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Cuentos de la revolucion. la fiesta de las balas. no oyes ladrar los perros.


Enviado por   •  26 de Marzo de 2017  •  Reseñas  •  355 Palabras (2 Páginas)  •  295 Visitas

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LA FIESTA DE LAS BALAS, Martín Luis Guzmán

Se encontraba el ejército villista el cual en batalla había conseguido quinientos prisioneros lo cuales fueron divididos en 2 grupos por un lado los colorados orozquistas y por el otro los federales, los primeros de este grupo serian ejecutados, el hombre encargado para realizar esta acción es Fierro el cual habiendo llegado al corral donde se encontraban los trescientos desdichados decidió empezar la ejecución, pero no fue una ejecución común y corriente Fierro había decidido que los prisioneros pasarían en grupos de 10 y estos deberían correr a través del corral hasta llegar al otro lado si lo lograban eran libres pero eso no sería tan fácil ya que fierro, que estando a unos pocos metros estaría disparando con su pistola solamente con la ayuda de un soldado el cual la recargaría cuando fuera necesario pasando unas ocho horas todos los prisioneros habían caído muertos, al caer la noche mientras Fierro y su asistente dormían alguien entre todos los caídos empezó a pedir agua a lo que fierro respondió mandando a su ayudante para que le pusiera un disparo y terminara con su vida.

NO OYES LADRAR LOS PERROS, Juan Rulfo

Resumen

Camino largo habían recorrido ya lo único que deseaban era oír o ver algo, algo que les demostrara que estaban cada vez más cerca del pueblo Tonaya, eran Ignacio y su padre, padre el cual llevaba en sus hombros a su hijo el cual estaba herido, hijo al cual había desconocido ya que este opto por robar y matar y la única razón por la cual lo llevaba a Tonaya por un doctor era su madre, la cual había fallecido la cual a pesar de todo lo seguía amando y esperaba que fuera un hombre de bien el padre seguía insistiéndole a Ignacio que buscara un poco de luz de sonido, si es que había oído ladrar los perros pero Ignacio ya no respondía, estando a punto de desvanecer el padre se da cuenta que ya han llegado y que si había perros ladrando diciéndole a Ignacio que no pudo ni siquiera escuchar aladrar a los perros.

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