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De la teoría a la práctica: Aplicando los 7 hábitos en la vida adolescente

robertorg_1226 de Septiembre de 2011

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COMENTARIO

Es un típico libro de autoayuda, con muchos ejemplos prácticos, y que propone siete hábitos para los adolescentes. Son interesantes, concuerdan con algunos de los recursos que nosotros estamos educando en nuestros cursos para padres. De una manera muy coloquial, el autor expone la mayor parte de las inseguridades propias del adolescente, dándoles una respuesta muy práctica: adquirir buenos hábitos de vida, saber verse a sí mismo de manera positiva, detectar dónde están los fallos o malos hábitos, todo esto les va a permitir a los chicos enfrentar mejor los desafíos vitales. No es un libro con una pedagogía muy elaborada, pero es útil para ir elaborando un mapa de los recursos de los adolescentes, de todo aquello que puede prevenir problemas y lograr una trayectoria positiva en estos años. Es interesante comprobar, según los ejemplos que da este autor, cómo los propios chicos o chicas encuentran a veces el modo de cambiar un hábito, el momento en que se les ocurre una buena solución, o detectan que hay creencias negativas perjudicándoles, porque podemos ayudarles, desde ese conocimiento de sí mismos, a fortalecer esos buenos hábitos.

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INDICE

PARTE 1: Los preparativos

Cap. 1: Adquirir el hábito: te hace o te deshace

Cap. 2: Paradigmas y principios: lo que ves es lo que tienes

PARTE 2: La victoria privada

Cap. 3: La cuenta de banco de las relaciones: comenzar con quien está en el espejo

Cap. 4: Hábito 1. Ser proactivo

Cap. 5: Hábito 2. Comenzar con la meta en mente

Cap. 6: Hábito 3: Poner primero lo primero

PARTE 3: La victoria pública

Cap. 7: La cuenta de banco de las relaciones: de lo que está hecha la vida

Cap. 8: Hábito 4. Pensar en ganar - ganar

Cap. 9: Hábito 5. Busca primero entender, luego ser entendido

Cap. 10: Hábito 6. Sinergizar

PARTE 4: Renovación

Cap. 11: Hábito 7. Afilar la sierra

CAPITULO 1. Adquirir el hábito: te hace o te deshace

Los siete hábitos que propone el autor para los adolescentes son: 1) Ser proactivo: hacerte responsable de tu propia vida, 2) Comenzar con la meta en mente: definir tu misión y tus metas en la vida, 3) Poner primero lo primero: marcarse las prioridades y hacer primero lo más importante, 4) Pensar en “ganar, ganar”: tener una actitud de “todos pueden ganar”, 5) Buscar primero comprender y luego ser comprendido: escuchar sinceramente a los demás, 6) Sinergizar: trabajar en conjunto para lograr más, 7) Afilar la sierra: renovarte con regularidad. El autor explica lo que estos hábitos no son, o lo que serían malos hábitos: 1) Reaccionar a los demás sin responsabilizarse de nada, culpando los demás o enfrentándose a ellos, 2) Comenzar sin tener claras las metas, no tener planes, no pensar en futuro ni en las consecuencias de lo que haces, 3) Dejar lo importante para mañana y hacer todo lo superfluo antes, 4) Ver la vida como una competencia perversa, no dejando que nadie tenga éxito, 5) Hablar siempre el primero y fingir que se está escuchando, hablar mucho y dar siempre tu versión de las cosas, 6) No cooperar, no llevarse bien con personas distintas, ser una isla, 7) Desgastarse, no renovarse, no superarse, no mejorar, no aprender. Qué efectos tienen estos siete hábitos, a qué ayudan a los adolescentes que los adquieren: a ejercer el control sobre sus vidas, mejorar sus relaciones con sus amigos, tomar decisiones prudentes, superar las adicciones, definir sus valores y lo que más les importa, hacer las cosas en menos tiempo, aumentar su seguridad, ser feliz, encontrar un equilibrio entre sus distintas actividades y obligaciones. El libro es una guía práctica para que la puedan consultar los adolescentes y aprender estos hábitos.

CAPITULO 2. Paradigmas y principios: lo que ves es lo que tienes

Paradigma es la manera como vemos algo, un punto de vista, marco de referencia o creencia. Pueden ser erróneos, y en algunos casos impedirnos lograr metas valiosas que sí podríamos alcanzar con otro marco mental. El paradigma es un modo de pensar sobre uno mismo, y por tanto de ver la realidad de un modo más positivo o negativo. A menudo no sabemos lo que nos estamos perdiendo, por una visión reducida de las cosas. Hay paradigmas sobre uno mismo, sobre los otros y sobre la vida. Si tienes una idea negativa de ti mismo, puedes imponerte limitaciones que no son necesarias: si estás con personas que confían en ti y que te enseñan, puedes superar las dudas y pensar de manera positiva. La mayoría de personas con éxito cuentan que en algún momento en sus comienzos alguien creyó en ellos, aunque solo fuese una persona, que da apoyo y fortalece o nutre sus aspiraciones, da consejo, y ofrece una visión positiva de las posibilidades de quien está empezando. Sobre los demás tenemos a menudo opiniones precipitadas, incompletas, imprecisas, o erróneas. Hay que ampliar la imagen que tenemos de otras personas, para comprender todos los hechos, hay que estar abiertos mental y afectivamente a nueva información, a las ideas y los puntos de vista de otros, estando dispuestos a cambiar de punto de vista cuando sea necesario. Para cambiar nuestras vidas es necesario cambiar el modo como vemos el mundo, para luego producir otros cambios.

También formamos paradigmas sobre cómo es la vida: ¿qué me impulsa, que me hace pensar, qué me obsesiona? A lo que damos más importancia es el centro de nuestra vida, formando un paradigma o visión del mundo. Qué ocupa las vidas de los adolescentes:

- Están centrados en sus amigos: necesitan un buen grupo de amigos y no sentirse excluidos. Son importantes, pero los amigos no pueden ser su centro. La identidad no puede basarse por completo en tener amigos. Los amigos son un fundamento inestable, según el autor.

- Están centrados en las cosas que tienen: el materialismo enseña a los adolescentes que gana quien tiene más cosas, también más logros y más títulos. Son valores, pero no podemos centrar toda la vida en ellos. La confianza debe provenir del interior.

- Centrados en sus novias o novios: los adolescentes tienden a centrar toda su vida en la persona que les gusta, lo cual supone que les cuesta más ser queridos por esa persona, resultan menos atractivos y pueden ser molestos, porque forman todas sus emociones alrededor de quien les gusta. Al entrelazar sus identidades, no consiguen desprenderse uno del otro, y aparecen los conflictos constantes.

- Centrados en la escuela: la educación es vital para el adolescente, para su futuro, pero las clases no pueden ser toda su vida. La obsesión por las calificaciones les puede hacer olvidar que van a la escuela a aprender.

- Centrados en los padres: son fuentes de cariño y de orientación, pero no se puede vivir para agradarles siempre, o para estar siempre con ellos.

Otros posibles centros: en los deportes o pasatiempos, en sus modelos o héroes, en las personas con quienes se llevan mal, en el trabajo, en sí mismos. El autor considera que es bueno aspirar a la excelencia, pero que no se puede basar toda la existencia en esa búsqueda, en el centro de la vida que sea. Incluso alguien que se apasiona, por lo que sea, no debe basar toda su vida en eso. El autor recomienda en cambio centrarse en los principios, en la búsqueda de lo verdadero. Menciona como ejemplos la honestidad, el amor, el trabajo bien hecho, el respeto, la gratitud, la moderación, la justicia, la integridad, la lealtad, la responsabilidad, y muchos otros. Los principios son fáciles de comprender, se comprenden con el corazón y nos impiden hacer ciertas cosas y nos llevan a hacer otras. Cuando se puede vivir mintiendo, estafando o manipulando, hay que mantener la fe en los principios, y saber que vivir contra los principios siempre termina por dejarnos desprotegidos. Mientras que todos los centros vitales del adolescente son importantes, están formando un círculo alrededor de sus principios. Se puede ver su importancia por una demostración contraria: que pasa si vivo siempre robando, por ejemplo.

CAPITULO 3. La cuenta de banco de las relaciones: comenzar con quien está en el espejo

Para ganar batallas en la arena pública (sociedad) primero hay que ganarlas internamente. El cambio se inicia en uno mismo. Los cambios no comienzan por padres, profesores o amigos: de adentro hacia fuera. Este capítulo se centra en los hábitos 1, 2 y 3. Qué es una cuenta personal, es como uno se siente consigo mismo. Hay síntomas positivos: como ser asertivo y resistir a la presión, no preocuparse de ser popular, ver la vida de manera positiva, confiar en uno mismo, vivir impulsado por las propias metas, alegrarse de los éxitos de los demás. Se basa en tener confianza en uno mismo. Cómo se logra: cumpliendo las promesas que se hace uno a sí mismo, realizando pequeños actos de generosidad, tener amabilidad hacia uno mismo, tener honestidad, renovarse (recuperar fuerzas), aprovechar sus talentos. Los compromisos con uno mismo deben cumplirse con seriedad, es necesario tener control sobre uno mismo, empezando por promesas pequeñas y que puedan cumplirse, para luego ir buscando compromisos más difíciles de cumplir. Hacer algo por los demás nos mantiene enfocados hacia fuera, no hacia el interior, cuando estamos deprimidos. Incluye ser agradecido a los demás cuando te hacen un favor. Ser amable con uno mismo es ser menos exigente, reírse de uno mismo, no tomarse demasiado en serio, perdonarse los errores. Ser honesto con uno mismo (mostrarse como uno realmente es), comportarse de manera honesta, no sentirse bien cuando se ha actuado mal. Los actos honestos aumentan la cuenta personal,

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