DERECHO Y VIDA HUMANA

Unidad 1

INTRODUCCIÓN AL DERECHO

Cultura Jurídica

Documento de apoyo

Jorge Alberto Velásquez Betancur

Profesor

Palabras clave: Derecho, orden social, orden jurídico, regulación

CONTENIDO

DERECHO Y VIDA HUMANA        

Ubicación del Derecho en el mundo        

El "ser" y el "deber ser"        

SISTEMA DE NORMAS        

Normas jurídicas y normas morales        

Comparación entre el Derecho y la moral        

Clases de normas        

CONCEPTO DEL DERECHO        

El objeto del derecho        

Funciones del Derecho        

Las fuentes del Derecho        

BIBLIOGRAFÍA        

DERECHO Y VIDA HUMANA

El Derecho no es “ese algo” desconocido o misterioso para la gente. El Derecho se ocupa de cada una de las personas desde el momento de la concepción y hasta después de la muerte. Algunas veces las personas son conscientes de esta realidad, pero la mayoría de ocasiones no.

Toda persona debe tener un registro civil de nacimiento; cuando tiene más de siete años de edad y menos de 18 debe tramitar su tarjeta de identidad y, al llegar a la mayoría de edad, debe solicitar su cédula de ciudadanía. Estos documentos son universales, es decir, exigibles a todos los ciudadanos nacidos en Colombia. Más adelante, dependiendo del giro de sus vidas, algunos tramitan el Registro Civil de matrimonio o buscan el reconocimiento como una “unión marital de hecho”. Si se interviene en el mundo de los negocios, tiene escrituras de compraventa, firma contratos de adquisición de bienes, de préstamos o de arrendamiento de inmuebles. Si participa en el mercado laboral firma contratos laborales, recibe salarios, se afilia a un Fondo de Pensiones o al Seguro Social. Y cuando una persona muere, sus familiares más cercanos deben tramitar un Registro Civil de Defunción y leer su testamento ante un notario o tramitar la sucesión ante un notario o un juez. Y si el fallecido tiene deudas, las deben pagar porque las obligaciones civiles no terminan con la muerte. El municipio donde vive tiene alcalde, concejo, personero, jueces, registrador, inspectores y agentes de tránsito y policía, y cárcel. Toda persona durante su vida debe cumplir la Constitución y obedecer leyes y reglamentos, pagar impuestos y multas; tiene la facultad de participar en elecciones, constituir sociedades o afiliarse a asociaciones cívicas, culturales, deportivas o religiosas.

Todos los trámites y actuaciones aquí mencionados y otras más que se haría largo enumerar, pertenecen al ámbito de lo jurídico. Por el hecho de tales actividades y relaciones, el Derecho acompaña de día y de noche a las personas, unas veces de forma visible, en otras es imperceptible. Así que ninguna persona podrá alegar que el Derecho no le importa. Algo, como el Derecho, que ocupa un lugar tan amplio en la vida de las personas no puede ser un tabú ni pasar desapercibido.

Somos personas, miembros de una sociedad, habitantes de una ciudad y de un país cuya nacionalidad “marca”, para bien o para mal. Y luego, cada uno puede ostentar el título de ciudadano, lo cual lo convierte en un sujeto político, con derechos y deberes.

Gobernantes, congresistas, magistrados, jueces y policías son seres humanos como cualquiera, pero su cargo o investidura los dota de unos atributos especiales que los sitúan, igualmente, en el espacio de lo jurídico por los actos que realizan en relación con su cargo o posición.

Las leyes, los reglamentos, las resoluciones, las sentencias de los tribunales, los fallos del juez, no son simples documentos escritos. Son documentos con fuerza jurídica, lo que obliga a su acatamiento.

¿Qué es entonces el Derecho? ¿Qué es lo que da una dimensión jurídica a la  existencia de una persona o a la relación entre un hombre y una mujer? ¿Qué marca la diferencia entre la permanencia arbitraria en una vivienda o en un predio (ocupación de hecho) y su posesión? ¿Por qué el Derecho está presente en todas las épocas y en todos los pueblos?

El Derecho se presenta con diferentes fisonomías: Es “el agente garantizador de la paz entre los hombres” (Recasens, 1977, 2), el garante del orden social, el defensor de los derechos y libertades, el facilitador de las actividades sociales, el soporte indispensable para la satisfacción de las necesidades humanas. “Gracias a la acción organizadora del Derecho, los humanos ven satisfechas muchas de sus necesidades de todo orden, materiales, culturales y éticas” (Recasens, 1977, 3).  

Sin embargo, muchas personas ven el Derecho como un obstáculo para sus intenciones, como una barrera que deben saltar, no sin riesgo, para cumplir sus planes También el Derecho se presenta como un aparato coercitivo y como una fuerza sancionadora contra quienes vulneran las reglas jurídicas contenidas en las leyes, los decretos, resoluciones, reglamentos y sentencias.

¿Por qué esta doble visión del Derecho?

El Derecho hace parte de la cultura, es decir, del conjunto de obras realizadas por el hombre, las cuales dota de sentido, de significación, porque todas las obras humanas obedecen a un motivo (se hacen por algo) y con un propósito o finalidad (se hacen para algo).

Ubicación del Derecho en el mundo

El Derecho es una consecuencia y una exigencia de la vida en sociedad.

El ser humano es, por naturaleza y convicción, un ser social. Por el hecho de la existencia, el ser humano entra en relación con la realidad. El ser aislado no existe. El ser humano siempre está inserto en una trama socio-natural, en una relación dialéctica.

Para Berger y Luckmann (1995) la realidad no está dada. Se construye de manera diferente en cada sociedad, por influencia directa de las costumbres, los valores, las creencias. La realidad se crea en los pensamientos y en las acciones de los individuos y tienen sentido dentro de ella. Por eso se afirma que la realidad es subjetiva. Sin embargo, a partir de una subjetividad colectiva, que es compartida, la realidad se objetiva a través del lenguaje mediante la creación de símbolos: banderas, himnos, normas, costumbres.

Conceptos básicos de la realidad son la vida cotidiana, que es la realidad interpretada por los hombres, se estructura en el espacio y en el tiempo y se comparte a través del lenguaje y las interacciones; la identidad, como producto social; el lenguaje, como sistema de signos para explicar y transmitir la realidad interpretada; la habituación, que crea pautas y mecanismos de acción, y la institucionalización, como proceso por medio del cual se comparte la habituación entre todos los miembros de la sociedad, lo que se convierte en norma y, por ende, facilita el control. (Berger y Luckman, 1995, 39-65).

La realidad se experimenta en diferentes grados de proximidad. Lo más próximo es lo que está más cerca al individuo y está determinado por lo que ese individuo hace. Lo más lejano es aquello de lo cual se tiene una experiencia indirecta, actos o productos realizados por personas a quienes no se conoce. En consecuencia, la experiencia tiene una importancia básica en la construcción de la realidad o mundo de la vida cotidiana. Lo que cada individuo aporta y lo que aportaron los que los antecedieron permite la acumulación de experiencias, que los autores citados denominan “acopio de conocimiento o cúmulo social de conocimiento” (Berger y Luckmann, 1995).

El mundo de la vida cotidiana es modificado en forma permanente por las personas y a su vez las personas son transformadas por las experiencias de la vida cotidiana. Los individuos modifican el entorno y el entorno transforma a los individuos. De esta manera, el ser humano se construye en sociedad, se realiza dentro de ella y solo se comprende dentro de ella. La sociedad le otorga a la persona su identidad.

En concepto de Berger y Luckmann, la realidad siempre tiene dos actores: el individuo que conoce y los otros, que son conocidos a partir de la subjetividad del individuo. La realidad se construye a través del intercambio continuo de subjetividades. De estos intercambios surgen los denominados “esquemas tipificadores de la realidad”, que marcan las pautas para la interacción con las demás personas y sirven para conocer a los otros según sus propias características.

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