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Agua Como Elemento Vital

reivin18 de Junio de 2013

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EL AGUA COMO ELEMENTO VITAL EN EL DESARROLLO DEL HOMBRE

La relación del hombre con el agua en las diferentes sociedades, con variados procesos de desarrollo socioeconómico, ha dictado las formas de percibir el agua como don de la naturaleza, como un recurso natural casi no renovable.

El desarrollo de los pueblos ha estado estrechamente vinculado con el agua, ya que éste es un factor importante en la selección de sitios para ubicar plantas industriales de todo tipo y en el desarrollo de los centros urbanos y agropecuarios.

El agua es el componente más abundante e importante de nuestro planeta; el hecho de que todos lo seres vivos dependan de la existencia del agua nos da una pauta para percibir su importancia vital. El agua promueve o desincentiva el crecimiento económico y el desarrollo social de una región. También afecta los patrones de vida y cultura regionales, por lo que se la reconoce como un agente preponderante en el desarrollo de las comunidades. En este sentido, es un factor indispensable en el proceso de desarrollo regional o nacional.

El crecimiento demográfico y económico, la ausencia histórica de criterios de conservación y aprovechamiento sustentable de los recursos naturales, el crecimiento de los regímenes de demanda de agua en el ámbito regional y la contaminación del líquido han ocasionado en varios casos su escasez. Esto conduce a una competencia por el recurso, que se agudiza en años de sequías, desemboca en conflictos que afectan a las comunidades en su desarrollo actual e impactan negativamente en su viabilidad futura. Así, el control, el aprovechamiento racional y la preservación del agua en los niveles nacional, regional y local son estratégicos para el desarrollo del país y la protección de la vida digna de los seres humanos.

La mayor parte de la superficie de la Tierra está compuesta de agua, pero sólo un poco más del 2% es agua dulce y en su mayor parte se encuentra en los polos, en estado de hielo, o en depósitos subterráneos muy profundos. Las aguas dulces existentes en la superficie del planeta que el hombre puede usar de forma económicamente viable y sin generar grandes impactos negativos en el ambiente corresponden a menos del 1% del agua total de la Tierra. De este modo, el agua constituye un insumo indispensable para la vida humana pero extremadamente escaso.

A pesar de la escasez, los recursos hídricos disponibles son suficientes para atender las necesidades de todos los seres humanos, pero la distribución de este bien entre las diversas regiones es muy desigual; la demanda de agua es cada vez mayor y su contaminación resulta preocupante.

El aumento del consumo de agua se ha multiplicado por seis en un siglo, mientras que la población ha crecido tres veces. Según datos obrantes en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), actualmente 80 países del mundo sufren debido a la falta de agua. En 25 países de Oriente Medio y del norte de África, la escasez crónica del líquido vital produce luchas y conflictos permanentes. Es probable que la causa principal de los conflictos en el futuro ya no sean el petróleo y la conquista de nuevos territorios, sino el agua dulce.

Los alrededores de Ciudad de México afrontan serios problemas debido a la falta de fuentes de agua, ya que los lagos que cubrían cuatro mil kilómetros cuadrados en esa región se han secado o están contaminados. Esta escasez de fuentes ha conducido a los pobladores a buscar agua en lugares cada vez más distantes, lo que hace que los costos del servicio de abastecimiento sean altísimos. En la China, donde se concentra un quinto de la población mundial y menos de un décimo del agua del planeta Tierra, ya se han secado 35% de los pozos artesianos.

Según las previsiones de más de 500 técnicos de 60 países que participaron en el Congreso del Agua realizado en Estocolmo en 1993, durante los próximos cincuenta años las corrientes subterráneas que suministran agua potable a los países de la Unión Europea (UE) estarán altamente contaminadas por los pesticidas usados en la agricultura, los productos químicos empleados por las industrias y las filtraciones procedentes de los vertederos de desechos. La agricultura es la actividad que más agua demanda. Pero según datos de la UNESCO, menos del 20% de este total llega a la planta; el resto es un inmenso desperdicio que, además, transporta residuos con sustancias tóxicas que inevitablemente van a parar a los ríos. Las necesidades de agua para la actividad pecuaria varían según la especie y el ambiente donde se desarrolle esta actividad.

La industria es otra gran consumidora de agua. El problema es que, al devolver a la naturaleza los residuos de la actividad industrial, se degradan más las fuentes hídricas.

Los gobiernos locales pierden aproximadamente 10% del agua que utilizan. La contaminación causada por los desagües constituye hoy la principal causa de las malas condiciones en que muchos ríos se encuentran y es, además, la fuente de transmisión de enfermedades como el dengue, el cólera y la diarrea. Estos males, conocidos como enfermedades de origen hídrico, son responsables de más del 65% de los internamientos hospitalarios en los países en desarrollo y de aproximadamente el 80% de los internamientos y 30% de las muertes de niños menores de un año.

La tercera parte de toda la escorrentía continental procede de Asia. Sin embargo, si en vez de la escorrentía absoluta se considera el caudal específico, se aprecia que América del Sur tiene una mayor riqueza de recursos hídricos que otros continentes. Estas cifras globales, que se obtienen sumando los datos procedentes de amplias zonas, entre las cuales hay regiones muy húmedas y desiertos, pueden resultar engañosas.

La tendencia en la evolución de los recursos hídricos per cápita entre 1960 y 2000 refleja el crecimiento demográfico. Asia y África se hallan en una situación próxima a la escasez. En cambio, la situación en Europa es bastante estable, mientras que África sólo posee actualmente la tercera parte del agua de la que disponía en 1960. En los principales países asiáticos, el agua disponible por persona es prácticamente la correspondiente a un indicador biológico significativo. En algunos países el agua disponible procede de su propio territorio, mientras que en otros depende fuertemente del caudal de ríos fronterizos. La lista es incompleta, pues existen otros países en los que la disponibilidad de agua per cápita es muy reducida. Además, en algunos países donde la media es elevada, existen regiones con un escasa disponibilidad. La crisis del agua no afecta al mismo tiempo al conjunto del planeta, sino que se está extendiendo gradualmente por las regiones áridas y con alta densidad de población. El gran volumen de agua está contenido en los mares, en los casquetes de hielo y en los glaciares de la Antártida y de Groenlandia, así como en las profundidades subterráneas, y no es accesible para utilizarla en la agricultura.

El agua dulce destinada al consumo humano y a la agricultura básicamente procede de las precipitaciones que recibe la tierra. Sin embargo, la cantidad de agua que se precipita desde la atmósfera no puede ser mayor que la que se evapora en la superficie de la tierra y el agua, incluido el mar. El agua se recicla constantemente como consecuencia de la evaporación producida por la energía solar, y las lluvias y el caudal de los ríos dependen del ciclo anual de las estaciones.

Se estima que el caudal del agua realmente accesible para uso humano es de 9.000 km3, a los que hay que añadir 500 km3 de escorrentía regulada por los embalses existentes, lo cual supone una escorrentía anual de 12.500 km3.

El caudal exacto de agua que debe permanecer en los ríos varía en función de la época del año y de muchos otros factores específicos de cada una de las cuencas fluviales. A reserva de que se comprenda mejor el complejo funcionamiento ecológico de los ríos, esas necesidades se estiman en 2.350 km3.

Como el agua y la población están distribuidas de forma desigual, algunos países y regiones se encuentran ya en una situación crítica. Zonas cada vez más extensas de todo el mundo están sufriendo las consecuencias de la escasez de agua dulce y está aumentando la competencia entre los usuarios.

Desde hace mucho tiempo, la mayor parte del agua consumida por el hombre se destina a la agricultura, que actualmente absorbe alrededor del 70% del agua extraída en el mundo. El 30% restante se destina a usos domésticos, municipales e industriales. El clima y la economía influyen en la utilización del agua que se extrae de los cursos naturales. Por ejemplo, los países industriales de las regiones húmedas y templadas dedican a la agricultura una proporción menor de agua que los países en desarrollo en los trópicos áridos.

Del 30 al 40% de los alimentos producidos en el mundo procede de una superficie de regadío que tiene una extensión de 250 millones de hectáreas. En muchos países, especialmente en Europa, la mayoría de la población disfruta de un adecuado suministro de agua dulce limpia. Sin embargo, los recursos hídricos, fundamentalmente las aguas superficiales, se hallan amenazados por muchas actividades humanas, y en varias partes del continente, la salud, el bienestar y el desarrollo económico se ven restringidos por la falta de suficiente agua de buena calidad.

Durante siglos se han utilizado las aguas superficiales para beber, regar, evacuar las aguas residuales, pescar, generar energía y para el transporte. Sin embargo, en los últimos años, el aumento de la población y la industrialización, la intensificación de la agricultura, la canalización y la construcción de embalses y el crecimiento del uso recreativo

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