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CONVIVENCIA

lettyalegre26 de Octubre de 2014

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ACCIONES PARA LA CONVIVENCIA

¿Cómo podemos mejorar la convivencia?

En los últimos tiempos la violencia escolar se ha convertido en una de las principales preocupaciones del mundo educativo: hay actitudes y comportamientos inadmisibles que a menudo no sabemos cómo abordar. Superar la violencia implica cuestionar la manera de estructurar la convivencia en los centros y replantearla de forma global y sistémica en todos los espacios y actividades de cada instituto.

Coexistir quiere decir “existir simultáneamente” . Traducido de la definición que da el “Diccionari General de la Llengua Catalana” Enciclopedia Catalana.

El significado de concordia es el “estado de armonía que resulta del acuerdo de los sentimientos, de les ideas, etc. entre dos personas o más”. En un centro educativo se mueven muchas personas cada día, con objetivos comunes que hacen algo más que coexistir, pero no necesariamente con el acuerdo de sentimientos o ideas que exige la concordia. A medio camino entre la coexistencia y la concordia hay la CONVIVENCIA, la “acción de vivir juntos”. Para vivir conjuntamente y desarrollar los objetivos de unos y otros, deberemos interactuar, relacionarnos, llegar a acuerdos y, en definitiva, aprender a organizarnos de la forma que más favorezca a todas las personas involucradas, para lograr cada una sus objetivos.

Un centro educativo es un centro de aprendizaje pero también un espacio de convivencia y educación para la convivencia. Con todo, y de forma paradójica, a menudo la educación para la convivencia queda relegada a pequeños ratos sustraídos de las horas de formación en asignaturas troncales. Mientras, los conflictos y las dificultades para resolverlos acaparan tiempo, energía y angustia de toda la comunidad.

En resumen, hallamos que, por un lado no educamos suficientemente para la convivencia, mientras que de otro, hay indicios claros de que los instrumentos de los que actualmente disponemos para convivir pacíficamente, no responden a las necesidades de las personas del centro. En otras palabras, no dedicamos tiempo a educar para la convivencia, pero detrás del ‘no hay tiempo’ perdemos mucho tratando de resolver conflictos cotidianos.

Mientras no exista una voluntad sólida de estructurar de manera clara, consensuada y educativa la convivencia entre todas las personas de la comunidad, y en todos los espacios y tiempos del centro, será muy difícil de dar la vuelta a la situación.

1. Establecer unas normas de convivencia claras, concretas, realizables, consensuadas, pocas y escritas en positivo. Es necesario, además, evaluarlas periódicamente, y deben de ser susceptibles de ser replanteadas en cualquier momento, en función de las necesidades del grupo o del centro. Finalmente, tiene que existir un procedimiento claro respecto a lo que ocurre cuando alguien se las salta.

2. Crear un buen clima de convivencia en el aula y el centro. Ello es posible si se promueve un código de convivencia fundamentado en el reconocimiento y la estima de uno mismo y las demás personas, la confianza mutua, la comunicación y la capacidad de cooperación. Esto se consigue a través del proceso de provención, es decir, del proceso por el que educamos en aquellas habilidades y herramientas que permitirán, al llegar un conflicto, que sepamos abordarlo de forma positiva y noviolenta.

Es tan importante trabajar un buen clima en el grupo clase, como en el equipo educativo.

¿Cómo? • Proponiendo y dinamizando acciones a favor de la convivencia. Organizando una comisión de convivencia que disponga de un espacio y un tiempo propios para diseñar, promover y hacer seguimiento de las acciones emprendidas. Es importante que incluya la representación de todos los colectivos que conviven en el centro.

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