Ciencia Y Humanismo
veronicarreno19 de Junio de 2015
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ETICA Y SOCIEDAD
ETICA Y SOCIEDAD EN EL PENSAMIENTO DE B. F. SKINNER
Ciencia y humanismo
Consistente con esta noción de determinismo se encuentra su postura pragmática
sobre los objetivos de la ciencia que propuso. Desde el comienzo de su carrera,
permanentemente buscó las ventajas de lograr cambios provechosos para la
humanidad: aceptar el determinismo implicaba que es posible hacer algo para
cambiar las variables de las cuales es función el comportamiento humano. Por el
contrario, la concepción tradicional de hombre autónomo no deja muchas alternativas
al respecto porque impide que la conducta humana pueda ser concebida como
objeto de estudio de la ciencia por derecho propio (Skinner, 1953, 1971, 1974). En
este punto vale la pena hacer una cita textual tomada de la traducción de Science
and human behavior: “La ciencia es ante todo un conjunto de actitudes. Es una
disposición para abordar los hechos...una disposición para aceptar los hechos aun
cuando se opongan a los deseos... gracias a Sigmund Freud hoy somos más
conscientes del pensamiento del deseo. Lo opuesto es la honradez intelectual,
cualidad extremadamente importante del científico eficaz...La ciencia es desde luego
más que un conjunto de actitudes. Es la búsqueda de un orden, de uniformidades, de
relaciones válidas entre los hechos.” (Skinner, 1953/1971, pg. 43 - 44). En resumen,
el determinismo en Skinner se refiere a que persona y ambiente son coextensivos e
interdependientes. Para él, aunque la experiencia privada sea inaccesible a la propia
comunidad verbal, no garantiza la autonomía, entendida tradicionalmente como
independencia de factores de control.
Estrechamente relacionado con lo anterior y con la ética propiamente dicha, Skinner
afirmaba que la psicología, como ciencia del comportamiento, no podría aceptar el
supuesto de que la ciencia no tiene por qué dar respuesta a preguntas sobre el
destino del hombre, sobre el sentido de la vida para él mismo y para la especie. Esas
preguntas necesariamente implican juicios de valor porque no se refieren tanto a lo
que se puede hacer, sino a lo que se debería hacer. En última instancia, todo ello
tiene que ver con comportamiento humano y la solución está en comprenderlo mejor
en todos sus aspectos – objetivo de la ciencia de la conducta que proponía (Skinner,
1991).
La ciencia del comportamiento desde ningún punto de vista “deshumaniza” al ser
humano, simplemente lo “des-humunculiza” y debe hacerlo así para evitar la
desaparición de la especie humana. El interés debe ser el COMPORTAMIENTO
HUMANO y su preocupación se centra en aquello que es POSIBLE MANEJAR –
hasta el momento son las contingencias, porque todavía no existe una explicación
completa del mismo (Skinner, 1984a).
El problema del control.
Relacionado con el determinismo, la causalidad y el objetivo de la ciencia del
comportamiento propuesta por Skinner, surge uno de los conceptos más polémicos
en toda su obra: el control. Un debate interesante sobre este punto se encuentra en
el simposio sobre los problemas del control del comportamiento humano donde
intervinieron C. Rogers y Skinner. Allí se observa la forma contundente como Skinner
juzgaba como falta de sinceridad con nosotros mismos el hecho de negar la realidad
del control. Rogers estaba de acuerdo con aceptar que el comportamiento humano
podía ser objeto de la ciencia y como consecuencia se avanzaría en la predicción y
el control de dicho comportamiento; sin embargo, su principal preocupación no era
aceptar el control, sino el tipo de control y sobre todo lo referente a sus fines o
propósitos; esto es, los valores implicados en ese control. En este punto, Rogers
mismo desconoció los valores implícitos en la propuesta de Skinner, específicamente
en la novela Walden Two, cuando los relacionó y asemejó con la obra 1984 de G.
Orwell. Skinner expresó que le dolía oir a Rogers decir esto, porque precisamente
sus valores eran muy diferentes. Los valores de Skinner eran claros en su obra:
igualdad real entre todos los miembros de la comunidad, formación en auto-control,
justicia, felicidad en términos de bienestar individual y comunitario, productividad,
creatividad, confianza, entre otros (Rogers y Skinner, 1956/ 1973; Skinner, 1948).
Quizá dentro de todos estos, el de mayor relevancia por su relación con la
autonomía, es el auto-control. Para Skinner un objetivo claro de la psicología es
lograr que todos seamos expertos analistas de nuestro propio comportamiento,
precisamente, para garantizar que como sistemas de conducta, podamos discriminar
claramente repertorios conductuales que sirvan de control de otros repertorios
conductuales. Por ejemplo, dentro de esos repertorios de control estarían algunos
tan sencillos como taparse la boca o morderse la lengua para evitar un mal rato en
un velorio; desviarse de ruta para no pasar por un lugar determinado relacionado con
consumir alimentos, en caso de dietas; arreglar el ambiente social o físico de forma
que aumente la probabilidad de una conducta deseada, o que disminuya la de una
conducta no deseada, etc. Desde esta perspectiva se comprende el énfasis en la
educación moral y en el auto-control desde los años preescolares, como lo describe
en Walden Two (Skinner, 1948) y posteriormente en aplicar los principios de autocontrol
y auto-manejo en varias de sus propuestas para la vida diaria (Skinner, 1953,
1984b).
Por otra parte, cuando se analiza el tratamiento que Skinner dio a los diversos temas
en la política, la economía y la educación, entre otros, resulta relativamente fácil
definir su postura ética e identificar sus “valores”. No obstante, es un hecho que la
resistencia tradicional al control ha impedido una lectura libre de sesgos en cuanto a
las implicaciones éticas. Se sale del objetivo de este artículo hacer un recuento
detallado de lo anterior, pero por ejemplo, ¿qué se podría concluir de: “El presente
análisis debería conducir a una mejora de los métodos educativos. Si nuestra
descripción del pensamiento es en esencia correcta, no existe ninguna razón para
que no podamos enseñar a un hombre a pensar. Tampoco la hay para que no
podamos mejorar fundamentalmente los métodos de pensamiento con el fin de
utilizar plenamente todas las posibilidades del organismo pensante, sea éste el
individuo, el grupo organizado o, incluso, el ingenio mecánico complejo” (Skinner,
1953/ 1981, pg. 283). Desde luego, la mayoría de los puntos tiene que ver con el
control y con su ideal de “igualdad de oportunidades”, el cual es evidente desde su
novela Walden Dos, donde el sistema educativo estaba planeado para que todos
lograran ser personas pensantes que desarrollaran al máximo las competencias.
El tema del control del comportamiento ha sido la piedra angular de la propuesta de
Skinner, para quien el rechazo y la respuesta emocional que genera la palabra
control es explicable por toda la historia de la humanidad: la clase de control que ha
prevalecido es el control de tipo aversivo o negativo. Pero además causa rechazo el
hecho de reconocer que “alguien lo planea” (Rogers y Skinner, 1956/ 1973).
Cuando las instituciones o personas ejercen el control aversivo, la tendencia natural
es escapar, evitar o contra-controlar. Cuando el control es fuerte y contrarresta los
mecanismos anteriores, el efecto puede ser la inacción, una pérdida total de
potencial (desesperanza – depresión). Por consiguiente, es precisamente alrededor
del control aversivo que surgen interrogantes importantes relacionados con la ética,
los cuales fueron ampliamente analizados por Skinner: Si las consecuencias del
castigo no son deseables y no nos gusta que nos castiguen, por qué continúa siendo
un instrumento importante de control social? Desde luego pueden existir razones
filogenéticas (ver, por ejemplo, estudios en etología), pero también existen
explicaciones en términos de las contingencias de refuerzo, las cuales a su vez
ayudan a explicar cómo aprendemos a aceptar prácticas aversivas de nuestra
cultura.
De acuerdo con el análisis del comportamiento propuesto por Skinner, el castigo
tiene consecuencias negativas o indeseables, pero éstas no son inmediatas para
quien castiga, sino son diferidas, razón por la cual dichas consecuencias no son tan
poderosas para extinguir las prácticas aversivas. Por el contrario, las consecuencias
inmediatas son reforzantes para quien castiga: la sumisión del otro, la obediencia
(Skinner, 1971, 1974, 1982, 1991). Pero además en este punto también hay otras
implicaciones éticas: no sólo el control aversivo (un grito, una amenaza) tiene
consecuencias reforzantes inmediatas para el controlador por lograr la obediencia del
otro, sino que generalmente el control aversivo requiere un repertorio de
comportamiento más simple (en términos de economía conductual, más económico;
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