Best Sellers

En lo que lleva del año 2014 se han dado a conocer 9 best sellers. Aquí en el pizarrón les damos las reseñas de estos.

Tranvía a la Malvarrosa, de Manuel Vicent (20 de mayo de 2014)

La mejor novela de Manuel Vicent. A Vicent, como la horchata, es mejor consumirlo pausadamente, en dosis homeopáticas para evitar el empacho. Metáforas luminosas, descripciones carnívoras, atmósferas, olores y sabores.

Tranvía a la Malvarrosa es una novela para encender los sentidos y avivar la nostalgia. El autor vuelve a la Valencia de los cincuenta, a ese tiempo muerto entre dos mundos –el del beato primer franquismo y el de la modernidad a medias tolerada de después– y que coincide con el despertar sensual e intelectual del protagonista, obvio trasunto de Vicent.

En la inconstante primavera adolescente de Manuel lo dionisíaco vence a lo apolíneo, o más bien ambos retozan en la incoherencia propia de quien despierta a la vida. Prostitutas pechugonas, sabias y maternales, huertanos anhelantes de deseo y escolares que sueñan con que la arena caliente de la playa borre los capítulos del plúmbeo manual de Civil.

En una Valencia rural, clasista, católica y canalla, un joven persigue a una señorita de ojos verdes que le esquiva una y otra vez, dolorosamente. Y mientras la busca con la memoria en los tranvías que van, dónde si no, hacia la playa de la Malvarrosa, el chico –un guapo que va perdiendo la fe en Dios y ganándola en los hombres– cumple con los esperados ritos iniciáticos.

Eso tan sencillo, tan ahistórico, es Tranvía la Malvarrosa. Boleros azucarados y cementerios con aroma a madreselva. Si no habéis leído nunca a Vicent o hace ya veinte años que no lo hacéis, el trayecto a su Mediterráneo pasa por subirse a la jardinera de este perfumado vagón.

Agua dura, de Sergi Bellver (15 de mayo de 2014)

El esqueleto de Agua dura está compuesto por doce relatos de diferente extensión (los más largos al comienzo y al final; los más cortos en medio, creando un sándwich escrupuloso), en los que las relaciones humanas—turbadoras o enturbiadas— se alternan con la denuncia ética y social, los fantasmas interiores o las rivalidades puras, sin aristas, que alcanzan cotas de delirio irracional.

Como nos contó hace unos meses el propio Bellver, durante bastante tiempo el libro, entonces todavía inédito, se llegó a titular Los días anfibios. Hubiera sido un gran acierto, un gran título, casi más que el que finalmente adoptó, por lo que tenía de metáfora de un mundo sumergido que solo aflora para coger aire agónicamente. Pero el autor tendrá sus razones, más legítimas y ni qué decir que seguro que más acertadas que las mías.

Los cuentos de Agua dura son estremecedores. Destilan un pesimismo sucio, desolador, como si se trataran de relatos milenaristas a los que se ha extirpado de raíz cualquier esperanza de acabar bien, aunque fuera en otra vida. Son cuentos en los que las cuitas entre hermanos, las localizaciones geográficas extremas, casi oníricas, provocan en el lector la incómoda certeza de que las concesiones a la ternura serán escasas.

Cásate conmigo, de Dan Rhodes (6 de mayo de 2014)

Los cuentos de Dan Rhodes siempre o casi siempre empiezan por un "cuando le pedí a mi novia que se casara conmigo…", "el día que mi novia me dijo que me abandonaba…" o "mi novia, muy enferma, me imploró que…". Acabar, acaban también casi siempre en una ironía feroz, en un sarcasmo prodigioso que lleva a evocar con algo de envidia lo bien que a los escritores ingleses se les da el desacralizar los asuntos importantes de la vida.

Cásate Conmigo reúne varias de estas piezas, relatos brevísimos sobre el interminable asunto de las relaciones de pareja cuando sobrevienen las situaciones delicadas: las bodas, los divorcios, las rupturas, las infidelidades o la muerte. Microcuentos que hacen sonreír con una mueca por lo frívolo, lo grotesco o lo tremendamente descorazonador (pese al humor aparentemente superficial) de cada situación.

La Gran Guerra: grandeza y dolor en las trincheras, por Miguel Rey y Carlos Canales (2 de mayo de 2014)

El libro de Canales y Del Rey no dice nada que no se hubiera dicho ya sobre las causas, el desarrollo o el fin de la contienda. No aporta documentación inédita que ilumine regiones todavía oscuras ni aventura argumentos osados, de esos que con frecuencia acaban por ser controvertidos. Se trata, para bien y para mal, de una obra solo dedivulgación histórica: profusa en datos, nombres y fechas, con especial fijación por la historia bélica, pero perfectamente legible, entretenida y bien escrita.

Además, la obra se apoya en trabajos de reconocidos especialistas (la bibliografía que se ofrece al final es mínima, pero selecta y muy útil para los neófitos) sin caer por ello en el obligado 'vicio' de las demasiadas notas al pie y las extensas digresiones de las monografías académicas. Como otro de los libros de la misma colección y los mismos autores que ya reseñamos en este blog, la propuesta de EDAF viene acompañada de anécdotas, gráficos, desplegables y fotografías.

El sindicato de policía Yiddish, de Michael Chambon (29 de abril)

El trabajo de un escritor es, fundamentalmente, crear mundos, construirlos y ponerlos en la mente de sus lectores a través de sus palabras. Si damos por cierto esto, que al menos yo lo creo, Michael Chambon es un auténtico genio. No tengo más criterio para sustentar semejante afirmación que el que me da haberme leído una sola novela suya: El sindicato de policía yiddish.

Esta novela me llamaba desde hacía tiempo, había leído sobre ella y la tenía en la estantería fascinándome en la distancia (espléndida portada, por cierto), pero por diversas circunstancias no me acaba de poner con ella. Cuando lo he hecho, he disfrutado de lo lindo con esta novela poderosa, que abre en sus páginas un mundo nuevo, reconocible y extraño.

Chabon nos coloca en una Alaska inexistente, en la del distrito de Stika que, tras la Segunda Guerra Mundial y la victoria árabe en la guerra del 48, se designó como hogar transitorio de los judíos. En ese recóndito y frío lugar han vivido y prosperado durante décadas hasta ahora, que su acuerdo para ocupar ese territorio parece expirar. El autor sabe crear un mundo muy extraño (muy judío) pero muy verosímil: lleno de tristeza, de frío, de identidad... Nos pasea por sus calles, sus barrios, sus comisarías, sus hoteles... Nos envuelve con su manto y crea un mundo que se nos antoja, en sus páginas, tan real como

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