¿Existe la privacidad?

¿Existe privacidad? José Luis Piñar Mañas

La lectura como bien menciona su título, habla de la privacidad definida como: “ámbito de la vida privada que se tiene derecho a proteger de cualquier intromisión” por el Diccionario de la Real Academia y por El Oxford English Dictionary define Privacy como “estado en que uno no es observado o disturbado por otros”,

Hablar de privacidad no se puede referir a la vida privada, algunos autores hacen referencia y advierte que ninguna definición es posible y que nadie tiene en claro de lo que es. Pero Westin se le debe precisamente la definición de privacidad en términos de autodeterminación, expresamente asumido por el Tribunal Constitucional Federal Alemán en su conocida sentencia de 15 de diciembre de 1983 sobre el Censo; su aportación más importante fue que identificó cuatro tipos de privacidad, que PEDERSEN amplió hasta cinco: soledad, aislamiento, reserva, intimidad y anonimato. Pero lo que identifica por igual a los expresados tipos de privacidad es que en todos ellos el individuo debe poder controlar el nivel de interacción con los otros. La idea del control es la clave esencial de la privacidad, ocupa el papel central; Se ha hablado de la privacidad como “el derecho a controlar la información”. La privacidad es, pues, condición indispensable para poder afirmar que una sociedad es democrática y respetuosa con los derechos fundamentales, pues sin ella, como acabo de decir, no puede hablarse ni de respeto a la dignidad ni de libertad. La privacidad está sometida a diversos retos o tensiones que podrían reconducirse a las existentes en relación con la libertad de expresión, con la transparencia y acceso a la información, con los intereses y evolución del mercado y con la lucha por la seguridad ciudadana, así como interés por apropiarse de información ajena para fines delictivos. Dispositivos, pues, casi invisibles que a distancia nos controlan sin nosotros saberlo. Algo que ya no es un futurible, sino una realidad, Hoy a través de los teléfonos móviles es posible localizar prácticamente a cualquier usuario, y lo malo es que puede hacerse sin conocimiento del interesado y por tanto sin su consentimiento. Hay que considerar que todas esas medidas amenazantes para la privacidad del ser humano son no solo adecuadas, sino absolutamente necesarias para nuestra seguridad, y que por tanto debemos aceptarlas no sólo resignada sino convencidamente, medidas que poco a poco van incorporándose a nuestra vida cotidiana y que aceptamos como algo inevitable e incluso positivo.

Así es como Warren y Brandies comienzan a hablar de un nuevo derecho: El derecho a la privacidad supone, pues, el derecho a poder estar solo, con el alcance que cada uno desee, incluso completamente solo, sin sufrir ingerencias no deseadas y sin interferir en el derecho de los demás. La evolución que desde entonces se ha producido ha sido

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