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EL NARCOTRAFICO Y LAS DROGAS


Enviado por   •  22 de Julio de 2011  •  3.852 Palabras (16 Páginas)  •  1.390 Visitas

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EL NARCOTRAFICO Y LAS DROGAS

DROGAS

La droga es una sustancia química natural o sintética con efectos sobre el sistema nervioso central, que se consume para obtener una alteración del estado de ánimo que resulta placentera y que puede producir fenómenos de tolerancia y adicción.

El término ha perdido sus antiguos significados de sustancia química utilizada en la industria, en pinturas o en limpieza (droguería) y de fármaco (sustancia química con actividad terapéutica).

El número de sustancias que se engloban bajo esa denominación es muy amplio y diverso. Las drogas incluyen fármacos de prescripción legal cuyo uso indebido conduce a problemas de drogodependencia (barbitúricos), sustancias que se compran y se venden de forma ilegal (cocaína, heroína, Cannabis, LSD) y otras que se comercializan de forma legal (alcohol y tabaco).

LOS CARTELES DE DROGAS EN AMÉRICA LATINA Y REPÚBLICA DOMINICANA

El creciente comercio de drogas afecta a gobiernos y sociedades en toda la región, impone su lógica en países productores, de tránsito y de consumo por igual, y en todos los casos establece su dominio territorial mediante la violencia y el terror. Un informe especial del Grupo de Diarios América da cuenta de este fenómeno y alerta sobre algunos de sus efectos más evidentes: más delitos, más deserción escolar y un deterioro acelerado de la salud de la población.

El fenómeno del narcotráfico echa raíces y se extiende por América latina. Así lo confirman las cifras oficiales recogidas en este reportaje especial sobre el dominio o la territorialización del tráfico de drogas, elaborado por el Grupo de Diarios de América (GDA). Cada nación lo sufre de manera diferente. Pero existe un consenso: estamos, como región, ante un problema cada vez más acuciante y un enorme desafío para los gobiernos y las sociedades del continente, corroídos ambos por este flagelo.

Es que la venta de cocaína y pasta básica ha dejado de ser un mal exclusivo de los países ricos. El consumo de drogas se ha incrementado en la gran mayoría de ciudades de la región, agravando las contingencias de seguridad y de salud pública. Allí donde se comercializa cocaína y pasta base la delincuencia se dispara, crece la deserción escolar y la salud de los ciudadanos (sobre todo la de los jóvenes) se deteriora aceleradamente.

De acuerdo con sus necesidades y con las condiciones políticas, sociales, naturales y geográficas que encuentra en cada país, el narcotráfico se asienta según su conveniencia. Algunos países son productores y exportadores de cocaína, otros son empleados para el tránsito y reexportación de cargamentos ilícitos, y varios más son sólo puntos de venta y comercialización de estupefacientes, meros mercados. Pero siguiendo la lógica que dicta el negocio, esta actividad delictiva siempre reclama para sí el control de territorios, zonas y barrios en los cuales instaura su autoridad por medio de la violencia y el terror. Sucede así en las regiones cocaleras de Colombia y Perú, en los corredores de la droga del norte del Ecuador y en la larga franja que forma la frontera entre Colombia y Venezuela; en las favelas brasileñas y en algunos barrios marginales de ciudades como Buenos Aires, Rosario y Córdoba en la Argentina, Santiago en Chile, San José en Costa Rica y Lima y Trujillo en Perú.

Los productores

Desde los años 70 y 80, Bolivia y Perú tuvieron el dudoso honor de convertirse en los principales productores de hoja de coca y pasta base de cocaína del mundo. La conversión en cocaína de estos productos y su posterior envío al resto del planeta estuvo a cargo de traficantes colombianos. Pero desde fines de los 80, por impulso de los carteles de la droga, Colombia se transformó en el primer productor de hoja de coca del mundo.

En las últimas décadas, los poderosos cárteles colombianos perdieron en parte de su capacidad de corrupción y dominio territorial. Hoy, según la policía local, sólo existen organizaciones de narcos con fuerte influencia en los Llanos Orientales, desde donde se envía la coca a México y EE.UU. a través de Venezuela y Brasil. También suelen moverse por la región de Urabá, la Costa Atlántica, el Putumayo, Nariño, el Valle y los límites entre Antioquia y Córdoba.

Informes recientes de inteligencia, sin embargo, aseguran que pese a no tener ya el absoluto control territorial, los cárteles colombianos ejercen presión mediante ejércitos privados, conformados por paramilitares desmovilizados de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). Su área de influencia comprendería grandes extensiones de cultivos en esos departamentos, ríos y esteros utilizados para sacar la droga hacia las costas y hacia zonas de difícil acceso.

El último estudio de la Oficina contra el Delito y las Drogas de Naciones Unidas, de 2007, muestra que el área afectada alcanza a las 78.260 hectáreas, 9% menos que en 2005 y bastante menos que las 163.000 hectáreas detectadas en 2000, cuando se registró el récord histórico.

En la actualidad hay cultivos ilícitos en 23 de los 32 departamentos del país. Según la ONU, en regiones como Antioquia, Nariño, Chocó, Córdoba y Meta -parte de las zonas estratégicas de conflicto y disputa entre las nuevas organizaciones de narcos-, entre 2001 y 2006 crecieron hasta 2% las áreas sembradas. La más perjudicada es la del Pacífico, con un aumento del 68%. En departamentos como Magdalena, Meta, Guaviare, Nariño y Antioquia, estas bandas delinquen en alianza con la guerrilla de las FARC, que financia gran parte de su gasto militar con los dividendos del narcotráfico, aunque ya no a la escala de algunos años atrás.

En el caso de Perú, durante los años del primer boom de la coca (de 1980 a 1995), el Huallaga, una extensa región de la selva central peruana, se convirtió en el paraíso del narcotráfico. En medio de los bosques y los pantanos y con el respaldo de la violencia más criminal que haya sacudido al país (desatada por Sendero Luminoso), prosperaron, se arruinaron, murieron o fueron encarcelados decenas de narcos.

Si bien la situación allí ha mejorado, el narcotráfico aún mantiene en vilo a la región. En los primeros días de mayo de 2007, un grupo de comandos fue recibido por una lluvia de balas en las cercanías de un casería de la zona. Tras repeler el ataque descubrieron lo que esperaban: tres laboratorios muy precarios de pasta básica. Y en el tronco de un árbol, a manera de advertencia, alguien había tallado una hoz y un martillo y las siglas PCP (Partido Comunista del Perú, nombre oficial de Sendero Luminoso).

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