un contexto muy amplio (relacionado directamente con la expresión
anglosajona Computer Science que podría traducirse en español por Informática),
abarca un gran número de áreas temáticas relacionadas con la computación, tanto en su
vertiente más científica como en aquella propia de las ramas de la ingeniería.
Tratar de definir una materia puede suponer una tarea cuando menos
complicada, pues siempre será difícil delimitarla, pudiendo surgir, ideas y opiniones
contradictorias a este respecto. Por ello, quizás, la historia pueda ser el mejor medio
para conseguirlo, por lo que, a continuación, se va a hacer una breve revisión histórica
de la Informática.
Los comienzos
La historia de la técnica corre paralela con la historia de la humanidad. El ser
humano es un animal racional lo que le conduce a ser un animal tecnológico. El homo
faber es anterior al homo sapiens y esta capacidad de hacer le permitió transformar el
medio que le rodea, en lugar de adaptarse a él como han hecho otros animales. Tampoco
le hubiera sido fácil adaptarse al medio y sobrevivir pues se encontraba con otros
animales con mejores defensas, piel más resistente, incisivos más potentes, garras más
eficaces, mayor velocidad y mejor agilidad. Sin embargo, el hombre contaba con tres
facultades: imaginación, habilidad manual y lenguaje, que controladas adecuadamente
por otras facultades superiores como la razón y la inteligencia le permitirían transformar
el entorno. La imaginación le permitió al hombre crear dentro de sí las herramientas que
necesitaba para sobrevivir en un ambiente hostil. Con su habilidad manual, según
Franklin “man is a tool making animal”, el hombre consiguió construir esas
herramientas, acumulando en ellas la potencialidad que le faltaba en la acción directa.
El lenguaje le permitió conservar y transmitir sus conocimientos, así como la
transmisión de información en el tiempo. En la transmisión de información en el
espacio el hombre primitivo era superado por otros animales, que lo hacían a mayores
distancias por su mayor potencia. Sin embargo, el lenguaje y la memoria le permitieron
desde el principio ser superior en la transmisión de información a través del tiempo.
2 Breve historia de la Informática
Los sistemas de numeración
El cálculo no participaba de la vida del hombre primitivo, probablemente todas
sus capacidades se reducían a contar con los dedos de la mano. Durante los grandes
imperios orientales se conocían algunos sistemas de numeración pero no orientados
hacia el cálculo. Algunos sistemas, como el jeroglífico egipcio, contenían una
simbología de inspiración decimal, aunque no posicional y permitían cálculos sencillos.
Otros como el sistema babilónico eran de base sexagesimal con una orientación hacia
los cálculos astronómicos y temporales. Los romanos y griegos estaban acostumbrados
a representar los números pero no a manejarlos en operaciones aritméticas. El sistema
chino es decimal, con una simbología para el valor absoluto de sus cifras y otra para el
valor relativo. El sistema de numeración maya es un sistema mixto de base 20. En la
India se concebiría y legaría a la humanidad un sistema de numeración de base decimal
que permitía unas facilidades de cálculo mental adecuadas.
El ábaco
El ábaco de polvo constituye la más antigua herramienta de cálculo conocida y
se remonta a la llamada cuna de la civilización hace por lo menos 5000 años en el Valle
del Tigris-Eufrates, al suroeste de Asia. El ábaco de polvo no era más que una pequeña
superficie cubierta de polvo o de arena, sobre la cual se marcaban las cifras con un
estilo. En la China de Confucio (541-479) al ábaco se le llamó suanpan. Estaba dividido
en dos partes por un travesaño, a la parte superior se le denominaba cielo y contenía dos
cuentas, a la parte inferior se le denominaba tierra y contenía cinco cuentas. Las cuentas
del cielo valían por cinco unidades y las de tierra por una. El ábaco es citado en Roma
por Cicerón (106-43a.C), Plinio (23-79) y Juvenal (65-135). La palabra abacus significa
marco o tablilla y con este sentido se utiliza en lenguaje arquitectónico para designar la
parte superior de cualquier capitel. Paradójicamente las herramientas de cálculo, se
desarrollan principalmente en aquellas civilizaciones que no inventaron sistemas de
numeración aptos para el cálculo mental. El uso del ábaco continuó hasta la Edad Media
en Europa, donde las casas nobles poseían sus propias tablas de cálculo con sus
correspondientes cuentas. Estas no eran las simples bolas del ábaco actual, sino que
estaban sumamente bien talladas o fundidas en metal con el símbolo característico de la
casa.
Las calculadoras astronómicas
Aproximadamente 3000 años antes del descubrimiento de América, se construye
el observatorio de Stonehenge en Inglaterra. Este monumento, compuesto de círculos
concéntricos hechos de piedras gigantescas, sigue siendo un enigma para los
arqueólogos. Está considerado por algunos como una primitiva calculadora astronómica
ya que se ha probado con ayuda de ordenadores que Stonehenge indica los solsticios y
los comienzos de las temporadas así como predice los eclipses del sol y de la luna. La
alineación de marcas (piedras, hoyos y los centros de los círculos) señalaban la salida y
puesta de sol durante los días de los solsticios de verano e invierno.
Ya a principios de este siglo, se recuperó un barco que había naufragado en la
costa griega otra calculadora astronómica posterior de tipo mecánico que se atribuyó al
siglo I a.C. Este mecanismo contiene pistas de engranajes cuidadosamente diseñadas
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que, por lo visto, movían las manillas de los indicadores frontales a velocidades
exactamente análogas a los movimientos planetarios.
La Edad Media
Poco antes de llegar al año 1000, el sacerdote francés Gerbert de Aurillac es
traído por el conde de Borrell al monasterio de Ripoll, donde lleva a cabo el primer
intento en la Europa Occidental de mecanizar el ábaco. Aunque pasó muchos años
intentando perfeccionar su dispositivo, nunca logró que funcionara con precisión a pesar
de los 1000 contadores hechos de cuerno y repartidos entre 27 separadores. Su
instrumento no resultó mucho mejor que las operaciones manuales puesto que en aquel
momento se desconocía el concepto de cero, si bien, una novedad fue la de escribir en
las bolas los caracteres indo-arábigos que había aprendido en Ripoll.
Otros informes hablan de un español llamado Magno que, aprovechando las
ideas anteriores, creó alrededor del año 1000 una máquina calculadora de latón, con la
forma de una cabeza humana en la que las cifras aparecían en la posición de los dientes.
Se dice que los sacerdotes de la época pensaron que el aparato era algo sobrehumano y
lo destrozaron a martillazos, destruyendo toda prueba de su precisión.
El descubrimiento de dos tomos encuadernados de los apuntes de Leonardo da
Vinci en la Biblioteca Nacional de Madrid, demostró que el genio del siglo XV había
tratado también esta cuestión. Sus dibujos describen una máquina que mantendría una
ratio constante de 10:1 en cada una de sus 13 ruedas de registro de dígitos. Nunca se ha
conocido ningún prototipo de este aparato que funcionara y los expertos dudan que
Pascal viera los dibujos de da Vinci.
Las máquinas de Napier y Schickard
El descubridor del logaritmo, John Napier (1550-1617), barón de Merchiston en
Escocia, desarrolló en 1614 un aparato conocido como las varillas o huesos de Napier
que venía a ser una tabla de búsqueda de resultados para las multiplicaciones. Los
huesos formaban una tabla movible de multiplicaciones, hechas de láminas de hueso
que tenían los números impresos. Colocadas en la combinación correcta, estás láminas
podrían realizar multiplicaciones directas.
Un profesor alemán de lenguas bíblicas y astronomía, Wilhelm Schickardt
diseñó en 1623 una máquina que, según se contaba, podía sumar, restar, multiplicar y
dividir. Desafortunadamente el modelo original se destruyó en un incendio y nunca se
volvió a construir otro.
La Pascalina
La primera calculadora la inventó un joven francés llamado Blaise Pascal (1623-
1662) en 1642. Era hijo de un recaudador de impuestos y buscaba la forma de reducir el
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