Cosa De Foto!

Desde antaño han existido quejas sobre la clase de fotografía. Han desfilado profesores como han desfilado materias en el plan de estudios. Ha habido aciertos, pero muchos errores. Y al parecer, después de que se decidieron buscar un buen profesor, los alumnos tuvimos esperanza.

Y así empieza la clase de foto, una mortal clase de 3 horas en horario de 7 a 10 de la noche. Alumnos arrastrados hasta el salón, con sueño y preocupación por la entrega del día siguiente. Pero con ganas… llegamos con ganas, con ganas de por fin aprender fotografía y saber ser gurús de la óptica hecha máquina.

Y la primera clase llega un HISTORIADOR DEL ARTE. No, no estoy bromeando. Era un artista plástico o algo similar, y dedicó 90 minutos a hablar de la historia de la fotografía y sus esbozos para convertirse en imagen. La clase avanzó lenta, hasta me preguntaba si era una especie de broma o chiste y en un punto iba a decir el profesor: “Ah verdad? Es broma chicos… aquí vamos a aprender fotografía” Pero NO! Nunca sucedió, fueron los 90 minutos de golpe con litografías del Siglo XVIII.

En el descanso hablamos entre todos y nos proponemos decirle al profesor:

¿Y vamos a aprender a usar la cámara? ¿Vamos a ver detalles técnicos de fotografía?

Y el profesor responde:

No y no! La materia es orientada a proyectos, ustedes van a hacer un proyecto fotográfico. En realidad la clase es más semiótica.

¿Semiótica? Por un momento maldigo, y pienso ¿quién pendejo piensa que necesitamos de semiótica cuando ni sabemos manipular al 100 una cámara? Primero la técnica, luego la argumentación artística.

El profesor revela que no sabe usar la cámara, revela que no sabía que teníamos estudio de fotografía o que teníamos luces de estudio.

Proponemos ir a hablar con el director de departamento y externar el problema.

Y con una respuesta firme nos juran, nos perjuran… nos aclaran y hasta nos calman. “HABRÁ SOLUCIÓN, TENDREMOS UN PROFESOR DE FOTOGRAFÍA”

La próxima clase llega un chaval, capaz unos 3 o 4 años mayores que nosotros, carga una maleta llena de artilugios fotográficos. En menos de 20 min tenemos un destape total, explica cosas que suponíamos saber, enseña elementos de la cámara que no habíamos explorado, y luego una práctica rápida. Nos lleva al estudio, a diestra y siniestra indica que hacer y que no hacer, nos permite improvisar y descubrir como ejecutar un ejercicio de flash. Todos estamos absortos, perdidos en el cuento novelero que hemos encontrado el grial de los profesores, he aquí el cristo redentor de la fotografía moderna. Igual y no es el mejor profesor de foto que exista, pero al menos nos enseña cosas que no sabíamos… todos sonreímos.

Pero luego nos enteramos que no es permanente, que sólo es una visita y que no habrá cambios. Desesperados intentamos organizarnos y reclamar lo que se nos prometió, pero la desidia del grupo nos deja a tres compañeros afuera de una oficina… tres de veinte. Después de esperar todo un día y ver que no tendremos la cita abandonamos la idea de hablar con el profesor, preferimos en nuestras mentes tontas esperar y aceptar lo que suceda.

Y llega la tercera clase, que en realidad es el 6to modulo. Y nos llega un director de carrera molesto por no haber seguido los protocolos, de no haberlo consultado frente al problema de la materia, sin embargo aunque acepto que tiene razón en eso… me pregunto ¿y el? ¿no siguió los protocolos de revidar quienes le darían clases a sus alumnos? Pues claro! El no tiene esa responsabilidad, esa es labor del director de departamento… y por eso mismo fuimos con el y no con el director de carrera.

La solución, o esta tercera profesora tiene un curriculum importante. Hasta

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