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Primero De Mayo


Enviado por   •  22 de Mayo de 2014  •  680 Palabras (3 Páginas)  •  150 Visitas

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PRIMERO DE MAYO

En 1906, en el periódico anarcosindicalista Los Parias, Lima - Perú.

Donde hay cambio de dinero por fuerza muscular, donde uno paga el salario y el otro le recibe en remuneración de trabajo forzoso, ahí existe un amo y un siervo, un explotador y un explotado. Si el obrero cuenta con muchos enemigos, el mayor está en su ignorancia.

La sociedad es una inmensa escala de iniquidades, todos combaten por adquirir el amplio desarrollo de su individualidad. Para el verdadero anarquista no hay, pues, una simple cuestión obrera, sino un vastísimo problema social; no una guerra de antropófagos entre clases y clases, sino un generoso trabajo de emancipación humana.

En 1907, en el periódico anarcosindicalista Los Parias, Lima - Perú.

Sin embargo el obrero es quien hoy se regocija y se congratula, sin pensar que la irónica fiesta del trabajo se reduce a la fiesta de la esclavitud.

Así que esclavitud, servidumbre y proletariado son la misma cosa, modificada por la acción del tiempo. Cierto, a la doble labor del músculo y del cerebro se debe la habitabilidad de la Tierra y el confort de la vida: no opongamos el trabajo a las fuerzas enemigas de la Naturaleza, y ya veremos si la Divina Providencia acude a nuestro auxilio. Existen dos clases de trabajadores: los que en realidad trabajan, y los que aparentemente lo hacen, llamando trabajo el ver sudar y derrengarse al prójimo.

En 1908, en el periódico anarcosindicalista Los Parias, Lima - Perú.

Con la huelga de Iquique sucede todo lo contrario de lo que a menudo pasa con los movimientos de esa índole al estallar un conflicto de los obreros con la fuerza pública. Jamás huelga alguna presentó carácter menos belicoso. Lo que se llama la libertad del trabajo no pasa de una sangrienta burla para el hombre que tiene por solo capital la fuerza de sus brazos y deja de comer el día que cesa de trabajar. (Hermoso idilio! Por asociación de las ideas contrarias, esa dicha les hace pensar a los plumíferos en la desdicha del acaudalado patrón que sin descansar un solo instante del día prosigue su trabajo mental, que noches de noches vela, cavilando en sus créditos inaplazables, en el crecido stock de sus almacenes, en la dificultad de las ventas, en la ruinosa competencia de sus rivales, etc. (Qué espectáculo tan bello sería contemplar al multimillonario yanqui despojarse de sus millones para convertirse en el feliz trabajador que mantiene una mujer y seis hijos con el honroso jornal de ochenta centavos!

No, el capitalista no ceja voluntariamente ni un solo palmo en lo que llama sus derechos adquiridos: cuando cede no es en fuerza de las razones sino en virtud de la fuerza.

En 1909, en el periódico anarcosindicalista

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