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Discapacidad

jeivcuga18 de Noviembre de 2013

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Hablar de una integración escolar de los niños con necesidades especiales ha sido un tema que ha llevado a varias controversias, pues muchos han tratado de explicar esta integración como una división y/o segregación de la educación, es decir, que para muchos especialistas estos niños serian mejor atendidos en una escuela únicamente para ellos, en aulas aisladas, donde los programas educativos estén dirigidos 100% a ellos pues eran tachados todos de la misma manera, nunca se percataron que aunque tenían capacidades especiales eran distintos en sus tipos de necesidades y el mismo contexto que los rodeaba hacia que éstas fueran muy diversas.

Han existido seres con discapacidades físicas o mentales; congénitas o adquiridas. En la antigüedad existieron seres humanos con costumbres siniestras y con fisonomía casi animalesca, considerados primitivos; cuando el homo sapiens se hace realmente hombre actual, es cuando adquiere conciencia religiosa y habilidad artística. En la Edad Media surgieron hospitales y conventos donde se alojaba y cuidaba a las personas discapacitadas; a las cuales se le consideraba poseídas del demonio o espíritus infernales. En el siglo XVI Pedro Ponce de León abandonó la posición Aristotélica, y consiguió enseñar a un pequeño grupo de sordos a hablar, leer y escribir. Años más tarde Valentin Hüay fundó en 1784 una institución para ciegos en París; un alumno de dicha institución Luis Braille, inventó el alfabeto que lleva su nombre. En el pasado tener un niño con necesidades especiales significaba que ese ser viviría condenado a vivir toda su vida en el encierro, en una aislamiento social sin derecho a ser atendido en todos los aspectos (clínica, psicológica, social y educativamente). Era un ser destinado al fracaso y la burla de los demás, un ser que aunque tenia capacidades diferentes era digno de integrarse a la vida educativa, social, económica y política de su contexto.

Al implementar los conceptos normal o anormal en la vida cotidiana puede sobrevenir graves inconvenientes ya que su definición y uso no siempre es adecuado para algunas personas y en algunos contextos; por lo tanto, este escrito procurará llevar al lector a tomar una posición crítica en cuanto a los modelos, los criterios, la utilidad y la validez de implementar el vocabulario cotidiano los conceptos de normalidad, anormalidad y discapacidad. Asumiendo que el concepto de discapacidad es relativo y varia según los contextos históricos y sociales, se debe precisar que también depende del ojo observador. Las políticas dirigidas a las personas con discapacidad cuentan con una importante tradición y desarrollo en modelos de intervención.

Como se menciono anteriormente, los términos normal-anormal tienden a definirse o a interpretarse no siempre de la forma más adecuada; en especial anormalidad, ya que por lo general denota un sentido peyorativo, aunque no contenga implícitamente ninguna connotación negativa, y bien se podría decir que normal o normalidad es todo lo contrario a lo ya descrito.

Se ha evolucionado desde el modelo tradicional (prescindencia) donde las personas con discapacidad eran apartadas de lo sociedad porque, entre otras cosas, se pensaba que albergaban mensajes diabólicos; dando paso al modelo rehabilitador o medico, surgido después de la II Guerra Mundial donde el sujeto es paciente de la asistencia médica. Hasta la actualidad, con el modelo social que el problema de la discapacidad no se centra en el individuo sino en el entorno que genera barreras a su desarrollo activo.

Este enfoque esta basado en una concepción sociológica que interpreta la discapacidad como fenómeno resultante, en una medida importante, de las estructuras opresoras de un contexto social poco sensible a las autenticas necesidades de las personas con discapacidad. Muy pocos sociólogos han orientado su interés hacia la discapacidad y la mayoría de los que lo han hecho desarrollaran su actividad fuera de la academia. La inmensa mayoría no comprometida directamente con el fenómeno de la discapacidad orientan sus percepciones y actitudes según los patrones tradicionalmente criticados por el modelo social.

Afortunadamente un nuevo aliento de renovación nace con la implementación del modelo social en la convención internacional sobre los derechos humanos con discapacidad. Este último modelo ha sido la consecuencia de una larga lucha plantada por las propias personas con discapacidad que tuvo sus frutos en diversos ámbitos. Uno de estos ámbitos es el del derecho internacional de los derechos humanos, con sus consecuentes implicaciones en los derechos de las legislaciones internas de los estados partes. El último logro en este sentido ha sido la reciente aprobación de la Convención Internacional sobre los derechos de las personas con discapacidad. No obstante en la dimensión social todavía queda largo camino por recorrer.

Los primeros síntomas del modelo rehabilitador datan de los inicios del tiempo moderno y la industrialización. Sin embargo la consolidación de este modelo, sobre todo en el ámbito legislativo, puede ser situada en los inicios del siglo XX. En cuanto a las causas podríamos decir que fueron la guerra y los accidentes laborales. Existen ciertos antecedentes que datan varios siglos atrás en la historia pero es a partir de los inicios del siglo XX cuando nace una nueva manera de abordar la discapacidad, tanto desde la perspectiva social como cultural. Al finalizar la Primera guerra mundial muchos hombres resultaron heridos de por vida, siendo denominados mutilados de guerra, a fin de distinguirlos de aquellos discapacitados por accidentes laborales.

Las causas que justificaban la discapacidad ya no son religiosas, si no que pasan a ser científicas, ya no se consideran inútiles respecto de las necesidades de la comunidad, tienen algo que aportar pero en la medida que sean rehabilitadas y normalizadas. En cuanto a la evolución de estas ideas la segunda guerra mundial generó cambios importantes, concretamente el nacimiento del movimiento medico y de la psicología de la rehabilitación y su expansión a todos los campos. Sin embargo la experiencia nazi práctico asesinatos de la forma más brutal con la pretensión de garantizar la mejora de la raza, los campos de concentración y las cámaras de gas se convirtieron en el destino de miles de personas aquejadas de trastornos y diversidades funcionales consideradas improductivas y peligrosas.

A diferencia de lo que ocurre con el modelo descrito anteriormente para aclarar el concepto de la persona con discapacidad desde la perspectiva del modelo rehabilitador. Podemos analizar la aun vigente LISMI: Ley de integración social de los minusvalidos de 1982, encontramos una definición de personas con discapacidad. ¨Minusvalido¨ según la terminología de la ley que resulta muy ilustrativa ¨ A los efectos de la presente ley se entenderá por minusválido toda persona cuyas posibilidades de integración educativa, laboral o social se hallen disminuidas como consecuencia de una deficiencia previsiblemente permanente, de carácter congénito o no, en sus capacidades físicas, psíquicas o sensoriales¨ . Según esta definición, las posibilidades de integración se encuentran disminuidas como consecuencia de la diversidad funcional, sin reparar en las causas o factores sociales. En énfasis se sitúa en la persona y su ¨ deficiencia¨ caracterizada como una anomalía patológica que impide a la personas realizar actividades que se consideran normales, es decir las que pueden realizar todas las personas que no padecen dichas diversidades funcionales. Al buscar las causas que dan origen a la discapacidad, las respuestas se centran exclusivamente en las limitaciones que tiene la persona. El ser humano se considera desviado de una supuesta norma estándar y por dicha razón se encuentra limitado o impedido de participar plenamente en la vida social. Desde este modelo la asistencia social, pasa a ser el principal medio de subsistencia para las personas con discapacidad. En algunos casos debido a la imposibilidad de ningún tipo de tarea rentable, pero en muchos otros a causa de la subestimación de la que son objeto y que genera la exclusión del mercado laboral de muchas personas con discapacidad, plenamente capaces de trabajar. Como resultado aparece la modalidad del empleo `protegido en casos donde no seria necesario sino fuera por la actitud discriminatoria imperante hacia este colectivo.

El tratamiento impartido a las personas con discapacidad desde este modelo se basa en una actitud paternalista, producto de una mirada centrada en la diversidad funcional, que genera subestimación y conlleva a la discriminación, buscando así la recuperación e incluso la normalización, generando cierto menosprecio con relación a las actitudes generales de las personas con discapacidad. El encargado de diagnosticar dicha normalidad o anormalidad pasa de ser del cura como hemos visto en el modelo anterior al medico. Si bien ya no es posible aniquilar la discapacidad, si reducirla socialmente, sus diferencias deben desaparecer, o ser disimuladas o ocultadas. Esta ideología, tendente a ocultar la diversidad funcional, puede verse claramente detrás de la práctica de la institucionalización.

De este modo por el mero hecho de tener una diversidad funcional, significa para las personas la pérdida del control de sus propias vidas y de su libertad, como la restricción y violación de los derechos más básicos Un exponente claro puede encontrarse en la esterilización forzada a la que se sometía a un gran número de mujeres institucionalizadas. Comenta Shappiro como Oliver Wendell Colmes, uno de los más distinguidos

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