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Cuesnto - El Sapo Dientudo

Francisca C. GonzálezTarea3 de Diciembre de 2015

3.855 Palabras (16 Páginas)493 Visitas

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El Sapo Dientudo[pic 3]

Hace mucho, mucho tiempo, hubo un mago que por casualidad inventó un hechizo capaz de dar a quien lo recibiera, unos dientes perfectos.

El mago como no sabía qué hacer con aquel descubrimiento, decidió utilizarlo con uno de sus sapos que se transformó en un sonriente y alegre animal, que además de poder comer de todo, comenzó también a hablar gracias a su nueva dentadura.

 Estoy encantado con el cambio  repetía el sapo con orgullo  prefiero mil veces las dulces golosinas que seguir comiendo sucias y asquerosas moscas.

El mago viendo lo maravilloso que era para el sapo tener dentadura y el poco cuidado que tenia al elegir sus comidas, el mago no dejaba de repetirle:

 Cuida tus dientes si quieres mantenerlos, Sapo. Lávalos y no dejes que se enfermen ni tengan caries. Y sobre todo no comas tantas golosinas

Pero Sapo no hacía mucho caso a las recomendaciones del mago, pensaba que sus dientes eran demasiado resistentes como para tener que lavarlos, y las golosinas le gustaban tanto que ni intentaba dejar de comerlas.

Así que un día aparecieron las caries en su dentadura y se fueron extendiendo por su boca poco a poco, hasta que Sapo descubrió que tenía todos los dientes huecos por dentro, y se le empezaron a caer. Intentó cuidarlos entonces, pero ya poco pudo hacer por ellos, y cuando el último de sus relucientes dientes cayó, perdió también el don de hablar.

¡Pobre Sapo! Si no lo hubiera perdido, le habría podido contar al mago que si volviera a tener dientes los cuidaría todos los días, porque no había nada más triste y asqueroso que volver a comer moscas y bichos ¡puaj! Fin

La Caperucita Roja[pic 4]

Había una vez una dulce niña que vivía junto a su madre en una casa en el bosque. La niña todos los días usaba una capa roja por eso la llamaban la caperucita roja.

Un día su mamá le pidió que llevara una cesta con comida para su abuela que vivía del otro lado de bosque y estaba enfermita ¡Que triste!

La mamá le dijo que no se distrajera en el camino, Caperucita tomo la cesta y se fue caminando por el bosque, en el camino de repente se acerco un lobo y le dijo- Hola caperucita ¿Qué haces en este bosque tan peligroso? y ella respondió  voy a casa de mi abuelita que está enfermita.

Entonces el lobo le dijo ve por ese camino que es más corto  y mientras caperucita se iba por ese camino, el lobo tomo un atajo y llego más rápido a casa de la abuela pero un cazador lo vio llegar.

 El lobo entro a la casa y la abuelita asustada se escondió dentro del closet.

El lobo rápidamente se puso un pijama de la abuelita, se metió a la cama y espero y espero a que llegara caperucita.

Caperucita se divirtió en el bosque recogiendo flores y frutas. Cuando llego a casa de la abuelita, le dijo Hola abuelita ¿como estas? y el lobo disfrazado dijo- mucho mejor hija mía.

Entonces caperucita vio a su abuela diferente, ahora era mucho más grande y le pregunto

  • ¡Abuelita, abuelita ¿Qué ojos tan grandes tienes?!
  • Si hija, son para verte mejor- dijo el lobo
  • ¡Abuelita, abuelita ¿Por qué tienes esas orejas tan grandes?!
  • para poder oírte mejor  dijo el lobo
  • Pero abuelita, abuelita ¿Por qué tienes esos dientes tan grandes?!
  • y el lobo dijo ¡PARA COMERTE MEJOR! AHH!!

Entonces en ese momento,  el cazador escucho los gritos de la caperucita y entro a casa de la abuelita muy rápido, vio al lobo lo asusto con su gran hacha UHHH!, el lobo salió corriendo  y nunca más volvió.

La caperucita saco a su abuelita del closet, la abrazo mucho, la acompaño a su cama y le dio la cesta de comida que traía desde su casa. Agradecieron al cazador ya que gracias a él la caperucita volvió a ver a su madre y abuela y desde ese día caperucita prometió hacer caso siempre a lo que dijera su madre.  

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.

Fin[pic 5]

La Carrera De Zapatillas[pic 6]

Por fin había llegado el gran día. Los animales del bosque se levantaron al salir el sol y se reunieron junto al lago ¿y adivinen porque?  Pues porque era  ¡El día de la gran carrera de zapatillas!

Entre los animales estaba la jirafa, alta y hermosa pero era tan presumida que no quería ser amiga de los demás animalitos y se burlaba de ellos.

Ja, ja, ja, ja  se reía de la tortuga porque era tan  bajita y lenta.

Jo, jo, jo, jo se reía del rinoceronte que era tan gordo

Je, je, je, je se reía del elefante por su trompa tan larga.

Entonces llego la hora de la carrera.

Todos llevaban puestas su hermosas zapatillas, el elefante unas azules como el cielo, la tortuga llevaba una blanca como las nubes, el rinoceronte llevaba unas amarillas con el sol. Cuando estaba a punto de comenzar la carrera, la jirafa se puso a llorar desesperada.

Es que era tan alta que no podía atarse los cordones de las zapatillas -  ¡QUE ALGUIEN ME AYUDE!-  grito la jirafa.  el elefante fue a hablar con ella y le dijo : tú te reías de los mi y los demás animales por ser diferentes, pero todos tenemos algo bueno y podemos ayudarnos cuando lo necesitamos.

Entonces la jirafa pidió perdón a todos por reírse de ellos y aparecieron las hormigas que treparon por sus zapatillas y le ataron los cordones.

 Finalmente todos los animales se pusieron en la línea de partida para correr. EN SUS MARCAS, LISTOS, ¡FUERA!

Cuando termino la carrera, todos festejaron porque habían ganado una nueva amiga y aprendieron el significado de la amistad.

COLORIN COLORON, SI QUIERES TENER AMIGOS, ACEPTALOS COMO SON.         Fin

La Liebre y La Tortuga[pic 7][pic 8]

En el mundo de los animales, vivía una liebre muy vanidosa  que no dejaba de presumir que ella era muy veloz y se burlaba de la lentitud de la tortuga.

¡Hey tortuga, no corras tanto que nunca llegaras a la meta! decía la liebre riéndose.

Un día la tortuga le propuso una apuesta a la liebre: Estoy segura que puedo ganarte una carrera  dijo la tortuga. Y la liebre que siempre presumía su velocidad, acepto la apuesta.

Todos los animales se reunieron para ver la carrera. El búho  señalo el punto de partida y de meta.

La liebre confiada dejo que la tortuga avanzara pero  luego empezó a correr  velozmente y sobrepasó  a la tortuga que caminaba despacito pero sin parar.

La liebre se detuvo a mitad de camino en un prado verde para poder descansar, pero se quedo dormida, mientras la tortuga seguía su camino paso a paso, sin detenerse.

Cuando la liebre despertó, vio que la tortuga ya casi llegaba a la meta y salió corriendo con  todas sus fuerzas,  pero ya era tarde ¡la tortuga había ganado la carrera!

Ese día la liebre aprendió que jamás hay que burlarse de los demás y que nadie es mejor que otros.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.

Fin

Ricitos de Oro y los Tres Osos[pic 9]

Había una vez una casita en el bosque en la que vivían papá oso, que era grande y fuerte; mamá osa, que era dulce y redonda; y el pequeño bebé oso.

Todas las mañanas mamá osa preparaba con cariño el desayuno de los tres. Un gran plato de avena para papá oso, otro mediano para ella y uno pequeñito para el bebé oso. Antes de desayunar salían los tres juntos a dar un paseo por el bosque.

Un día, durante ese paseo llegó una niña hasta la casa de los tres osos. Estaba recogiendo flores en el bosque, cuando vio una casa.


- ¡Pero qué casa tan bonita! ¿Quién vivirá en ella? Voy a echar un vistazo

Era una niña rubia con el pelo rizado como el oro y a la que todos llamaban Ricitos de Oro. Como no vio nadie en la casa y la puerta estaba abierta Ricitos decidió entrar.

Lo primero que vio es que había tres sillones en el salón. Se sentó en el más grande, el de papá oso, pero lo encontró muy duro y no le gustó. Se sentó en el mediano, el de mamá osa, pero le pareció demasiado blando; y después se sentó después en la mecedora del bebé oso. Pero aunque era de su tamaño, no tuvo cuidado y la rompió.

Rápidamente salió de ahí y fue entonces cuando entró en la cocina y se encontró con los tres platos con avena.

- ¡Mmmm que bien huele! , dijo Ricitos de oro.

Decidió probar un poquito del más grande, el de papá oso. Pero estaba demasiado caliente y se quemó. Probó del mediano, el de mamá osa, pero lo encontró demasiado salado y tampoco le gustó. De modo que decidió probar el más pequeño de todos.

-¡Qué rico! Está muy dulce, como a mí me gusta.

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