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Como una universidad que afecta a nuestra actividad profesional


Enviado por   •  24 de Septiembre de 2013  •  Trabajos  •  779 Palabras (4 Páginas)  •  403 Visitas

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Ruben Capdevila

Cuando hablamos del Discurso del Universitario queremos referirnos a ese saber impuesto desde la Institución misma, a ese lugar de la verdad (¿ donde nace o donde muere?) que viene instaurado, precisamente instituido, llenando el vacío del saber, haciéndose dueña de el. Obviamente cuando utilizamos la palabra discurso lo hacemos desde la perspectiva de Foucault, es decir, que el lenguaje no siempre dice lo que dice y se dice de diversos modos. Y por otra de que los Discursos son como juegos estratégicos de acción y reacción, de pregunta y respuesta, de dominación y retracción, y también de lucha.

Desde esta perspectiva la Universidad, como lugar de la verdad y del saber, ejerce un cierto poder sobre el sujeto. Pues todo discurso, en la medida de su fuerza, extiende redes de poder que penetran los cuerpos, las miradas, los discursos. El discurso es un cierto saber – poder, que dicta cierto evangelio del sujeto, un ideal del hombre, una ética, un cierto tipo de practicas sociales, unos dominios de saber, unos regímenes de verdad. No cabe dudas de que El Discurso del Universitario, así como lo enunció Lacan, responde a una anhelo de Totalización, de Todo, de Universalidad. Hay pues en la Universidad una tentación Totalitaria, de establecer los saberes de forma tal a no dejar lugares vacíos, así como el ideal del Panoptico de Bentham proponía iluminar todos los rincones oscuros de la sociedad, el Discurso del Universitario es un monstruo del saber, uno que pretende decirlo todo, saberlo todo. Uno que pretende del hombre, precisamente, un ideal de perfeccionamiento, un sujeto armónico, equilibrado, “sano”.

En esta estructura discursiva no hay lugar para la duda, para la incertidumbre, para el no-todo. Todos vamos pasando de la misma guisa por el proceso de llenado automático de significantes falsos, vamos siendo ungidos del saber. Pero ¿a cuenta de qué? De una paulatina, de una sistemática renuncia pulsional, de una supresión del goce particular. La Universidad desde este aspecto aparece ante nuestros ojos como una estructura deshabitada del Deseo. No es más que un imperativo de la Cultura que pretende destruir lo más particular en nosotros, en pos de lo más universal.

El Discurso del Universitario niega, pues, la eclosión del “otro”. Y fijese que cuando enunciamos el “otro”, no lo estamos haciendo en el sentido leviniano, el Otro en cuanto subjetividad externa a mi pero cercana, sino en el sentido lacaniano de el “otro” ,pequeño “objeto a” que es ese nucleo traumático real – imposible, ese lugar del goce – deseo, desde donde se inventa el sujeto, desde donde pugna lo más particularizante.

La universidad en cuanto lugar de producción y estandarización de los saberes, es precisamente el lugar de la falsa conciencia, y de los saberes supuestos. El lugar del Todo desde donde ya nada se puede producir

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