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Decalogo Unilibre


Enviado por   •  21 de Febrero de 2013  •  2.186 Palabras (9 Páginas)  •  380 Visitas

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PRINCIPIOS INHERENTES DEL TRABAJO SOCIAL

FUENTES DEL EJERCICIO DE LA PROFESIÓN (decálogo)

Este documento, centrará su atención en la fundamentación que pretende resaltar los principios y normas que enaltecen la labor primordial del trabajador social, con el fin de potencializar la realización y progreso del ser humano como ser social. Para dicha función nos basaremos en la conceptualización desarrollada por el Programa de Trabajo Social de la Universidad Libre, que define en nivel de importancia dado al tema que encierra el Decálogo del Trabajador Social. De lo anterior podemos empezar a construir la significación que dieron lugar en este documento guía “el decálogo del trabajador social”.

En este orden de ideas, comenzaremos con el principio uno de dicho texto, donde el autor hace los siguientes enlaces que definen la importancia del desarrollo humano como sentido del quehacer profesional del trabajador social, considerando la calidad de vida como un compromiso vital. Al respecto cabe decir, que existe una unión imprescindible entre lo humano y el trabajo social como ese potencializador e incrementador de las facultades del ser humano, entendiéndose este como ser activo dentro de su propio proceso de construcción, como el realizador de su propio avance y el arquitecto de su propio destino, cimentado en el bienestar social. Para ello, nuestro compromiso como trabajadores sociales debe estar ligado a la vena aorta de los factores que permiten que la vida del hombre alcance niveles de satisfacción y bienestar integral.

En relación al principio dos del texto, encontraremos las significaciones presentes entre las demandas sociales actuales como interés principal para no perder el norte de lo humano y la simplicidad de la gratitud. Comprendemos entonces que inherente a lo social estarán presentes los requerimientos del espacio y tiempo donde se desglosa la problemática social que surge, que en conjunto con los requerimientos, peticiones y necesidades que se efectúan dentro del ámbito social involutivo o evolutivo, con aciertos o desaciertos, el trabajador social debe enfocarse día a día en redescubrir los pasos que da nuestra sociedad con el fin de marcar la ruta para nuevos procesos que generen cambios positivos, teniendo siempre nuestra mirada hacia lo fundamental de la sensibilidad y el sentir del hombre, sin dejar de lado el significado de que nos debemos a la primicia de “lo social”.

Para definir el principio tres, veremos como para el autor es tan importante la significación de luz y dificultad, y la diferencia entre ser un protagonista de procesos humanos o un guía de los mismos. Ahora bien, uno de nuestros proyectos fundamentales como trabajadores sociales estará direccionado a trazar caminos, pintar nuevos escenarios y ser los guías potencializadores de las virtudes y dominios humanos, en todo tiempo donde la dificultad enceguece la razón, en el tiempo en que ver más allá requiere de otras miradas objetivas y precisas y donde la palabra “perdición” debe dejar de ser para el individuo, ya que somos seres potenciales, inventivos, de mentes brillantes, creados con todas las facultades explotables en el buen sentido de la palabra, a manera de desarrollo enriquecedor. Por lo anterior nuestro objeto estará descrito en ser el motor impulsivo de dichas características humanas, guías de gente dispuesta a ser parte activa de su proceso transformador, direccionándole siempre al compromiso consigo mismo para alcanzar la meta de construir una vida y una sociedad de bienestar.

Tomaremos ahora el principio cuatro, que define la escucha como un oficio, y muestra la importancia de la confianza en el otro como generador del cambio social. Se entiende entonces la escucha como el oficio regular y perteneciente a una labor específica, en este caso al trabajo social y su accionar en la vida del otro, dicha facultad, es adquirir la habilidad de trascender en la vida de quien necesita ser escuchado, es vivir sus experiencias transportándome a un mundo que es mi deber explorar, con el fin de hacer una evaluación objetiva, precisa y efectiva en cuanto a los criterios que me harán prestar una oportuna intervención, una mediación entre el contexto humano y su realidad. Intervención que requiere de un compromiso con el otro y una espera positiva de sus acciones, se requiere dar oportunidades de cambio, se requiere creer para tener un motivo de acción como trabajador social, para ejecutar y trazar caminos, de lo contrario no tendría sentido nuestra profesión. El fundamento del hacerme más humano está ligado a la creencia de que cualquier persona pese a sus circunstancias puede entrar en la toma de conciencia y decisiones que lo lleven a levantarse y continuar en pos de su progreso de vida de una forma real y positiva.

En cuanto al principio cinco, refiriéndose a la autodeterminación como la esencia de la acción transformadora y potencializadora de la existencia humana. En este orden de ideas concebiremos el dominio propio como ejecutador de cambios, será entonces nuestra fuente de grandezas sociales y humanas, allí donde el hombre logra reflexionar en su vivir y quehacer diario, donde surgen las más motivadoras reflexiones de vida, allí donde el yo y el ahora pesa más en el hombre. Será el atmósfera donde el trabajador social actuará con libertad, con posibilidad en un campo de disposiciones continuas, que hacen de esta profesión una realidad con sentido. Una acción sin decisión continua, es un círculo vicioso de frustración y fracasos, un naufragio en la inestabilidad, desequilibrio y vacilación enceguecedora de las potencialidades humanas.

Vayamos ahora con el principio seis, donde se aclara que la diversidad debe ser un efecto de la inclusión, la justicia y la comprensión. Donde se fomente la tolerancia, la convivencia y la justicia sin distinciones algunas. Fundamentados en lo anterior, potencializaremos el respeto como valor fundamental para que surja una clara visión de las diferencias sociales, que manan precisamente de allí, de nuestro entorno y realidad y que se componen de las introspecciones que cada individuo hace de su vivir y de sus experiencias en consonancia con esa realidad. Por ende, todo proceso que subyace en el ser humano, da cuenta de sus ires y venires, de sus metas y proyecciones, de las marcas de la vida, de la potencialidad de sus percepciones que lo enriquecen o debilitan, etc. De un sinnúmero de situaciones que solo cuentan una historia personal que nadie puede juzgar sin haberla observado bajo el lente de la experiencia. En otras palabras, juzgar en este caso, significará nada más que un juicio de los causantes de lo que se “juzga”, es decir, una opinión de

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