Apurimac Al 2021

PRESENTACIÓN

Luego de más de una década de guerra interna y de violencia socio política, que tuvo a Apurímac como uno de sus escenarios más afectados, y que el Partido Comunista Sendero Luminoso fuera derrotado, y producido el Andahuaylaso contra Toledo, que nuevamente enlutó a las familias campesinas y policiales, el cuadro resultante era desolador: destruido en gran medida el tejido social apurimeño y postergadas, una vez más, las posibilidades de mejorar las condiciones de vida, materiales y subjetivas, para la población departamental, principalmente de la mayoría, cuya vulnerabilidad data de tiempos remotos. Sin embargo, la implantación del modelo neoliberal había inaugurado un nuevo ciclo de creciente crecimiento económico a nivel nacional aunque muy desigual, incluso se constataba que el PBI provenía en algo más del 50 % ya no de Lima sino de las provincias del país.

La reconstitución de una renovada base productiva minero-agro exportadora dio lugar a que los mayores beneficios otra vez fuguen del país a la par que los ingresos por canon, sobre canon y regalías vuelven a engrosar las arcas fiscales. Este crecimiento, al parecer luego de la crisis financiera, ha vuelto a ser un indicador que singulariza la macro economía del país en el desconcierto mundial, hizo y hacen posible dar curso a un proceso aún incierto de descentralización del estado, que ha significado una proporción mayor del presupuesto a ser ejecutado por los gobiernos regionales y municipales. Pero para las grandes mayorías provincianas, que oscilan entre la pobreza y la pobreza extrema, la promesa del ”chorreo” permanece como al rosario de promesas republicanas incumplidas. El padre Gutierrez, resumiendo esta, situación ha señalado que el Perú ha sido y sigue siendo un país muy singular, “”aquí, dijo, chorrea para arriba”.

En suma, el PDRC se enfrenta a la continuidad de una sociedad nacional y regional estructurada para reproducir los añejos procesos y mecanismos de exclusión, marginación, empobrecimiento y discriminación, sin elites socio-económicas y políticas, consolidadas y orientadas por una visión compartida, con un movimiento comunero y ciudadano, si bien contestatario y a veces radicalizado, pero con liderazgos y dirigentes dispersos y con orientaciones no convergentes, Todo ello en el marco de un departamento con fracturas estructurales de carácter histórico-cultural desde su creación republicana y sin que exista una visión orientadora nacional, legítima y validada socialmente y culturalmente pertinente.

En ese contexto, el Gobierno Regional de Apurímac abrió la posibilidad de reactualizar el Plan de Desarrollo Concertado. Las actividades y resultados logrados tienen que seguir siendo vistos como varios pasos hacia el aprendizaje y la forja de un proceso complejo de formación de espacios e instrumentos efectivos así como de actores y liderazgos genuinos

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