ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA FORMACIÓN TÉCNICO PROFESIONAL

ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA FORMACIÓN

TÉCNICO PROFESIONAL

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Desde las más remotas épocas el ser humano tuvo siempre la preocupación

de aprender a hacer sus propios instrumentos y bienes que le permitieran

sobrevivir. En la antigüedad, la vida laboral del hijo era usualmente la misma que la

del padre, aprendía los elementos del trabajo con él y con otros miembros de la

comunidad, valiéndose de métodos intuitivos que comprendían la observación,

la imitación y la iniciativa personal.

En la Edad Media, aparece el maestro enseñando determinado oficio a sus

aprendices, dando origen a las corporaciones en las que quien se proponía

aprender un oficio tenía que escalar, a través de su aprendizaje, los pasos de

aprendiz, compañero y maestro.

En esa época predominaba la enseñanza como un método de transmisión de

padre a hijo, o del tipo de maestro aprendiz, en forma sistemática, basada

principalmente en la observación y la imitación. Tal situación era adecuada para

una sociedad en la que las instituciones religiosas, políticas, culturales y sociales

tenían como distintivos, la estabilidad.

A partir del siglo XVI se inicia una tendencia renovadora en la que el signo

“estabilidad” se convierte en uno nuevo: “modificación”. Esta tendencia cobrará

mayor impulso en los siglos XVII y XVIII, alcanzando su culminación en los siglos

XIX y XX.

La Revolución Industrial determinó nuevos alcances conceptuales en torno a las

palabras: industria, oficio y comercio. De este modo ocurrió que la modificación y

no la permanencia se convirtió en el símbolo de cualquier institución que quisiera

sobrevivir. Por consiguiente, la Revolución Industrial trajo consigo grandes cambios

en las relaciones entre hombres y mujeres y su trabajo. Las máquinas dieron otro

sentido al trabajo humano, pues, lo que antes era requerido en términos de fuerza

física pasó a ser exigencia de calificación manipulativa y ésta, a su vez, comenzó

a exigir los conocimientos del “cómo” y del “por qué”. Así el aprendizaje de un

oficio empezó a requerir mucho más que la simple observación, imitación o

iniciativa personal podían proporcionar.

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FORMACION METODOLOGICA

Con la implantación del sistema fabril y con la modificación de los procesos,

exigidos por la Revolución Industrial,

se observa evidentemente que el hijo ya no

haría necesariamente el mismo oficio que el

padre. El avance tecnológico y científico ya

no permitía ni al padre ni al maestro

transmitir esos conocimientos al

aprendiz. Las funciones de enseñanza,

anteriormente ejercidas por el padre y el

maestro, pasaron a cargo de las fábricas,

donde los aprendices recibían

entrenamiento elemental para máquinas

todavía simples, a partir del siglo XIX.

A medidas que las maquinarias fueron evolucionando se sintió la necesidad de

personas cada vez mejor calificadas, no sólo para manejar las máquinas, sino

también para mantenerlas y complementarlas, en fin, de hombres y mujeres que

conocieron realmente profesiones y oficios. Este entrenamiento ya no podían

brindarlo las fábricas, por lo que tuvieron que surgir escuelas especializadas en

la formación de la mano de obra requerida.

Se iniciaba así el Sistema de Formación Profesional a través de cursos

organizados por escuelas fundadas y financiadas con este fin. En los inicios del

siglo XIX empiezan a surgir los liceos de artes y oficios, encargados de enseñar,

en forma sistemática y ordenada,

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