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Sociedad De La Informacion

luciaovando19909 de Mayo de 2013

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Número 1 / Septiembre - Diciembre 2001

Monográfico

La Sociedad de la Información

Vivir en la Sociedad de la Información

Orden global y dimensiones locales en el universo digital

Raúl Trejo Delarbre (1)

Investigador titular en el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM

Se habla mucho de la Sociedad de la Información. ¿Qué rasgos la definen? ¿En qué aspectos resulta

novedosa? ¿En qué medida puede cambiar la vida de nuestros países? ¿Qué limitaciones tiene ese

nuevo contexto? En estas páginas queremos dar respuestas iniciales a esas interrogantes.

Diez rasgos de la Sociedad de la Información

A ese nuevo contexto lo definen características como las siguientes.

1. Exuberancia.. Disponemos de una apabullante y diversa cantidad de datos. Se trata de un

volumen de información tan profuso que es por sí mismo parte del escenario en donde nos

desenvolvemos todos los días.

2. Omnipresencia. Los nuevos instrumentos de información, o al menos sus contenidos, los

encontramos por doquier, forman parte del escenario público contemporáneo (son en buena

medida dicho escenario) y también de nuestra vida privada. Nuestros abuelos (o bisabuelos,

según el rango generacional en el que estemos ubicados) fueron contemporáneos del

surgimiento de la radio, se asombraron con las primeras transmisiones de acontecimientos

internacionales y tenían que esperar varios meses a que les llegara una carta del extranjero;

para viajar de Barcelona a Nueva York lo más apropiado era tomar un buque en una travesía

de varias semanas. La generación siguiente creció y conformó su imaginario cultural al lado

de la televisión, que durante sus primeras décadas era sólo en blanco y negro, se enteró con

pasmo y gusto de los primeros viajes espaciales, conformó sus preferencias cinematográficas

en la asistencia a la sala de cine delante de una pantalla que reflejaba la proyección de 35mm

y ha transitado no sin asombro de la telefonía alámbrica y convencional a la de carácter

celular o móvil. Los jóvenes de hoy nacieron cuando la difusión de señales televisivas por

satélite ya era una realidad, saben que se puede cruzar el Atlántico en un vuelo de unas

cuantas horas, han visto más cine en televisión y en video que en las salas tradicionales y no

se asombran con la Internet porque han crecido junto a ella durante la última década:

frecuentan espacios de chat, emplean el correo electrónico y manejan programas de

navegación en la red de redes con una habilidad literalmente innata. Esa es la Sociedad de la

Información. Los medios de comunicación se han convertido en el espacio de interacción

social por excelencia, lo cual implica mayores facilidades para el intercambio de

preocupaciones e ideas pero, también, una riesgosa supeditación a los consorcios que tienen

mayor influencia, particularmente en los medios de difusión abierta (o generalista, como les

llaman en algunos sitios).

3. Irradiación. La Sociedad de la Información también se distingue por la distancia hoy

prácticamente ilimitada que alcanza el intercambio de mensajes. Las barreras geográficas se

difuminan; las distancias físicas se vuelven relativas al menos en comparación con el pasado

reciente. Ya no tenemos que esperar varios meses para que una carta nuestra llegue de un

país a otro. Ni siquiera debemos padecer las interrupciones de la telefonía convencional. Hoy

en día basta con enviar un correo electrónico, o e-mail, para ponernos en contacto con

alguien a quien incluso posiblemente no conocemos y en un país cuyas coordenadas tal vez

tampoco identificamos del todo.

4. Velocidad. La comunicación, salvo fallas técnicas, se ha vuelto instantánea. Ya no es preciso

aguardar varios días, o aún más, para recibir la respuesta del destinatario de un mensaje

nuestro e incluso existen mecanismos para entablar comunicación simultánea a precios

mucho más bajos que los de la telefonía tradicional.

5. Multilateralidad / Centralidad. Las capacidades técnicas de la comunicación

contemporánea permiten que recibamos información de todas partes, aunque lo más

frecuente es que la mayor parte de la información que circula por el mundo surja de unos

cuantos sitios. En todos los países hay estaciones de televisión y radio y en muchos de ellos,

producción cinematográfica.. Sin embargo el contenido de las series y los filmes más

conocidos en todo el mundo suele ser elaborado en las metrópolis culturales. Esa tendencia

se mantiene en la Internet, en donde las páginas más visitadas son de origen estadounidense

y, todavía, el país con más usuarios de la red de redes sigue siendo Estados Unidos.

6. Interactividad / Unilateralidad. A diferencia de la comunicación convencional (como la

que ofrecen la televisión y la radio tradicionales) los nuevos instrumentos para propagar

información permiten que sus usuarios sean no sólo consumidores, sino además productores

de sus propios mensajes. En la Internet podemos conocer contenidos de toda índole y, junto

con ello, contribuir nosotros mismos a incrementar el caudal de datos disponible en la red de

redes. Sin embargo esa capacidad de la Internet sigue siendo poco utilizada. La gran mayoría

de sus usuarios son consumidores pasivos de los contenidos que ya existen en la Internet.

7. Desigualdad. La Sociedad de la Información ofrece tal abundancia de contenidos y tantas

posibilidades para la educación y el intercambio entre la gente de todo el mundo, que casi

siempre es vista como remedio a las muchas carencias que padece la humanidad. Numerosos

autores, especialmente los más conocidos promotores de la Internet, suelen tener visiones

fundamentalmente optimistas acerca de las capacidades igualitarias y liberadoras de la red de

redes (por ejemplo Gates: 1995 y 1999 y Negroponte, 1995). Sin embargo la Internet, igual

que cualquier otro instrumento para la propagación y el intercambio de información, no

resuelve por sí sola los problemas del mundo. De hecho, ha sido casi inevitable que

reproduzca algunas de las desigualdades más notables que hay en nuestros países. Mientras

las naciones más industrializadas extienden el acceso a la red de redes entre porcentajes cada

vez más altos de sus ciudadanos, la Internet sigue siendo ajena a casi la totalidad de la gente

en los países más pobres o incluso en zonas o entre segmentos de la población marginados

aún en los países más desarrollados.

8. Heterogeneidad. En los medios contemporáneos y particularmente en la Internet se duplican

–y multiplican– actitudes, opiniones, pensamientos y circunstancias que están presentes en

nuestras sociedades. Si en estas sociedades hay creatividad, inteligencia y arte, sin duda algo

de eso se reflejará en los nuevos espacios de la Sociedad de la Información. Pero de la misma

manera, puesto que en nuestras sociedades también tenemos prejuicios, abusos, insolencias y

crímenes, también esas actitudes y posiciones estarán expresadas en estos medios.

Particularmente, la Internet se ha convertido en foro para manifestaciones de toda índole

aunque con frecuencia otros medios exageran la existencia de contenidos de carácter agresivo

o incómodo, según el punto de vista de quien los aprecie.

9. Desorientación. La enorme y creciente cantidad de información a la que podemos tener

acceso no sólo es oportunidad de desarrollo social y personal. También y antes que nada, se

ha convertido en desafío cotidiano y en motivo de agobio para quienes recibimos o podemos

encontrar millares de noticias, símbolos, declaraciones, imágenes e incitaciones de casi

cualquier índole a través de los medios y especialmente en la red de redes. Esa plétora de

datos no es necesariamente fuente de enriquecimiento cultural, sino a veces de aturdimiento

personal y colectivo. El empleo de los nuevos medios requiere destrezas que van más allá de

la habilidad para abrir un programa o poner en marcha un equipo de cómputo. Se necesitan

aprendizajes específicos para elegir entre aquello que nos resulta útil, y lo mucho de lo que

podemos prescindir.

10. Ciudadanía pasiva. La dispersión y abundancia de mensajes, la preponderancia de los

contenidos de carácter comercial y particularmente propagados por grandes consorcios

mediáticos y la ausencia de capacitación y reflexión suficientes sobre estos temas, suelen

aunarse para que en la Sociedad de la Información el consumo prevalezca sobre la

creatividad y el intercambio mercantil sea más frecuente que el intercambio de

conocimientos. No pretendemos que no haya intereses comerciales en los nuevos medios –al

contrario, ellos suelen ser el motor principal para la expansión de la tecnología y de los

contenidos–. Pero sí es pertinente señalar esa tendencia, que se ha sobrepuesto a los

proyectos más altruistas que han pretendido que la Sociedad de la Información sea un nuevo

estadio en el desarrollo cultural y en la humanización misma de nuestras sociedades.

La Sociedad de la Información es expresión

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