Amarse Con Los Ojos Abiertos Libro
d0an728 de Enero de 2013
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PRÓLOGO
Escribir sobre terapia de parejas es un desafío que muy pocos han enfrentado con éxito. Jorge Bucay y
Silvia Salinas muestran a lo largo de este libro no solo que conocen el tema, sino que además tienen la
experiencia y la capacidad de ayudar efectivamente a las parejas en crisis -que quieren resolver su situación- a
que lo puedan hacer desde un verdadero darse cuenta.
Conozco muy bien el trabajo de Silvia Salinas, por haber tenido la oportunidad de supervisar varias de sus
primeras terapias de parejas. Sé de la seriedad con que trabajaba y de los éxitos obtenidos. Parejas
extremadamente difíciles lograron en su presencia y con su ayuda lo que parecía casi imposible.
Con Jorge he trabajado en talleres didácticos y terapéuticos. Y tengo profunda valoración por los aportes que
sus libros anteriores han representado para la difusión de la Gestalt en la Argentina.
Favorecer un verdadero encuentro entre dos que inicialmente se encontraron y se amaron y que empiezan
a distanciarse porque no son capaces de soportar y menos de superar sus propias limitaciones, requiere algo
más que una técnica; es un verdadero arte de escuchar en el aquí y ahora. La manera que Jorge y Silvia
encuentran para abordar este tema tan complejo es simplemente genial. El contrapunto entre la vida de
Roberto y los mail de Laura, que constituye la trama básica de la novela, logra que los autores expresen de un
modo sumamente original y fácil de captar aspectos esenciales de su propuesta para parejas.
La computadora, a veces como un personaje que aporta suspenso y tensión, otras veces como un recurso
que se expande modificando el desarrollo mismo de la acción, es un verdadero hallazgo. A cada paso, lo
entretenido del libro da lugar a la reflexión, y los temas -el contacto, el estar enamorado, los acuerdos, las
peleas, la sexualidad, la identidad, los malos entendidos- urden un tejido inesperado en el que la ficción
—Tan parecida a la realidad- pone eficazmente en escena la teoría.
3
Uno de los aspectos esenciales de empezar a ver al otro tan alejado de nuestro ideal y distante de lo que fue
nuestra imagen inicial, es nuestra propia incapacidad de aceptar en nosotros algo de aquello que criticamos.
En el corto tiempo del enamoramiento no logramos aceptar ni reconocer ese aspecto en nosotros. Me refiero al
aspecto o rasgo de carácter que negamos aun en su más mínima expresión, y que nos ha permitido extrapolar
en sentido opuesto.
El “Yo Idealizado” -de acuerdo con Peris, Horney, etc.- lo hemos construido especialmente negándonos o
no dejando surgir en nosotros aspectos rechazados. La energía que gastamos en mantener una “auto imagen
idealizada libre de esos ‘defectos’ que el otro exhibe abiertamente, es muy grande. Esta es la maravilla del
enamoramiento: dejamos de pelear con nosotros mismos por un tiempo. Todo aquello que rechazábamos y no
queríamos admitir está en un contexto diferente y no solo es aceptable sino querible. Muchas veces lo
admiramos, incluso, y desde ahí podría empezar el proceso de dejar crecer ese aspecto en uno mismo.
Cuando este camino se bloquea, la admiración se transforma en envidia y ese es un tema básico para explorar
en una pareja.
En este libro, nada esencial referente al tema que nos interesa ha quedado afuera, todo ha sido aunque
más no sea mencionado y para ser llevado a una reflexión mayor.
Tengo conciencia de que mi propio enfoque de lo que es una terapia de parejas no podría haber sido mejor
asimilado, transmitido, completado y corregido, como en este libro. Y eso me hace tener una deuda con los
autores, porque es un tema muy querido para mí. Yo no me di el trabajo de corregir viejos apuntes sobre la
experiencia de Laboratorios de pareja que fueron absolutamente reveladores para los participantes y para
nosotros, los que nos esforzábamos en encontrar el modo de poner en evidencia lo obvio y descubrir lo
dinámico de un proceso tan central en nuestras vidas.
Lo mejor de este libro es que deja y abre las posibilidades de dialogar sobre el tema. Nada es dicho de un
modo trascendental y docto, todo lo expuesto se puede volver a pensar y cuestionar.
El espejo, como muy bien se muestra en este libro, nos devuelve una imagen querible y verdadera de
nosotros. No perfecta, verdadera. Es en el amor donde trascendemos nuestro ego. Cuando empiezan las
críticas y las descalificaciones y empezamos a cultivar el desamor, el espejo nos muestra lo peor de nosotros,
justamente aquello con lo que nos peleamos y por lo que nos odiamos a nosotros mismos y al espejo. El
verdadero que algún día fuimos aparece como una fantasía o un delirio, pero nunca estuvimos tan cerca de la
verdad que entonces. Tal vez eso haga perdurar lo que produjimos en ese tiempo: hijos, obras, empresas.
Es cierto que todo eso ocurre cuando se transciende el enamoramiento y llega el amor... Como dice Laura
en este libro, el amor se construye entre dos y basta uno que juegue en contra para que lo conseguido se
destruya.
La presente obra tiene el inmenso valor de incluir todas las posturas, las dudas, las críticas. Mi único temor
es que se lea demasiado rápido, ya que tiene la virtud de atraparnos desde el primer capítulo, incluso a los que
no navegamos en Internet y apenas usamos las computadoras para escribir.
En algún momento me han comentado que existe un software para Depresión. Eso me hizo pensar que a
raíz de este libro alguien pudiera inventar un software para Crisis de parejas. Podría suceder. Pero lo que
jamás podrán inventar es el efecto perdurable y mágico de la escucha desprejuiciada y amorosa de terapeutas
que creen en las parejas, que saben que en una relación elegida y adulta hay una posibilidad ilimitada de
crecimiento.
Jorge Bucay y Silvia Salinas saben eso, y han tenido la increíble creatividad y capacidad para mostrarlo de
un modo ameno que lo hace accesible a todo el mundo.
Por último, el desenlace de la historia que guía este libro es como el de toda buena novela: sorprendente y
original.
Adriana Schnake Silva (Nana)
Anchilanen (Chuce), Febrero del 2000
LIBRO PRIMERO
CAPITULO 1
Como de costumbre, encendió su computadora y fue a servirse un café. Detestaba esa tiránica decisión de su
PC, o los ingenieros en sistemas o de la realidad, de hacerlo esperar sin derecho al pataleo.
Cuando escuchó el arpegio de apertura del programa se acercó, movió el cursor sobre el icono que mostraba
pequeño teléfono amarillo y apretó dos veces el botón izquierdo del mouse.
4
Luego volvió a la cocina, esta vez con excusa de espiar en la heladera para confirmar que allí no había nada
tentador, aunque en realidad para evitar que su máquina lo viera ansioso e impotente esperando la apertura de
conexión con Internet.
Roberto tenía con su computadora ese vínculo odioso que compartimos los cibernautas. Como todos, él
sobrevivía con más o menos dificultad -según los días- a esa relación ambivalente que se tiene con aquellos
que amamos cuando nos damos cuenta de que dependemos de sus deseos, de buena voluntad o de alguno de
sus caprichos.
Pero hoy la PC estaba en uno de sus buenos días; había cargado los programas de distribución con velocidad
y ruidos extraños, y lo más agradable, ninguna advertencia rutina" había aparecido en la pantalla:
No se puede encontrar el archivo dxc.frtyg.dll
Desea buscarlo manualmente ¿Sí / No?
La unidad C no existe.
¿Reintentar, Anular o Cancelar?
El programa ha intentado una operación no válida y se apagara.
Cerrar.
Error irreparable en el archivo Ex_ oct. Put.
¿Reintentar o ignorar?
Nada de eso. Hoy era, pues, un día maravilloso.
Entró en su administrador de correo electrónico y tipeó automáticamente su password.
La pantalla tintineó y se abrió la ventana de recepción al programa.
"Hola rofrago, tiene seis (6) mensajes nuevos"
”rofrago” era el nombre de fantasía con el que había conseguido registrarse en el freemail de su servidor.
Hubiera querido ser simplemente roberto@..., pero no, otro Roberto se había registrado antes, también un
Rober... y un Bob... y un Francisco... y Frank... y Francis...
Así que combinó las primeras sílabas de sus nombres y apellido (Roberto Francisco Gómez) y se registró:
rofrago@yahoo.com
Tomó un sorbo de café e hizo clic en la bandeja de entrada. El primer e mail era de su amigo Emilio, de Los
Ángeles.
Lo leyó muy complacido y lo guardó en la carpeta Correspondencia.
El segundo era de un cliente que finalmente encargaba un estudio de marketing para una nueva revista de cine
y teatro.
Le gustó la idea y mandó la carta a la carpeta Trabajo. Los dos siguientes eran publicidad intrusiva. No se sabe
quién quería vender vaya a saber qué a cualquiera que fuera tan idiota como para querer comprarlo..., no se
requería experiencia previa.
¡Cuánto le molestaban esas invasiones no autorizadas a sus espacios privados! Odiaba esos e-mail casi tanto
como odiaba las llamadas impersonales a
...