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PALEOPATOLOGIA EN MOMIAS DEL ANTIGUO PERU - MISTERIOS DEL ANTIGUO PERU


Enviado por   •  7 de Mayo de 2013  •  2.277 Palabras (10 Páginas)  •  485 Visitas

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PALEOPATOLOGIA EN MOMIAS DEL ANTIGUO PERU

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MISTERIOS DEL ANTIGUO PERU

A 70 Kms. de Lima, interminablemente asediado por turistas y "huaqueros", extiende su arenoso rostro el valle de Chancay. Como el resto de la costa, es amarillo, reseco, duro, indefinible. La costa: recorriéndole por tierra, una incesante repetición agreste. Un dolor parejo. Desde un avión: la franja impasible frente a un mar imposible, las olas grabadas con acero, una superficie brillante. Todo el paisaje se parece a la muerte. Chancay también. 0 tal vez más, mucho más. El Dr. Hans Horkheimer, que realizó las últimas excavaciones en la zona, calificó el paisaje de "dantesco". Entre los restos de los fardos funerarios destrozados por la avidez de los huaqueros, se veían las calaveras, los huesos dispersos; una larga antigüedad profanada.

Sin embargo, y aunque la cerámica y las telas de Chancay hayan sido repetidamente saqueadas (hasta el punto de que sean las más baratas en el mercado de "antigüedades"), había todavía mucho por extraer y estudiar. Las excavaciones fueron exitosas; el material, complejo y variado; y algunos descubrimientos, desconcertantes, extraordinarios. La investigación arqueológica se diferenció de otras por el hecho de contar con una valiosa colaboración. El Dr. Oscar Urteaga Ballón, distinguido patólogo, realizó el análisis más completo de todos los realizados hasta ahora sobre 25 momias y más de 200 cráneos y huesos.

Toda la paleo-patología peruana había estado concentrada en el estudio de las todavía dudosas "trepanaciones craneanas", es decir, en la investigación de la técnica operatoria que los indios habrían desarrollado para el tratamiento de los frecuentes traumatismos cerebrales. Algunos estudios se habían hecho también sobre la posible existencia de la sífilis (el Dr. Urteaga afirma que nada hace suponer, luego de minucioso análisis, que esa enfermedad haya existido en el Perú precolombino; todo indica, por el contrario, que fue otro de los tantos males de la conquista) y el Dr. García Frías había demostrado, por ejemplo, en 1940, la incidencia de la tuberculosis en los antiguos peruanos. Pero aún no se había realizado el trabajo riguroso, científicamente controlado que realizó Urteaga y que abre de un solo golpe tremendas e inmensas incógnitas. Es decir, preguntas. Es decir, incitaciones indispensables para el desarrollo de la ciencia. El trabajo de Urteaga fue complicado y sistemático, estudió desde el grado de conservación de los tejidos hasta la disección de filetes nerviosos y vasos sanguíneos, pasando por radiografías, cortes anatómicos, preparados microscópicos y estudios químicos.

EL MISTERIO DE LAS MOMIAS

Mucho se puede reconstruir a través de la paleo-patología. Hasta hechos tan simples y, sin embargo, tan notablemente asombrosos como la constatación de que en la piel de pies y manos de las momias no se notan las callosidades habituales de los sujetos acostumbrados (u obligados) a trabajar la tierra. Por el contrario, los "dedos finos y delicados" no manifestaban las huellas que actualmente podemos observar en cualquier trabajador manual. El Dr. Urteaga indica que estas callosidades recién se manifiestan después de los 40 años y que el promedio de vida de los Chancas era probablemente inferior a esa edad. Es decir que morían jóvenes, aún no marcados por los estigmas del tiempo y del trabajo. La hipótesis es discutible, pero abre el camino a otras: ¿No sería tal vez la vida de esos tiempos menos trabajosa que la actual? ¿Los hombres momificados no pertenecerían, tal vez, a las clases altas? La respuesta queda en suspenso, relegada por preguntas aún más importantes: ¿Cómo se logró esta magnífica conservación, que equivale "a la de las mejores momias egipcias"? ¿Hubo un procedimiento secreto, perdido, que permitió la perduración de las más pequeñas fibras, que alejó la putrefacción inevitable, oponiéndose a todas las leyes naturales?

Basándose en algunos cronistas, se ha afirmado que los indios extraían las vísceras ("como si ello impidiera la putrefacción de los tejidos blandos",) y "sacaban los sesos por la nariz". El Dr. Urteaga Ballón descubrió por primera vez tres cráneos con el encéfalo completo, de los que hablaremos más adelante. Observó además que para poder sacar la masa encefálico por la nariz hubiera sido necesario romper las estructuras oseocartilaginosas de la misma. Y estas estructuras se mantenían intactas en todos los cráneos. Los cronistas afirman también que los naturales del país exponían a los muertos a "determinados vapores de plantas". "No hemos hallado evidencias" –dice Urteaga- "pero nos es casi imposible aceptar que la momificación se haya llevado a cabo sin la intervención de la mano del hombre". Sin embargo, la mayoría de los investigadores actuales apoya esta última teoría.

Serían los mismos terrenos de la costa de los que ya hablé, las mismas tierras secas y estériles las preservadoras de los muertos, las embalsamadores naturales. Alejados los fardos funerarios del excesivo calor de la superficie (se entierran a cinco o seis metros) y no existiendo humedad ni lluvia, produciríase la disecación natural de los cadáveres. Pero esta explicación, pese a las numerosas pruebas que la apoyan (soldados de la guerra del Pacífico magníficamente conservados, un cadáver intacto luego de 40 años hallado en un ataúd de Trujillo) no terminan de convencer el espíritu investigador de Urteaga. "Hemos tomado diversos fragmentos de tejido de las momias y los hemos sembrado en los medios habituales que emplea la bacteriología para cultivar microorganismos, sin conseguir colonias de ningún germen aun después de ser expuestos al medio ambiente y sacadas con las manos envolturas y tierras". Es decir que en las momias (e incluso en la tierra del interior de los fardos, como demostró otra investigación) existe una substancia que rechaza a gérmenes patógenos y microbios; las momias "son estériles o refractarias". Aquí no se da ninguna "maldición del faraón", aquí no hay, como hubo en los catafaleos egipcios, gérmenes que produzcan muertes como aquellas que hicieron pensar en la lejana venganza de los reyes. Todo lo contrario, el medio es tan aséptico y estéril como el de la mejor sala de operaciones, las telas de los fardos podría ser usadas como gasas. ¿Habrá existido la "momifilina", esa substancia capaz de mantener alejados del cadáver a los gérmenes productores de la destrucción? Sin gérmenes, no hay podredumbre y mientras durara

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