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COMO PERDER UNA ELECCION

JorgeGod61Ensayo31 de Mayo de 2017

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COMO PERDER UNA ELECCION

Reflexiones sobre el proceso electoral del estado de México de 1999.

CUANDO EL ENEMIGO AVANZA, NOS RETIRAMOS

CUANDO EL ENEMIGO PARA Y ACAMPA, LO MOLESTAMOS

CUANDO EL ENEMIGO TRATA DE EVITAR EL COMBATE, LO ATACAMOS

CUANDO EL ENEMIGO SE BATE EN RETIRADA, LO PERSEGUIMOS

El Arte de la Guerra.

PRESENTACION

Higinio Martínez Miranda candidato del PRD-PT al gobierno del Estado de México en las elecciones de 1999 contó, en algunos momentos de la campaña, con el 31% de las intenciones de voto de los electores de la entidad. Por su parte el PRD venia de la elección más exitosa de que se tenga memoria en la que había conquistado15 de 34 diputados federales de la entidad, una senaduría y un porcentaje de votación estatal del 34% con estos antecedentes muchos, incorrectamente, consideraron como de mero tramite el triunfo del PRD en la entidad más poblada y económicamente más importante del país.

Sin embargo al término de la jornada electoral el PRD solo alcanza el 21% de la votación, obteniendo el tercer lugar de votación, escenificando una de las más graves caídas electorales de los últimos tiempos.

¿Que paso en esta campaña? ¿Qué cuestiones motivaron estos desastrosos resultados?

Estas y otras son preguntas aún no han sido debidamente respondidas.

La autocrítica no ha sido la mejor virtud de las dirigencias partidarias y sin rubor alguno los errores estratégicos y tácticos cometidos por la misma, por el comité de campaña y el propio candidato, no merecieron un análisis serio y tampoco ocasionaron la renuncia de un miembro de la directiva estatal, a pesar de que llegaron a decir “el PRI no gano la elección sino la perdió el PRD”.

Si bien el asunto de las renuncias no es el más significativo, nos deja ver que ante la dirección estatal las fallas, fueron vistas como problemas sin solución. Las respuestas facilistas o reduccionistas a una problemática tan compleja en la que se desenvolvió la campaña por la gubernatura, nos permite comprender, igualmente, que la derrota electoral fue producto de la falta de atención a todos y cada uno de los aspectos y momentos de la campaña.

Achacar siempre a factores externos como el fraude, el voto clientelar, la presión sobre funcionarios de casilla, la compra del voto, las campañas de intimidación y otros realizados por parte del PRI y al derroche de recursos publicitarios por parte del PAN, solo evidencian un partido sin iniciativa para evitar, confrontar o neutralizar todos estos elementos.

Toda lucha política es, como ya lo han dicho muchos, una guerra, y el mejor armado y con capacidad para responder en cualquier circunstancia es el que gana.

La esencia de toda conducción política radica en el aprovechamiento de las coyunturas para el acrecentamiento del nivel de influencia social y electoral de la organización.

El presente trabajo pretende avanzar que no terminar, en el análisis serio y profundo de las causas de la derrota de 1999, contribuyendo a la definición oportuna de estrategias que nos permitan trabajar concienzudamente para ganar la gubernatura en el 2005.

Sabedores que la historia nos construye si sabemos utilizar todos los tabiques.

EL PROCESO DE ELECCIÓN INTERNA

La estación apropiada para atacar es menos importante que las

ventajas ofrecidas por el terreno y a su vez, estas cuentan menos que la

armonía de las relaciones humanas de las tropas y de estas con sus jefes.

Aquel cuyas tropas estén unidas en torno a un objetivo común, será el vencedor.

El Arte de la Guerra

Determinar quien será la persona capaz de abanderar al partido en una contienda electoral es un proceso difícil y lleno de tantos embrollos que muchas veces se piensa que es más fácil ganar el proceso oficial que el interno, sin embargo ganarlo internamente nos puede catapultar con fuerza para ganar el oficial. Todo depende de la forma en que logremos el triunfo interno.

Los partidos pequeños tienen grandes ventajas sobre los grandes para decidir las candidaturas. En ellos la cantidad de cuadros capaz de asumirse como candidato es mucho menor, la polarización de posiciones no llega a los extremos debido a que los intereses personales o grupales son menores. Todo ello se deriva de que sus posibilidades reales de triunfo son bastante bajas y asumir una candidatura es “sacarse la rifa del tigre” no obstante muchos la han asumido y lo seguirán haciendo, convencidos de la importancia de dar voz e imagen personal a su propuesta.

En los partidos más grandes el grado de complejidad de un proceso interno es directamente proporcional a sus posibilidades de triunfo. Sin embargo en cualquiera de los dos casos el proceso debe, ante todo, dotar de LEGITIMIDAD al electo y no solo de legalidad, que son complementarias y no excluyentes como se ha dado el caso.

EL PROCESO LEGITIMADOR

El proceso legitimador al interior de los partidos debe atender:

1.- La reglas de la contienda 2.- La contienda interno. 3.- El proceso de recomposición..

LAS REGLAS DE LA CONTIENDA

Veamos, en principio las reglas deben ser iguales para todos los contendientes, en este aspecto la mayoría de los partidos cumplen con el establecimiento de normas aprobadas por sus órganos directivos que establecen las fases del proceso de selección de candidatos.

Sin embargo la aplicación de dichas normas por los órganos electorales, jurisprudenciales o administrativo se realiza, en muchos casos, de manera discriminada, creando inequidad en la contienda. Esta inequidad no solo esta determinada por la cantidad de recursos materiales y humanos que cada uno utiliza en su campaña, y que son connaturales al tamaño e influencia de los contendientes; sino por la aplicación de las reglas con dos raseros diferentes.

Es común saber que quien controla los órganos electorales y aún los jurisdiccionales en sus manos puede violar las normas internas sabedor de que no será castigado. Esta inequidad e injusticia trasciende a la ausencia de legitimidad del electo. A mediano y largo plazo esta situación provoca el rechazo, la división, el sabotaje, la simulación o por lo menos la inacción de los militantes. Lo que se ha denominado “el cobro de facturas”siempre hallaron razones o pretextos en los medios utilizados para hacerse de las candidaturas.

Durante mucho tiempo el PRD lucho por dar autonomía a los órganos electorales y a la plena separación de poderes, sin embargo a nivel interno un grupo político puede detentar la dirección ejecutiva y los órganos electorales y jurisdiccionales sin sonrojarse. Muchos no hallan contradicción en ello. Si bien es cierto que la legalidad estatutaria lo permite, se ha demostrado el terrible desaseo y los vicios que acarrea mantener este estado de cosas. Construir un partido democrático entraña, no solo enmarcarnos dentro de la legalidad estatutaria, sino aplicarla con criterios de equidad y justicia.

LA CONTIENDA

El desarrollo del proceso no debe ser, como definición, una guerra enemiga y justificarse con el lema “el fin justifica los medios”. Para un partido como el PRD los medios son a su vez el fin.

El proceso puede variar de un partido a otro y cada uno de ellos defenderá con bastantes elementos los medios y mecanismo de elección como los más viables y que le garantiza mayor certeza de legitimidad. Estos son, a final de cuentas, producto de su historia y de su praxis política y esta no esta desligada del contexto político en que se mueve el partido.

En el PRI por mucho tiempo el proceso se limito a dotar de la facultad de decisión al gran elector que era el jefe político de un municipio, estado o del país en turno. Este medio a pesar de todo lo que se diga les funciono bien por mucho tiempo. Sin embargo llego a desgastarse cuando la cantidad de candidatos fue mayor de lo esperado y no hubo espacios que repartir o bien las fidelidades personales eran más importantes que las capacidades o bien por la suma de ambas. También la pérdida de la categoría de gran elector derivada de la pérdida de gubernaturas, presidencias municipales y de la presidencia de la republica. El PRI ha cambiado sus métodos ante sus desastres electorales, cuando se halla en la oposición o cuando sus contradicciones internas no se pueden resolver más que a través de la evaluación de los pesos específicos de cada grupo interno.

El proceso interno de elección del PRI no tiene que ser aseado para ser legitimo, a pesar de que públicamente se demande que así sea, toda vez que su costumbre (o cultura) es la imposición y la antidemocracia, el valor fundamental es ganar sea cual sea el método, dicha situación facilita posteriormente su proceso de integración, las fidelidades, aún a este costo, serán premiadas.

En el PAN el proceso interno de selección de candidatos se ha dado a través de Convenciones Electorales que, cada vez con mayores conflictos, le dotan de candidatos a

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