Breve Ensayo Paulo Freire
jhers_054 de Junio de 2015
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Breve ensayo sobre cuatro puntos del segundo capítulo del libro titulado "Pedagogía de la
autonomía, de Paulo Freire.[1]
"Saber que enseñar no es transferir conocimiento, sino crear las posibilidades para su propia
producción o construcción", es la esencia del planteamiento de Paulo Freire en este capítulo, en
oposición a la memorización mecánica y a un papel distante del profesor frente a sus alumnos.
No obstante, el autor enfatiza la importancia de llevar a la práctica cotidianamente este principio,
pues su simple conocimiento o repetición no son suficientes para que se cumpla. En este sentido,
Paulo Freire señala varios puntos que guían la práctica de este principio, y aquí se incluyen
aquellos que considero más importantes:
Enseñar exige conciencia del inacabamiento.
En verdad, el inacabamiento del ser o su inconclusión es propio de la experiencia vital.
Donde hay vida, hay inacabamiento.
El proceso de aprendizaje inicia aquí. Aceptar genuinamente que desconocemos un dato
específico, o toda un área de conocimiento, es el principio que nos impulsa a buscar aquello que
complete nuestra tarea y, en última instancia, que nos ayude a completarnos en el sentido que
nosotros deseemos:
Me gusta ser hombre, ser persona, porque sé que mi paso por el mundo no es algo
predeterminado, preestablecido. Que mi "destino" no es un dato sino algo que necesita ser
hecho y de cuya responsabilidad no puedo escapar.
Enseñar exige el reconocimiento de ser condicionado.
En un principio, tomar conciencia de todo aquello que se ignora puede generar diversas
reacciones incómodas en la persona que se atreve a verse desnuda de pretensiones, a lo que el
autor responde así: "Me gusta ser persona porque, inacabado, sé que soy un ser condicionado
pero, consciente del inacabamiento, sé que puedo superarlo (...) En lugar de extraña, la
conscientización es natural al ser que, inacabado, se sabe inacabado".
De esta manera, el inacabamiento (o el desconocimiento) es la llave que conduce al acto de tomar
conciencia; primero, de aquello que nos falta o aquello que necesitamos, luego de los medios para
conseguirlo pero, más importante que lo anterior, nos ayuda a tomar conciencia de que somos
proceso, impulsado en vez de frenado, por aquello de lo que tenemos conciencia que todavía hay
por conocer.
Enseñar exige alegría y esperanza.
A la profundidad de todo lo señalado hasta ahora, Paulo Freire añade la alegría como un elemento
importante que facilita el ambiente del aprendizaje (tanto de alumnos como del profesor):
Hay una relación entre la alegría necesaria para la actividad educativa y la esperanza. La
esperanza de que profesor y alumnos podemos juntos aprender, enseñar, inquietarnos,
producir y juntos igualmente resistir a los obstáculos que se oponen a nuestra alegría. En
verdad, desde el punto de vista de la naturaleza humana, la esperanza no es algo que se
yuxtaponga a ella. La esperanza forma parte de la naturaleza humana.
Esta esperanza se basa en la certeza de que el futuro personal no está determinado. Cada
hombre y mujer que, conciente de su inacabamiento, toma un papel activo en su construcción,
tiene al mismo tiempo su futuro en sus manos, y es ahí donde vive y crece la esperanza de que
podemos hacer del mundo un lugar mejor.
Enseñar exige curiosidad.
Paulo Freire sostiene que la curiosidad es la piedra fundamental del ser humano. Aquella que
general en el ser humano el movimiento hacia el conocimiento de los objetos fuera de el y a su
conocimiento de sí mismo.
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