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Hidrologia

1234567helen1 de Febrero de 2013

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PARADIGMA DEL DESARROLLO HUMANO

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La centralidad de lo humano

Hasta hace poco tiempo casi no se pensaba en términos de desarrollo, y aún hoy mucha gente no lo hace. En ausencia de esta concepción, se cree que el sentido de la vida lo definen las interacciones con las fuerzas divinas o naturales: vivir bien o mal dependería del destino y de agradar a esos seres de la naturaleza y de lo sobrenatural, mantenerlos contentos rindiéndoles culto, sacrificio y penitencia para asegurar la reproducción del mundo.

Al conjugarse el pensamiento ilustrado e histórico, científico y laico, con el modo de vida generado en la industrialización, pudo concebirse que la historia no es cíclica, que las sociedades se transforman, que los hechos sociales provienen de la interacción, que las formas de vida no son inexorables ni los estamentos sociales eternos. Y que la historia la hacen los sujetos sociales al vivir creando y transformando cotidianidades e instituciones.

Los diversos caminos seguidos por los grupos humanos dependen de sus particulares decursos históricos. En la conciencia moderna, lo imponderable ha cedido y es posible intervenir en el contenido y en el sentido de la marcha de la historia. Se ha humanizado incluso la omnipotencia divina, y se ha pretendido mucho más de lo posible.

En tales condiciones, el desarrollo se ha convertido en el espacio simbólico de la centralidad humana. Enfoques y clasificaciones

En diversos planos se han creado tipologías para definir el grado de desarrollo humano. Muchas han tenido tal difusión e influencia en la toma de decisiones, en el impulso de acciones políticas y en la planeación, que se han convertido en categorías de identidad.

Las sociedades y las personas han sido clasificadas como desarrolladas, subdesarrolladas, de desarrollo medio, en vías de desarrollo. Los países son ricos, pobres o medios. El planeta y sus regiones se dividen en Sociedad Industrial, Sociedad Agraria, Primer Mundo, Tercer Mundo, Norte, Sur. Y las personas han recibido su etiqueta según su origen, la nomenclatura vigente y la época. En la misma operación, las clases, las capas y otras categorías, las poblaciones y las personas inmersas en la miseria material, son catalogadas dentro de la marginación, la pobreza o la pobreza extrema.

En algunas concepciones se han fundido o confundido las ideas de desarrollo y de progreso. Así, el desarrollo ha sido visto como avance, ensanchamiento, crecimiento, mejoría, complejidad. Otros análisis de los procesos sociales evidencian involuciones históricas en las que se crean miseria, estrechez y pérdida, y se generan peores condiciones de vida que las existentes anteriormente. Esto ha sucedido precisamente en países donde se planearon despegues de sociedades tercermundistas hacia el desarrollo y el progreso.

El progreso

En el nuevo paradigma del desarrollo humano, el progreso figura también como una categoría compleja: tiene sentido concreto e histórico; no es absoluto, no es indefectible ni forma parte de la evolución.

La medida del progreso es dada por las necesidades vitales y la privación humanas. El grado y el contenido de la privación humana conforman el piso de las necesidades. Las maneras de satisfacerlas, los bienes y los recursos generados y destinados para ese fin son lo que constituye al progreso. Por esta razón, los criterios para identificar las necesidades y la privación son los mismos para ambas: la salud, la educación, la producción de alimentos y el estado de la nutrición, el ingreso, el empleo, la pobreza y la participación social. En esta dimensión, cobran relevancia la situación de las mujeres y la de la infancia, el medio ambiente, la política, los conflictos, la guerra y, desde luego, la vitalidad de la cultura y del entramado social.

El desarrollo sustentable

Cada país, cada pueblo y las personas que los constituyen, son unidades complejas, diversas, heterogéneas. Poseen recursos, realizan intercambios, enfrentan problemas e idean soluciones. El bienestar y el malvivir están presentes en la vida de los pueblos, las comunidades y las personas. El capital cultural generado por los predecesores es en cada caso enorme, y la gama de privaciones y necesidades humanas desatendidas o ignoradas es dramática. Pero, a diferencia de lo que sucedía en otras épocas, hoy es posible aspirar a satisfacer las necesidades humanas.

Para intentar satisfacer las necesidades, es preciso identificarlas y emprender acciones concretas y efectivas. De no hacerlo el desarrollo no se da. Pero a menudo, si se dejan las soluciones a merced de las fuerzas del mercado y de los intereses más poderosos, suele generalizarse la precariedad en lugar de reducirse. La constancia, la renovación permanente y la dinámica de las necesidades generan maneras variadas y contradictorias de concebir lo que desde ángulos opuestos se denomina desarrollo.

En la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (CNUMAD, llamada Cumbre de la Tierra), reunida en Río de Janeiro en 1992, los Estados participantes asumieron el desarrollo sostenible como nuevo paradigma de la humanidad. Ahí aprobaron la Agenda 21 que es el plan de acción para lograr ese desarrollo, también nombrado sustentable.

Lo que se definió entonces como nuestro futuro común, es el desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las siguientes generaciones para satisfacer las suyas.

Las dos denominaciones mencionadas (sostenible y sustentable) evocan el concepto de continuidad del presente en el futuro. Se trata de un desarrollo que exige transformaciones institucionales orientadas hacia el cambio social gradual y el crecimiento económico autosostenido en condiciones de armonía con el medio ambiente. Es por ello una estrategia destinada a corregir la trayectoria seguida con diferentes matices por todos los países, sobre todo después de la II Guerra Mundial. Esa trayectoria es considerada evidentemente inviable en el mediano y en el corto plazos.

El desarrollo sustentable es una propuesta de construcción y ampliación de la democracia. Abarca los principios enumerados a continuación:

• La participación de la sociedad civil como protagonista de las acciones en todas sus fases, desde la planeación hasta la ejecución.

• En los países en que no existe relación adecuada entre el Estado y la ciudadanía, y en donde no se ha conformado una sociedad civil con poder político, el camino del desarrollo sustentable significa optar por el desarrollo social en su relación con el desarrollo ambiental y propiciar cambios para lograr ese objetivo.

• Es preciso seguir la vía democrática en la necesaria intervención de los Estados en la formulación y en la implementación de las estrategias del desarrollo sustentable.

• Los Estados que no han definido políticas de compromiso para el desarrollo social y la preservación del medio ambiente, deben modificar sus estructuras, contenidos e instituciones para que contengan los objetivos del desarrollo sustentable; deben, por ello, establecer relaciones de intercambio y colaboración con la sociedad civil.

• La relación de cooperación es imprescindible entre países con grados diferentes de desarrollo; tal cooperación supone la transferencia recíproca de recursos económicos, científicos, tecnológicos y culturales con el objetivo explícito de lograr una redistribución de bienes y recursos.

• Las relaciones entre los Estados, las sociedades civiles y los organismos internacionales deben ser democráticas; son, pues, impostergables el reconocimiento jurídico de la globalización y otras medidas destinadas a la articulación de niveles con múltiples protagonistas, así como la aplicación de principios básicos para la reforma del Estado, la sociedad y las relaciones mundiales.

Para hacer viable este ambicioso proyecto, la ONU creó una comisión cuyas funciones se dirigen tanto a lograr la paz como a edificar el desarrollo sustentable.

El desarrollo humano sustentable o a escala humana

El paradigma se fundaba en una concepción social del desarrollo básicamente economicista y ambientalista. Una vez enunciada, bastó sólo un paso más para formular la tesis del desarrollo humano sustentable, también llamado desarrollo a escala humana.

La hipótesis básica de esta visión más amplia y concreta puede exponerse así: las sociedades se transforman al resolver práctica y culturalmente sus necesidades y sus conflictos; al hacerlo surgen nuevas necesidades y nuevos conflictos, al tiempo que es posible generar recursos, capacidades y creatividad para enfrentarlos.

El principio filosófico del desarrollo humano sustentable se refiere a la permanente generación humana de necesidades, aspiraciones y expectativas, y al imperativo de inventar formas creativas de atenderlas sin perjudicar a las sociedades, a las comunidades, a las personas ni al medio ambiente.

La dimensión humana del desarrollo es otro cambio paradigmático que abre una perspectiva completamente nueva para redefinir el acercamiento convencional al desarrollo.

Desde esa nueva perspectiva, los seres humanos finalmente podrán convertirse en principal objeto y sujeto de su acción: ya no serán una abstracción económica sino una viviente realidad operativa; ya no serán víctimas indefensas sino guías de los procesos de desarrollo cuyo control no ha estado en sus manos.

Ese desarrollo se concentra y se sustenta en la satisfacción de las necesidades humanas fundamentales, en la generación de una creciente autodependencia y en la articulación orgánica de los seres humanos con la naturaleza

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