EL MISTERIO DE LA MOMIA PERDIDA

EL MISTERIO DE LA MOMIA PERDIDA

Era una noche, como todas las noches, en el Museo custodiado por Manuel el antiguo empleado a punto de jubilarse. La noche anterior al robo se le sumaron Bernardo, trasladado de otro museo, y Benjamín, un empleado nuevo, un tanto raro este último. Las autoridades consideraron que Manuel necesitaba ayuda por ello le enviaron a dos empleados para ayudarlo debido a que Manuel se olvidaba de algunas cosas como apagar las luces entre otras.

Eran las tres de la madrugada del tercer viernes de agosto, las alarmas del museo sonaron sin cesar. Manuel, había quedado dormido, y con tanto escándalo se despierta. Al despertarse y ver que las alarmas suenan y suenan busca a sus nuevos compañeros y no los encuentra. Rápidamente, Manuel llama a la Policía informando lo que había ocurrido. La policía llega urgente al Museo y se dan cuenta junto con Manuel de que faltaba la momia. La momia de muchísimos años de antigüedad era uno de los objetos más importantes que tenía el Museo. De los nuevos empleados no se sabía nada. Manuel estaba desconcertado al igual que la Policía. No dejaron dicho nada a Manuel. La policía los rastreó por todos lados sin ningún resultado positivo.

Así pasaron los días sin noticias ni de los empleados del museo ni de la momia perdida. Hasta que un policía descubre a uno de los empleados, Benjamín. Estaba en el hospital con fuertes lastimaduras como consecuencia de corridas que habría realizado para escapar con Bernardo. La policía los interrogó y logró que confiesen que el junto a Bernardo fueron los autores del robo de la momia del museo. Los empleados confesaron que habrían dormido a Manuel para poder escapar con la momia y que en las corridas para llegar a un camión donde transportaban la momia uno de ellos, evitando escapar de unos guardias de casas cercanas, fue herido por un arma de fuego. Entonces, Bernardo se dirigió con la momia a una casa abandonada donde iban a pedir un rescate millonario. Por suerte, este plan no pudo ser concretado porque la policía los descubrió.

Es así que las autoridades del Museo confiaron nuevamente en Manuel, el empleado más viejo, y le pidieron que prepare a una persona de su confianza para cuando el abandone su trabajo para que este último aprenda los riesgos de este trabajo.

Fernando Mendoza

6° “C”

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