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Energia Atomica


Enviado por   •  8 de Septiembre de 2014  •  759 Palabras (4 Páginas)  •  190 Visitas

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ENERGIA ATOMICA

Historia a bordo del submarino nuclear argentino

El desarrollo de la energía nuclear en la Argentina, fuertemente relacionado con el avance de la industria nacional, se enfrenta ahora con la reactivación de la CNEA y encara el avance en materia de propulsión nuclear.

El pasado 4 de junio la ministra de Defensa Nilda Garré anunció que especialistas del área comenzarán a analizar la posibilidad de dotar de propulsión nuclear a buques de la Armada. El anuncio oficial se produjo el mismo día en que varios diarios argentinos difundieron el “ambicioso Plan de Defensa Nacional” de Brasil, presentado en septiembre del año pasado. El plan brasileño se centra en la construcción de un submarino nuclear que pretende efectivizarse en 2021, con un presupuesto de más de 8000 millones de dólares.

La propulsión nuclear –que no implica la dotación de explosivos nucleares– es una asignatura pendiente tanto de la Argentina como de Brasil, los dos países más consolidados en tecnología nuclear de la región. En la Argentina, el primer antecedente sobre la construcción de un submarino nuclear se produjo a comienzos de la década del ‘80. Entonces, la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) ya tenía en funcionamiento la primera central nuclear de América latina, Atucha I, y estaba por entrar en operación la central nuclear de Embalse. No obstante, los planes nucleares de la CNEA comenzaban a ser amenazados por problemas presupuestarios. Aunque un grupo de oficiales de la Marina anunció que estudiarían la posibilidad de construir un submarino de propulsión nuclear, la crisis económica –agudizada por una deuda externa de 39.000 millones de dólares– puso un obstáculo inamovible a las ambiciones militares.

El desarrollo nuclear fue, desde sus orígenes, el puntal para constituir y consolidar un gran sector de la industria nacional. Areas como la industria electromecánica, metalúrgica, electrónica y civil fueron traccionadas a partir de los desarrollos de CNEA. La construcción de Atucha se llevó a cabo con más del 30% de participación nacional, en el caso de Embalse ese porcentaje se acercó al 50%. Lo destacable no son sólo los altos niveles de participación local, sino también el hecho de que la industria nuclear exige los más altos de los estándares de calidad. La producción doméstica, en ambos casos, había pasado la prueba. En ese sentido, debe entenderse la importancia del anuncio de Garré y de la “propulsión nuclear”. No es de extrañar, por lo tanto, que dirigentes de la oposición salgan a desacreditar el proyecto. Aquellos que contribuyeron a destruir la industria nacional en los ‘90, y que abogan por un retorno a políticas de corte liberal, verán siempre con desprecio todo intento de articular el famoso triángulo de Sábato: la infraestructura científico-tecnológica, la estructura

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