Plástico Y Virtual.

UNIVERSIDAD ESTATAL A DISTANCIA

VICERRECTORIA ACADEMICA

SISTEMA DE ESTUDIOS DE POSGRADO

Maestría en Tecnología Educativa con Énfasis en Producción de Medios Instruccionales

Curso

Administración de Recursos Organizacionales

Profesora

M.Sc. M.Ed. Silvia Abdelnour

"Plástico y virtual”

Carlos Álvarez Zúñiga

III Cuatrimestre

2009

Un niño de cuatro años de edad le lleva a su maestra de kinder, fotos del último paseo al zoológico en su dispositivo portátil USB. Estudiantes de una maestría que se ven las caras sólo una vez al mes, chatean y se envían mensajes de correo electrónico para acordar cuestiones sobre trabajos y motivarse mutuamente, todo a través de plataformas de aprendizaje en línea. Un estudiante de sexto de primaria busca información en Internet sobre H. R. Giger porque su profesor de artes plásticas creyó ver ciertas correspondencias entre sus trabajos. Una anciana de 95 años abre un blog para contar de su vida y descubre un mundo nuevo a través de los comentarios que le dejan lectores de todo el orbe.

¿Puede organizarse la educación alrededor de las tecnologías de información y comunicación, de modo que se propicie y mejore la eficacia y la eficiencia de los procesos de enseñanza y aprendizaje durante toda la vida?

Al inicio de su libro, Bates (2001) nos dice que para aplicar las nuevas tecnologías en un centro universitario se necesita algo más que comprar ordenadores nuevos y crear un sitio web. El éxito del uso de la tecnología, sobre todo de las TICs en la enseñanza y el aprendizaje depende también de la capacidad de introducir cambios importantes en la cultura docente y organizativa. Es palpable en esta posición el hecho de que la introducción de los artefactos tecnológicos es sólo una parte de un proceso más complejo. Y no tiene que ver solamente con pedagogía y didáctica, sino también con elementos de administración.

Según Cabero (2004), hay suficientes indicaciones que apuntan con claridad a la importancia de contemplar las variables organizativas como elemento significativo para la incorporación de las TICs a la formación y a la investigación. Sin olvidarnos, por otra parte, que esta se convertirá en factor determinante de la calidad de la interacción que se produzca en el sistema.

Como lo mencionan Robbins y Coulter (2002), la década de los 90 del siglo pasado, fue una época de profundos cambios en las organizaciones de toda índole. Aunque estos autores se centran en el estudio de las organizaciones comerciales, es plausible considerar a las instituciones de enseñanza como un ámbito organizacional con características particulares que también entra en revisión a partir de estas modificaciones. En esencia, estos cambios estuvieron relacionados con un boom de las tecnologías de información y comunicación que empezaron a hacerse cada vez más visibles a partir de esos años.

Robbins y Coulter sintetizan la influencia de las TICs en dos grandes áreas:

La forma en que la información es comunicada dentro de la organización y la manera en que se estructuran las organizaciones.

Sobre esta línea de pensamiento Bates nos indica que la historia señala que la introducción de nuevas tecnologías generalmente va acompañada de unos cambios importantes en la organización del trabajo.

Las nuevas tecnologías están asociadas con las formas de organización postindustrial, basada en unos trabajadores muy cualificados y flexibles, con un alto grado de autonomía y organizados en unidades operativas relativamente pequeñas y flexibles. Los centros universitarios, por el contrario, se han caracterizado por una mezcla de formas de organización agrarias e industriales, con unas estructuras y unos procedimientos jerárquicos, burocráticos y relativamente inflexibles, aunque la autonomía del profesorado titular asegura un elemento de flexibilidad y, en algunos aspectos, de caos.

Si la nueva tecnología va acompañada normalmente de cambios importantes en la organización del trabajo, entonces la introducción de nuevas tecnologías para la enseñanza exigirá una evolución importante hacia formas de organización postindustriales en los centros universitarios. Esta categorización de Bates no es gratuita. Señala justamente la brecha que existe entre las organizaciones productivas-comerciales y las organizaciones de índole educativo.

Aunque el autor se centra en la experiencia de las instituciones universitarias, es nuestra opinión que su observación puede extrapolarse a los demás centros de enseñanza, en muchos casos con niveles descendentes de flexibilidad y en cambio un aumento visible de la inflexibilidad jerárquica y los trámites burocráticos.

A esto también se refieren Robbins y Coulter bajo los términos de organizaciones mecanicistas y organizaciones orgánicas. En este caso, las primeras podrían identificarse con las organizaciones agrarias o industriales clásicas de tipo fordista, mientras que las segundas estarían ontológicamente más cercanas al modelo postindustrial.

Cabero también aporta su propia categorización al respecto bajo los conceptos de centros tradicionales y centros versátiles.

La clasificación del autor español está estrictamente vinculada a los centros de enseñanza. Con respecto a los de corte tradicional, los caracteriza por ser centros cerrados en sí mismos, con una dirección unipersonal, currículo uniforme, metodología indiferenciada, disciplina formal, evaluación discontinua, agrupamiento rígido de los alumnos, profesor autosuficiente, uniformidad del espacio, escasez de recursos, y uniformidad de horarios.

Esto nos recuerda bastante las características de la gerencia tradicional-mecanicista, con las cuales comparte justamente las cualidades de rigidez, falta de flexibilidad y un abundante formalismo.

Por otro lado, están las organizaciones versátiles, que desde la óptica de Cabero, se caracterizan por ser centros abiertos al entorno, tener una dirección participativa, existencia de un currículo diferenciado, metodología

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