Argumentos y desiertos en argumentos en educación

Guía de lectura: capitulo º1:

Argumentos y desiertos en argumentos en educación.

a) ¿En qué contexto surge la necesidad de argumentar cada vez más en torno a la educación? ¿Cuál es el principal argumento en torno a la educación?

La educación se ha vuelto un sinónimo de argumentar la educación. Se trata de plantear la cuestión de cómo se deberían elaborar argumentos cada vez más sofisticados, justificaciones precisas para el quehacer educativo, tendencias, utilidades, fundamentos irreprochables, entre otros. Para hacer que la educación sea lo que creamos que es y lo que creemos que debería ser la educación.

Lo que sostiene  Carlos Skliar, es que existe un argumento principal que es el argumento de la utilidad, que "la educación sirva" para algo o alguien. La educación sirve/sirva para transformar un seudo-sujeto irracional en sujeto racional, para que la infancia deje de ser una edad transitoria y de algún modo innecesaria e indeseable en sí misma, para dotar a los individuos de civilización-civilidad y ciudadanía para pasar de un pensamiento ingenuo a un pensamiento abstracción, para una futura hipotética participación de un más que ficcional mundo de trabajo, para producir personas grupos y comunidades cada vez más solitarias, más responsables, para que sus miembros puedan entrar en el mundo de la escritura, para transformarlos en sujetos de derecho y borrar desigualdades sociales, económicas, culturales, lingüística, entre otras.

Skliar lo que dice es que en la educación no intencional no hay un yo que se imponga sobre otro, sino que es responsable sobre el otro, que construya su propia conciencia moral en el vínculo con el otro. En cambio, la educación intencional está centrada en una supuesta finalidad y siempre hay un futuro que procede al presente.

b) ¿Por qué es necesario pensar o volver a pensar los argumentos educativos?

Porque estos argumentos se han ido naturalizando con el correr del tiempo educativo, hasta volverse ideas implícitas e inviolables del por qué y el quehacer educativo. El aburrimiento, el hartazgo, la gravedad y la seriedad, se hacen presentes en toda puesta en escena de los argumentos educativos, no indican sino un límite en la razón educativa o el borde de su precipicio. Lo que se ve en el apartado de Sloterdick es la cuestión de la repetición, de la memoria frágil, olvidadiza, sugiere tres cuestiones: en primer lugar, ese "hasta ahora" de la educación que marca como frontera, como un "ya no es / no puede / no podría ser más así",  revelando este carácter del "ya no más" de un "basta" de esa forma de sentir y pensar la educación, en un segundo lugar, subrayar la idea de "esfuerzo" asociada a la idea de lo "educativo" y por último, esa mención a la falta de dicha en aquello de  tornarse, de hacerse adulto a través de la educación. Se podría pensar que hay algo de la educación que sólo parece poder argumentarse, o quizás sostenerse a partir de la idea del esfuerzo y de la idea de infelicidad.

La educación, hasta ahora, era una especie de campo argumentativo progresivos, porque nos da la sensación, de que ya no se trata de mejorar, de hacer progresar, de reemplazar, calificar y/o pensar nuevos argumentos, otros argumentos en educación. Porque da la sensación de que tenemos que pensar nuestra herencia educativa y sus argumentos pero no para cambiarlos por otros de la misma estirpe ni para transformándolos mirándonos en el mismo espejo.

c) ¿Por qué cree valioso la idea de plantear un desierto argumentativo?

Pretende pensar en un desierto de argumentos educativos, para ver lo que surge, dando lugar a que surja algo nuevo, que no estaba presente, puede estar vinculado con la memoria histórica, con la herencia educativa, con el futuro, con el pasado.

Plantea es pensar la educación desde el plano racional, sin ver qué pasa con temas que no están tan presentes a la hora de analizar la acción educativa.  Con la idea de desierto   se quiere decir por lo menos 2 cosas: en primer lugar, dar la imagen de una completa aridez, de un espacio desnudo y seco, de algo que es / ésta / y fue arrasado, de algo donde nada es capaz de crecer. En segundo lugar, crear la sensación de qué, si bien es posible caer en la tentación de argumentar más, de lo que se trata no es de pensar que nos faltan argumentos, de lo que se trata no es de pensar que hay una suerte de ausencia o pérdida de argumentación en educación, sino más bien de qué podríamos pensar lo contrario que ha habido y hay un desierto de argumentos, y que esa condición puede ser puede transformarse en una invitación a poblar, a habitar ese desierto, es decir, la idea de la figura del desierto, plantea un espacio desnudo, no habitado que invita a habitar.

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