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Dictaduras en América latina

Elichang8 de Junio de 2014

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Dictaduras en América latina

3. DICTADURAS EN AMÉRICA LATINA

1960-1980

Las Dictaduras Militares tiene un sitial tristemente privilegiado en la memoria inevitable de toda Latinoamérica. Directa o indirectamente, todos nos hemos visto relacionados, afectados o implicados en algún periodo dictatorial cuya marca indeleble permanece a través de generaciones. A pesar de ser factible identificar en cierto periodo cronológico la convergencia de dictaduras militares (60´-80´), no es la intención de este ensayo examinar unas décadas determinadas. Más bien, la intención es exponer ciertos fenómenos que podrían convertir a América Latina en un territorio fértil para la proliferación de ideologías militares dictatoriales, considerándolas, paradójicamente, una salida hacia el orden gubernamental. El propósito es presentar acontecimientos que le son propios a las dictaduras y que le dan unicidad como fenómeno de la historia de Latinoamérica, sin limitarnos a determinados siglos y fechas. Para ello es necesario reconocer un criterio de temporalización indiferente a la cronología. Koselleck, explica esta postura ante los auxiliares cronológicos de clasificación, citando a Koster: “Casi cada época contiene acontecimientos que le son propios, decía Koster. Una vez que se haya impuesto -en contra de la Historia ejemplar- el axioma de la unicidad, de la irrepetibilidad, entonces se deshace el concepto secular del cálculo aditivo de cien en cien años, como una simple ayuda para la clasificación”

Si bien América Latina, se divide en un número determinado de países, ningún continente parece estar tan cohesionado históricamente como el nuestro, en el que cada periodo histórico de un país, es la réplica o el anticipo del país vecino. Las dictaduras militares precisamente, agregan una particularidad difícil de explicar, en la historia americana. Podrían entenderse como la consecuencia de un derrotero común en la formación ideológica, que nos infunde una especie de vocación hacia las dictaduras. Por lo mismo, es factible hablar de “dictaduras militares” unificadas en una sola descripción que se adapta a todas la experiencias.

Comprendemos que las dictaduras tienen no solo aristas políticas, sino también económicas, ideológicas y sociales. Examinar esos factores comunes en la génesis político, social e ideológica que las hizo posibles, nos entrega un recurso más para la comprensión de la identidad latinoamericana.

El legado de la oligarquía

Unos de los factores determinantes, a la hora de enfrentar el tema, es la herencia ideológica y económica de la clase social oligárquica.

En los primeros pasos de los estados independientes de América latina, se establece un nuevo grupo de dominio entre los emergentes comerciantes, mineros, hacendados y cafetaleros (estos últimos, en centro América) con sus consecuencias políticas, sociales y económicas. La Oligarquía tuvo su periodo de desarrollo y predominio en las últimas décadas del 1.800 y las primeras del siglo entrante. Primeramente capturan el poder económico con la explotación de recursos y la consiguiente acumulación de capital entre familias, para posteriormente conquistar el poder del estado. De esta manera la capacidad de decisión de los estados estaba concentrada en un grupo social reducido, vinculado familiarmente. El relato del periodo de modernización en El Salvador que hace Bradford Burns da cuenta de esta situación:

“La prosperidad y el poder de los hacendados cafetaleros alcanzó su culminación durante los años 1913-1929, período conocido como la dinastía de los Meléndez-Quiñones por el parentesco de las dos familias que alcanzaron la presidencia. Pertenecían a las principales familias productoras de café. A raíz del asesinato del presidente Manuel Enrique Araujo en 1913, asumió de acuerdo a la constitución el vicepresidente Carlos Meléndez, y ganó al año siguiente la presidencia por sus propios méritos. En 1919, su hermano, Jorge Meléndez, lo sucedió por otros cuatro años, seguido éste por su cuñado, Alfonso Quiñones Molina por otro cuadrienio. Esta dinastía política familiar demostraba la facilidad que tenían los presidentes para manipular las elecciones y seleccionar su sucesor. Además, ilustra la base política cada vez más estrecha de los cafetaleros. En efecto, cada vez menos hombres controlaban la floreciente industria del café, particularmente el procesamiento y la exportación. Durante la dinastía, más que en ningún otro período, los sectores ligados a la exportación de café fueron capaces de monopolizar tanto el poder económico como el político. Obviamente, uno resultaba del otro. La riqueza les confería el prestigio y la facilidad para manipular políticamente. A cambio, el control del gobierno complementaba sus intereses económicos”[2]

Esta convergencia de poder político y económico establece marcadas jerarquías sociales, que definirán un modo de entender la sociedad latinoamericana. La explotación de los estratos sociales bajos, a través del inquilinato (agrícola) o el esclavismo (cafetalero) contribuyeron a la construcción de una idea de poder político-económico hegemónico, centralizado y paternalista, alrededor del cual se ampara la población, en una relación de supervivencia, que comprendía además la fidelidad y sumisión, trascendiendo de lo material, hacia lo ideológico.

“Bajo el orden conservador, el objetivo y resultado principal de la dominación oligárquica era reproducir la fuerza de trabajo rural y permitir su explotación. A partir del último cuarto del siglo XIX, el campesinado, además, comenzó a proporcionar a la oligarquía otro tipo de recursos: los votos. El control de los sectores campesinos más subordinados convertiría paulatinamente a la oligarquía en el único sector de las clases dominantes que, además de estar económicamente relacionado a un sector social subordinado, podía utilizarlo, en forma estable, como masa de maniobra en las contiendas electorales. Esta circunstancia iba a tornarse particularmente importante a partir de 1920 con el proceso de progresiva apertura democrática”.[3]

No es menos importante mencionar que las oligarquías explotaron, económicamente, el modelo monoproductor. La aguda dependencia de la exportación de monocultivos (como el café y el azúcar en Centro América, el salitre y el estaño en América del Sur) hacia una Europa en expansión, generó posteriormente la crisis económica durante la primera guerra mundial, cuando Europa redujo considerablemente el nivel de importaciones arrastrando consigo el derrumbe del modelo monoexportador, el empobrecimiento de los países del continente americano y su consiguiente retraso tecnológico, cuya superación y modernización será la carta fundamental a la que apostarán años más tarde, las dictaduras militares en Latinoamérica.

La Profesionalización del Ejército y su Espíritu Autoritario

Durante el predominio de la clase oligárquica en América Latina, los Estados debieron enfrentar una serie de conflictos de clase (la amplia brecha social abre paso a la lucha social), étnicos (el despojo de tierras indígenas y su consiguiente descontento) y territoriales (como la Guerra del Pacífico del cono sur) que generaron la necesidad de un ejército profesional que hasta entonces no existía. La formación e instrucción de tal institución fue encomendada a Alemanes, con una formación prusiana de prestigio internacional. La oligarquía necesitaba de una fuerza que apoyara y resguardara sus intereses políticos y económicos. La prosperidad del momento facilitó la inversión cuantiosa de profesionalizar el ejército en la línea germánica.

Patricio Quiroga nos dice al respecto: “(...) La oligarquía requirió de un ejército profesional para preservar las fronteras nacionales, los enclaves internos, liquidar a los caudillos, expandirse internamente y mantener a raya al movimiento popular; al respecto debe tenerse en cuenta que las policías eran en su mayoría, guardias rurales o bien no existían, como el caso chileno, donde fue fundada en 1927, de manera que desde fines del siglo XIX no fue rara la presencia de altos oficiales germanos como Emil Körner (Chile) o Albert von Sydow (Argentina). Tampoco fue extraño enterarse que entre 1907 y 1914 Bolivia enviaba oficiales a la “Reichwehr”, originándose lo que Jürgen Schaefer calificó como la ´germanización de los ejércitos del ACB`.”[4]

La instrucción alemana reorientó la formación militar. Por una parte se puso al servicio de la clase oligárquica y adquiere de ella sus intereses e ideología: En lo económico, resguarda los intereses de la clase dominante; en lo racial, se hace parte del menosprecio y el despojo del indígena que venía practicando la clase oligárquica; en lo social, es un factor represivo de la lucha de clases y en lo político, aprueba el autoritarismo y el empleo legítimo de la violencia.

La prusianización del ejército significó entonces, la elaboración de la imagen del militar-autoridad con participación política y legítimo poder represivo, que se adosará al imaginario Latino Americano en su desarrollo histórico.

Dictaduras Latinoamericanas

El derrotero

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