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Voyager Y Galileo, Sondas Espaciales


Enviado por   •  6 de Octubre de 2013  •  756 Palabras (4 Páginas)  •  336 Visitas

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Voyager

Las sondas espaciales gemelas Voyager 1 y 2 (NASA) fueron la mayor epopeya de exploración espacial jamás realizada. Tras ser lanzadas al espacio en 1977 (desde el Kennedy Space Center, en Cabo Cañaveral, Florida), ambas máquinas no tripuladas viajaron miles de millones de kilómetros, completando un maravilloso e inédito tour por los cuatro planetas gigantes del Sistema Solar.

Fuera de la burbuja solar

Y así llegamos al gran momento. Tras largas mediciones y sesudos análisis, el pasado 12 de septiembre un equipo de científicos de la misión Voyager, encabezados por el Dr. Donald Gurnett (Universidad de Iowa), anunció que la veterana nave de la NASA ya había hecho su entrada triunfal al espacio interestelar. Pero no fue ahora, sino alrededor del 25 de agosto de 2012. Gurnett y su equipo se basaron, esencialmente, en el abrupto aumento de las “olas de plasma interestelar”, que Voyager 1 registró en torno de esa fecha. “Cuando vimos estos datos saltamos literalmente de nuestros asientos, porque nos mostraban que la nave estaba en una región de espacio enteramente nueva, y totalmente diferente de la burbuja solar”, “Voyager 1 cruzó la heliopausa, y llegó a donde ninguna otra nave ha llegado antes, marcando uno de los logros más significativos en la historia de la ciencia, y agregando un nuevo capítulo a los sueños y desafíos científicos de la humanidad”.

Saliendo de la heliósfera

La merma del “viento solar” era un síntoma claro, y esperado, de que Voyager 1 se estaba acercando a la frontera de la heliósfera: la inmensa y sutil esfera de partículas del viento solar, que rodea al Sol, a los planetas (y también, claro, a sus lunas, y a los millones de asteroides y cometas). Esa frontera se llama “heliopausa”, y es la zona del espacio donde el viento solar prácticamente se frena por completo, y se calienta, al chocar contra las corrientes de plasma interestelar (gas ionizado), que provienen del viento estelar de otros soles, e incluso de estrellas que ya se han apagado. De algún modo, la “heliopausa” es uno de los límites posibles del gran imperio solar. Pero no el único, como veremos hacia el final.

Ahora, Voyager 1 está a 18.750 millones de kilómetros de la Tierra. Unas 125 veces la distancia que nos separa del Sol.

“Enana roja”, que de tan modesta apenas lleva un nombre de catálogo: AC+79 3888. Y luego, probablemente, quede orbitando en el centro de la Vía Láctea, perdida como una botella flotando en el mar. Una botella que lleva un mensaje: un disco de oro, donde hay grabados sonidos e imágenes de la Tierra y de la vida. Y así, quizá, como soñaba el inolvidable Carl Sagan, alguna remotísima vez, en un remotísimo lugar, alguien sepa de nosotros.

Galileo

La

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