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Presentacion

andrebarra0521 de Agosto de 2014

810 Palabras (4 Páginas)146 Visitas

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-¿Me guardaría aquí hasta que vaya al hotel para traer uno?

-Sí.

William Peck salió cojeando tan aprisa como pudo. Veinte minutos más tarde estaba de regreso con un anillo de platino que tenía un hermoso brillante cercado de zafiros.

"¿Cuánto cree Ud. que valga ese anillo?"

Joost lo miró con no disimulada admiración y dijo que bien valdría unos dos mil quinientos dólares.

"Se lo dejo en prenda" -Peck se apresuró a decir. Déme un recibo y cuándo haya cobrado Ud. mi cheque vendré a redimirlo".

Quince minutos después, con el jarrón azul cuidadosamente empacado, Peck entraba a cenar a un restaurant. Al terminar ordenó a un taxímetro y a toda velocidad se dirigió al aeródromo. Allí se informó de la residencia de su amigo aviador, se comunicó con él, y a edia noche ambos y el jarrón azul se perdían en las nubes, rumbo hacia el sur.

Hora y media más tarde aterrizaron en el valle de salinas, cerca de la vía del ferrocarril; Peck descendió y el aviador emprendió el vuelo de regreso a San Francisco. Peck corrió hacia la vía férrea con un periódico en la mano, y pocos momentos después, cuándo vio que el tren en que venía Cappy Ricks se aproximaba, hizo del periódico una antorcha y empezó a hacer señales con ella en medio de la vía. El tren se detuvo, el conductor abrió la puerta de uno de los coches para averiguar qué pasaba, y Peck me metió de un salto.

"¿Quién diablos es usted!? preguntó el conductor-" ¿¡Porqué hizo parar el tren!?".

-Porque tengo urgencia de ver a un pasajero que aquí viene, en la sección "A" del coche No. 7; yo le pago mi pasaje.

-¡Ah!, es un señor de baja estatura, de avanzada edad, ¿verdad? Antes de partir de San Francisco me preguntó si no había visto a un individuo con un paquete bajo el brazo.

Sí, ese individuo soy yo, aquí traigo el paquete que no pude entregarle a tiempo... hágame el favor de llevarme a su sección.

Hubo que tocar el timbre varias veces para despertar a Cappy Ricks, quién al fin abrió la puerta, en su bata de noche.

"Soy William Peck, Mr. Ricks, perdone que venga a importunarlo a esta hora, pero es que tropecé con tantas dificultades para poder conseguir el jarrón azul que Ud. tanto quería, que no pude llegar a tiempo a la estación. La dirección de la tienda no era la que Ud. me dio; tuve que buscarla por todo San Francisco y llamar por teléfono a todos los "Browns" y "Brownes" que hay allí en los suburbios, y además, fue imposible conseguir en domingo por la noche los dos mil dólares que costaba el jarrón, pero aquí lo tiene usted, porque le prometí entregárselo y lo que yo prometo lo cumplo".

Cappy Ricks miraba a Peck con ojos azorados, como si lo creyera loco. Luego se echó a reír, lo hizo tomar asiento, y empezó a referirle que todas las dificultades con que tropezó habían sido fraguadas intencionalmente, desde la dirección equivocada del bazar hasta el precio del jarrón, pues en realidad sólo valía $10.00.

Al oír esto, Peck casi se desmayó, pero rehaciéndose, prorrumpió en tono grave y airado:

"Mr. Ricks, si no fuera porque es Ud. un hombre de edad avanzada y porque le debo favores, no sé qué le haría por esta broma tan pesada que se ha permitido jugarme".

Con los ojos húmedos de lágrimas, como quien ha sufrido un terrible desengaño y siente el corazón herido, continuó:

"Mr. Ricks, yo estoy acostumbrado a obedecer órdenes sin ambages, por necias que parezcan... a cumplir con los cometidos que se me confíen, con puntualidad si es posible, y si no, tan pronto como sea posible.

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