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En Twitter, Todo Es Posible


Enviado por   •  19 de Noviembre de 2012  •  1.720 Palabras (7 Páginas)  •  288 Visitas

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Hace unos días me invitaron a participar como speaker en los Tweets Awards que se celebraron en el Espacio Fundación Telefónica. Me pidieron que hablara sobre mi experiencia personal en el mundo de Twitter, lo que me resultó algo muy atractivo y, a la vez, ciertamente peliagudo, ya que en las ponencias que doy siempre hablo desde un plano profesional. «¿Personal? ¿Mis aventuras y anécdotas serán de interés para un público de tan magno evento?», pensé. La respuesta fue afirmativa; las felicitaciones e interés mostrado por los asistentes y los que intentaron seguirlo por la red, me han llevado a escribir este post donde recojo algunas de las cosas que conté en esa charla.

Yo no soy ni mucho menos una de las early adopters de Twitter. De hecho, se puede decir que mi entrada en este espacio ha sido más bien tardía, en octubre de 2010, hace justamente dos años. Desde entonces, se ha convertido en algo muy importante en mi vida, tanto a nivel profesional como personal. No me gusta definirlo como «herramienta», «red social», o «microblogging», sino que, para mí, Twitter es el ágora de la nueva era. Como sabéis, en la Antigua Grecia el ágora era aquel lugar donde la gente se reunía para hablar de los temas de actualidad, de los problemas, donde se tomaban decisiones políticas, económicas y culturales. Era también el punto de unión para celebraciones y fiestas, llegando por lo tanto a convertirse en un elemento central de la polis, de la ciudad. Bien, pues Twitter es precisamente eso, un lugar de intercambio y comunicación, un foco de debates y encuentros. Y, además, es algo que siempre está ahí, estés donde estés, sin horarios ni limitaciones.

No voy a decir que Twitter me ha dado el trabajo de mi vida, o que soy feliz gracias a Twitter, o que con él me he hecho rica. No, Twitter no está construido por una gran historia, sino por la suma de muchas pequeñas. Por eso, entre las cosas que conté en los Tweets Awards, he seleccionado 2 breves anécdotas para este post, experiencias personales que sin Twitter no tendrían razón de ser.

1. La primera #tuithistoria está relacionada con la perplejidad y la solidaridad.

Lleva por hashtag #scuppie

Plan de viernes noche con amigos, tras ver teatro de improvisación empezamos a hablar de forma divertida y disparatada sobre algunas frases que habían salido en la obra, como si de una «postimpro» se tratase. De repente, una persona del grupo me pregunta… «y tú, ¿cómo te defines?». Me pongo seria y, sin dudarlo ni un segundo, respondo: «¿Yo? Está claro, soy una scuppie». Con los ojos muy abiertos y el rostro perplejo, me preguntaron entre risas qué significaba eso. Era un término que yo tenía ese día en el top of mind porque unas horas antes había estado leyendo un libro de marketing que dedicaba un capítulo entero a ese concepto. Bien, pues digamos que, sociológicamente, un scuppie está a medio camino entre el hippismo y el yuppismo. Se usa en marketing para definir a esas personas que trabajan duramente para alcanzar sus objetivos de carácter materialista (poder hacer viajes, cenar en restaurantes, darse algunos que otros lujos) y que a la vez tienen un gran compromiso social, ya que, desinteresadamente, por pura motivación personal, ponen en marcha o participan en proyectos solidarios. Es decir, la unión más estrecha entre “vivir bien” y “hacer el bien”. Existe incluso un manual y un manifiesto sobre esta comunidad y se dice que Brad Pitt y Angelina Jolie son la pareja scuppie más representativa.

Lo cierto es que este término, que me pareció un tanto friki, me definía bastante bien, así que lo usé para dar una respuesta rápida y original ante tal profunda pregunta. De lo que no me había percatado en ese momento es que todos los que me acompañaban eran tuiteros natos (de hecho, fue una quedada organizada a través de Twitter), así que no tardaron ni medio segundo en tuitearlo a sus miles de seguidores. A los pocos minutos me vi, como así me nombraron, bajo el cargo de “Presidenta del Club de Scuppies de España”. Lo más simpático es que a la gente le gustó y querían unirse, así que me preguntaban por Twitter que cómo podían ser miembros del club… Poco después recibo un tuit de Arturo Criado, responsable de esMediodía, por aquel entonces programa radiofónico de esRadio Madrid 2, para proponerme ir al estudio a hablar en directo sobre ese tema. Envuelta en un manto de asombro y emoción, aterricé pocos días después en el programa sin saber muy bien de qué iba a hablar. El universo scuppie pasó a un segundo plano cuando me preguntaron sobre lo que había sido una de las experiencias más inolvidables, y dura, de mi vida (lo que en psicología se llama «experiencia cumbre»): mi viaje a Ecuador como voluntaria. Siempre he tenido un gran compromiso social, combinando mi trabajo con pequeñas acciones sociales, como voluntaria en diferentes proyectos, amadrinando niños de otros países, trabajando a media jornada de forma totalmente altruista con la Fundación Antena 3, etc. Pero nunca me parecía suficiente, mi cuerpo me pedía más, así que, un verano que pude organizarme para tener vacaciones de un mes y medio, reuní los 1.000 euros que me costaba el billete a Quito y me desplacé allí para trabajar día y noche

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