Analisis Del Libro El Valor De Educar

La educación, a través de la historia, ha sido considerada como el recurso más idóneo y el eje rector de todo desarrollo y renovación social. Mediante el proceso educativo se transmiten los valores fundamentales y la preservación de la identidad cultural y ciudadana; es la base de la formación y preparación de los recursos humanos necesarios. La escuela se convierte así, en el lugar para la adquisición y difusión de los conocimientos relevantes y el medio para la multiplicación de las capacidades productivas.

A través de la recopilación de opiniones de distintos autores y la suya propia, Fernando Savater nos brinda por medio de su libro “El Valor de Educar”, un análisis crítico-constructivo acerca de lo que se entiende por educación y la realidad que gobierna ese campo si se quiere, el más importante en el desarrollo del ser humano y que está presente en todos nosotros de una u otra forma desde que nacemos hasta que dejamos de existir físicamente.

Sabemos o pretendemos todos, saber lo que la educación significa, su importancia para la sociedad y la manera en que ésta debe ser impartida desde nuestro nacimiento hasta el momento en que pensamos que ya no nos apetece ni lograremos aprender nada nuevo. A través de la lectura realizada de “El Valor de Educar” cuyo autor es Fernando Savater, nos damos cuenta de que la educación y el acto de educar que bien se presenta como un placer para quienes cumplen con esa función, no son cosa para nada insignificante, sencilla ni mucho menos menospreciable.

Para aquellos que hemos comenzado nuestro proceso de formación desde el hogar, entendiéndose el hogar como ámbito donde reside la familia y ésta bien constituida cumpliendo su rol de “base fundamental de la sociedad” y que aún seguimos formándonos en niveles superiores, nos es sencillo estar de acuerdo con el planteamiento que hacen algunos autores de los cuales se hace referencia en el libro al mismo tiempo que se nos abren los ojos frente a una realidad que aqueja a la educación como el cáncer mismo que poco a poco marchita nuestras sociedades, desde la más avanzada por así llamarla, hasta aquellas de países bien ó mal llamados tercermundistas.

Si bien la educación del ser humano comienza incluso desde el vientre materno, ésta se comienza a relacionar poco tiempo después del nacimiento cuando somos niños. Sin importar la raza, cultura o ámbito donde nos encontremos, comenzamos ese arduo pero tan necesario proceso de educarnos, en primer lugar utilizando la imitación de aquellos quienes tienen como función el cuidarnos, alimentarnos y atendernos sin importar el que esto suceda por convicción como lo hacen los padres y hermanos ó por obligación como es el caso de quienes trabajan realizando cuidado de niños de pocas edades.

Seguido al proceso antes referido, nos toca aprender por medio de la imposición de conocimientos, valores, ideología, modismos y demás que sin importar que provengan de lo que se clasifica como educación formal e informal, suman un conjunto de información e instrucciones que serán lo que dicte nuestro comportamiento y desenvolvimiento tanto dentro como fuera de nuestra sociedad y la forma de interrelacionarnos con nuestros semejantes.

Ahora es bien sabido que todo lo antes expuesto está basado en una serie de lineamientos y sustentado por ciertos factores de gran importancia como lo son en primer lugar, el que aquellos quienes tienen en sus manos las herramientas y el deber u obligación de educar, deberían ser personas que no solo han recibido la información para luego impartirla, sino que por moral y obligación misma deben conocer el significado de ésta y así evitar llenar al niño, joven y adolescente de información sin sentido alguno que no podrá ser reutilizada en la mayoría de los casos o no cumplirá sino una función de relleno en el vacio del pozo del saber humano. Aunado a esto,

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