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Arte costarricense


Enviado por   •  23 de Marzo de 2013  •  1.831 Palabras (8 Páginas)  •  461 Visitas

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arte costarricense. Tanto la ilustración de Manuel de la Cruz González, portada del número 101

de la Revista de Filosofía de la Universidad de Costa Rica, como la que presentamos ahora, de Lola

Femández, forman parte de la historia del arte costarricense del siglo XX como figuras generadoras de

una de las más complejas discusiones generadas en el medio cultural artístico de nuestro país.

El vistazo que en el número pasado dimos a las principales propuestas no figurativas del arte europeo

nos había generado más dudas y cuestiones que calmas intelectuales. Recordemos que hay gran

controversia e incoherencia entre las diferentes definiciones que se daban al adjetivo 'abstracto' con el

que se califica al arte no figurativo. Hay diferencias inconciliables en los objetivos de quienes experimentan

con las formas no figurativas del arte. Mientras el poeta y crítico de arte Guillaume Apollinaire,

por ejemplo, afirma la intención de abstracción en los artistas cubistas, el pintor Georges Braque niega

que su proceso creativo se encamine a ésta. ¿No será que se están entendiendo cosas muy distintas,

en un caso y en otro, por abstracción? Pero las diferencias son aun más evidentes entre casos como el

de Piet Mondrian y Wassily Kandinsky. Mientras el primero entiende por "abstracto" un tipo de racionalidad

geométrica, el segunda asocia el mismo adjetivo a sus intereses místicos y expresionistas. Y así

podríamos seguir ampliando ejemplos para hacer ver lo complejo de la tarea que supone pensar el problema

de la abstracción en el arte, lo complejo del enfrentamiento del esteta, el teórico y el historiador

del arte con el arte abstracto.

La estética no cesa de producir juicios, definiciones y categorizaciones, taxonomías, acerca del arte.

Sin embargo, este fervor científico ronda los límites con lo arbitrario, siendo la mayoría de los casos

de irrespeto de dichos límites, aun cuando se les afirma como necesarios a toda teoria. En otras palabras,

la paradoja de quien habla del arte de saberse ignorante de una definición sólida de aquello de

lo que habla toma matices dramáticos en el caso del arte abstracto. Y si esto es así entre "los entendidos"

en la materia, es de esperarse que entre los espectadores comunes, entre los consumidores de arte

que no son teóricos ni críticos, las cosas no mejoren.

En tan embrollado panorama es que, en el medio plástico nacional, aparece la polémica del arte

abstracto en nuestra tradición artística plástica. La introducción a nuestro país de los medios pictóricos

de la abstracción se da en el lapso de tiempo que va de 1958 a 1971, siendo la primera de las anteriores

fechas el momento de entrada y desarrollo inicial de los artistas Lola Fernández, Felo García

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y Manuel de la Cruz González, en la escena artística nacional. Es en 1958 cuando estos artistas montan,

individualmente, exposiciones de sus trabajos en el Museo Nacional. Se trata, entonces, de un proceso,

el de la gestación del arte abstracto en Costa Rica, sumamente personalizado. La gestación del arte

abstracto costarricense se sustenta en experiencias personales y biográficas de estos pintores, por

ejemplo, en los viajes y experiencias con las que se enfrentaron en sus estancias en el extranjero. El arte

abstracto parece iniciarse y desarrollarse en Costa Rica desde dos principales perspectivas, el abstraccionismo

geométrico y el expresionismo abstracto. En el caso de Lola Fernández la simplificación

y estructuración de la forma, que abarca la estilización de las figuras, el entrelazado de planos pictóricos,

la formación de secuencias rítmicas y de formas geométricas irregulares (Serie Oriente, 1962), todo

de corte muy oriental formada en los Estados Unidos principalmente, es inspirada por el expresionismo

abstracto norteamericano. Su particularidad recae en la utilización del color oscilante entre "armonías

ásperas y vivaces matices". Mientras tanto Felo García, quien por su parte se formó en Inglaterra,

optaba por la pintura matérica que busca lograr una superficie textual izada con arenas y aserrín, un

minucioso estudio cromático, composiciones a partir de enrejados de líneas que con aparente azar forman

figuras geométricas irregulares (Composición Espacial, 1957; Festival Rojo, 1957-58) y la posibilidad

de unión de condiciones racionales y normativas con un subjetivismo implícito en la expresividad

de las texturas. Esta especie de tensión necesaria entre lo gestual y lo racional, que marca el arte de Felo

García, reaparece en Manuel de la Cruz González a quien se le considera el más experimental de los

tres. El trabajo de este artista se concentra en la búsqueda del ritmo y del movimiento, a partir de recurrencias

y repeticiones esperadas, producidas por elementos acentuados, y la contraposición de figuras

planas de forma geométrica regular. Aquí la relación con la realidad visible "objetiva" es prácticamente

inexistente. Algo que este pintor aprendió en su estancia en Maracaibo, Venezuela, donde el abstraecionismo

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