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DOCUMENTACION TECNOLOGICA

MPC9323 de Marzo de 2015

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Instituto Tecnológico Superior de Coatzacoalcos

Nombre del alumno: PAREDES CAMACHO MOISES

Apellido paterno Apellido materno Nombre(s)

DOCUMENTACIÓN TECNOLÓGICA

Asignatura

LA TECNOLOGÍA Y SU ENTORNO

N° de control: 11080397 Semestre: 8° Grupo: “A”

Nombre del docente: ING. LÓPEZ DE LOS SANTOS EDUARDO

Apellido paterno Apellido materno Nombre(s).

Presentación

ÍNDICE

INTRODUCCIÓN - 2 -

LA INSTITUCIONALIZACIÓN UNIVERSITARIA DE LOS ESTUDIOS DE DOCUMENTACIÓN - 3 -

PERFIL HUMANÍSTICO DE LOS DOCENTES - 5 -

EL MUNDO PROFESIONAL Y LOS ESTUDIOS DE DOCUMENTACIÓN - 6 -

LA ACTUALIDAD Y EL FUTURO - 8 -

EPÍLOGO - 11 -

CONCLUSIÓN - 13 -

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS - 14 -

INTRODUCCIÓN

La enseñanza de las tecnologías en los estudios de Documentación ha sido, durante los últimos veinticinco años, un recurrente objeto de reflexión tanto en la bibliografía como en los distintos tipos de foros, congresos y encuentros de nuestra disciplina. A lo largo de este tiempo, el debate sobre qué contenidos de índole tecnológica tienen que impartirse y la forma en la que deben enseñarse ha adquirido una intensidad directamente proporcional al desarrollo de las tecnologías de la información y a su asimilación por parte de los distintos sectores de la sociedad.

Desde principios de la década de los ochenta, la bibliografía recoge numerosos estudios dedicados a analizar, desde distintas perspectivas, la formación universitaria que deben recibir futuros bibliotecarios y documentalistas, formación en la que las tecnologías desempeñan un papel fundamental dada la realidad económica de la sociedad de la información.

Así, comienzan a publicarse trabajos que demandan un nuevo perfil de estos profesionales, y, en consecuencia, de las enseñanzas de Documentación, que les capacite para integrar con éxito las tecnologías a la práctica de la profesión y, de esta manera, ser competitivos en una sociedad que basa en el acceso a la información el éxito de su desarrollo.

Por otra parte, las publicaciones centradas en analizar los contenidos tecnológicos de los diferentes planes de estudios se plantean determinar el grado de integración de las tecnologías en la enseñanza de la Documentación, a partir de clasificaciones que permitan abordar esta temática en su globalidad.

Nos encontramos ahora en una etapa en la que todo lo razonado anteriormente parece asumido por cada uno de los sectores implicados en la formación de profesionales de la información.

LA INSTITUCIONALIZACIÓN UNIVERSITARIA DE LOS ESTUDIOS DE DOCUMENTACIÓN

El momento y la manera en la que los estudios de Documentación se convirtieron en enseñanzas regladas de la Universidad española determinaron el planteamiento desde el que se enfocó la integración de contenidos tecnológicos en los distintos planes de estudio. Y si bien fueron varios los factores que condicionaron la forma y el fondo de este proceso, existen tres hechos-clave que explican las razones por las que las tecnologías han venido desempeñando una función tangencial en la formación de diplomados y licenciados en Documentación.

Se trata, en primer lugar, del papel fundamental que desempeñó el sector profesional en la institucionalización, primero, de la Diplomatura y, una década después, de la Licenciatura. (Amat Noguera, 2007)

El segundo tiene que ver con el predominante perfil humanístico de los docentes de estos estudios. Y en íntima relación con ambos, la precaria situación en la que permanecía inmersa la sociedad española en lo que a incidencia tecnológica se refiere, situación que afectaba muy directamente a los archivos, bibliotecas y centros de Documentación. Es preciso recordar que la llegada a la Universidad de esta disciplina ocurre en nuestro país con un fuerte desfase cronológico y en un momento en el que el importante desarrollo que empezaban a experimentar las tecnologías de la información ya era objeto de reflexión en otros países del ámbito occidental.

La falta de profesorado universitario formado específicamente en esta área de conocimiento hizo necesario, por un lado, recurrir a profesores de otras áreas, en su mayor parte del campo de las humanidades y cuya relación con las tecnologías era prácticamente inexistente. Por otro, fue también preciso

integrar a profesionales que en aquel momento apenas si hacían uso de herramientas tecnológicas en sus centros de trabajo.

Para los primeros, lo fundamental eran los contenidos teóricos, estructurados en un clásico temario en el que las tecnologías no tenían cabida alguna, que se exigían para acceder a las profesiones de archivero y de bibliotecario. Historiadores y filólogos, en su mayor parte, se lanzaron a la labor de formar, primero, futuros ayudantes, después, futuros facultativos, dotando a sus enseñanzas de una estructura y un fondo universitarios, para lo cual se apoyaron en las escasas publicaciones existentes en España, así como en fuentes tradicionales predominantemente de origen francófono.

Se trataba, en definitiva, de elevar a categoría universitaria las consideradas materias básicas para el ejercicio de la profesión que, desde tiempos inmemoriales, apenas habían sufrido variación alguna en su enfoque y planteamiento.

Para los segundos, lo fundamental residía en capacitarles para ejercer con éxito la profesión, consideración ésta que hace de las técnicas el fin principal de la docencia.

Ahora bien, la íntima relación que existe entre éstas, los medios de los que se dispone y la naturaleza y condición de los centros en los que se practican, convierte la realidad inmediata en el espejo de las enseñanzas.

Y no hay que olvidar, a este respecto, que el nacimiento de los estudios de Documentación ocurre en nuestro país en un momento en el que archivos y bibliotecas se consideraban, fundamentalmente, lugares de almacenamiento y conservación de fondos bibliográficos, en los que prevalecía, en detrimento de los servicios y el acceso a la información, la función sacralizada del proceso.

No se puede ignorar, tampoco, la obsolescencia de los medios con los que se contaba, pues mientras en otros países desde principios de los años setenta se empiezan a utilizar ordenadores como instrumentos de ayuda en el proceso documental, en España aunque las primeras experiencias se realizan durante

los años ochenta, no puede hablarse de cifras significativas hasta la segunda mitad de la década que ahora termina.

Por otra parte, para impartir las materias específicas de tecnología se recurrió a profesorado de las áreas de “Lenguajes y Sistemas Informáticos” y “Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial”, que en un primer momento ignoraban todo lo relacionado con la Documentación, lo que hizo inevitable que su docencia constituyera un apéndice del corpus general de conocimientos de la titulación, sin que existiese integración alguna entre tecnologías y Documentación.

PERFIL HUMANÍSTICO DE LOS DOCENTES

A lo largo de estos veinticinco años la enseñanza de la Documentación en la Universidad española se ha nutrido, fundamentalmente, de docentes del campo de las humanidades. Como consecuencia de ello, estos estudios han tomado un cariz específico que ha determinado la perspectiva desde la cual se ha abordado el problema de la integración de tecnologías en los distintos planes de estudio.

Si nos remontamos a los orígenes universitarios de estos estudios, para una gran parte de estos profesores la tecnología no tenía cabida alguna en sus tareas docentes e investigadoras. Muchos de ellos ni siquiera habían tenido la oportunidad de ser usuarios de sistemas informáticos, ya que la pobre realidad de las bibliotecas y los archivos españoles hizo de sus usuarios más expertos -docentes e investigadores- personas acostumbradas a desarrollar sus propios recursos informativos basándose en las técnicas más precarias de recogida de datos. (Pérez Álvarez-Ossorio, 1990)

Cabe decir, asimismo, que en el entorno del que provenían, el avance de la investigación poco tenía que ver con el desarrollo tecnológico. Se movían en un mundo de información impresa en el que sus métodos de trabajo se apoyaban en tradicionales catálogos, índices y repertorios impresos, por lo que el éxito de

sus investigaciones dependía, en una gran parte, en las dosis de paciencia necesarias para acceder a una Documentación que, en muchos casos, ni tan siquiera estaba inventariada. Su visión del mundo de los archivos, las bibliotecas y los centros de Documentación se basaba, fundamentalmente, en sus experiencias como usuarios de unos centros cuyos catálogos se presentaban en forma de cajetines y fichas y en donde el servicio de orientación bibliográfica se centraba casi exclusivamente en la adquisición de obras y repertorios impresos.

Y, dado el panorama archivístico y bibliotecario del país por aquel entonces, no existía ninguna razón para que estos nuevos profesores sospecharan de la revolución que

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