Caso práctico: México, Narcotráfico y legalización de las drogas

Ética

Caso práctico: México, Narcotráfico y legalización de las drogas

El narcotráfico es una industria ilegal presente en todo el mundo, que relaciona el cultivo, distribución y venta de drogas o armas ilegales. A corto y a largo plazo provoca crimen, violencia, corrupción y desintegración social, convirtiéndolo en un grave y complejo problema de las sociedades modernas. Este negocio ilícito produce a nivel mundial 320.000 millones de dólares al año aproximadamente.

En nuestro país, la imagen más común del narco suele contener los elementos típicos de la nota roja: violencia, armas, corrupción y, por supuesto, drogas. Hay otro aspecto igual de importante y que explica su alcance y la dificultad de extirparlo: su fortaleza económica. Esta actividad ilícita genera en México 19,000 millones de dólares (yd), según cálculos de Expansión con datos de los gobiernos de México y de Estados Unidos. Esta cifra se asemeja a la de los envíos de remesas y es mayor a las divisas que atrae el turismo. Sus grandes retribuciones, por tanto, hacen del narcotráfico un negocio fuerte y peligroso.

Por otro lado, esta actividad ocupa en México a medio millón de personas, entre las que cuenta a gatilleros, cosechadores de marihuana, ‘cocineros’ (quienes producen las anfetaminas) y transportistas, entre muchos otros; esto es, 25% más personas de las que emplea McDonald’s en todo el mundo. Y eso sin contar a policías, arquitectos, contadores o financieros que trabajan indirectamente para los delincuentes. En 60% de los municipios del país, hay gente empleada por el crimen organizado, según calcula el senador Ramón Galindo, ex alcalde de Ciudad Juárez.

El narcotráfico se vale de la pobreza para funcionar y crecer, ya que los mayores productores y traficantes crecen y se desarrollan en los países de “Tercer mundo”, entre los que se encuentran Colombia, Brasil, Bolivia, México, Perú, China, Myanmar, Laos, Vietnam, Tailandia, Nigeria, Sudáfrica y otros países africanos. Los narcotraficantes utilizan las zonas rurales pobres para la producción de cultivos de drogas, así como los bolsones de pobreza en las ciudades y pueblos para vender, traficar y consumir. Reclutan niños, mujeres, jóvenes y, en general, personas con escaso ingreso económico. Esto provoca que miles de personas pobres en todo el mundo mueran, sean arrestadas y arriesguen su salud por algunos dólares.

Es necesario mencionar, además, que los cárteles se nutren de personas regulares, pero prefieren a exmilitares o expolicías. Durante el sexenio de Vicente Fox hubo 126,000 deserciones militares. Pero el mayor ejército que tienen las organizaciones del narcotráfico son las policías municipales y algunas estatales, según expertos policiacos y oficiales estadounidenses. De los 420,000 policías municipales en todo el país, fuentes estadounidenses estiman que 80% están corrompidos y trabajan para algún cártel

La violencia aumenta notablemente cuando el narcotráfico tiene presencia considerable en un lugar entre diferentes grupos, mismos que se pelean por territorio para hacer negocios; así como por enfrentamientos con las fuerzas de seguridad, provocando que la inseguridad y los delitos sean habituales. No obstante, en algunas regiones los cárteles de la droga tienen un gran apoyo popular ya que ellos brindan ayuda social en ausencia del Estado, lo cual es gravísimo ya que en los países en donde el narcotráfico tiene gran influencia y presencia en la sociedad, los problemas y desajustes económicos, culturales y políticos suelen incrementar con el tiempo.

En el caso de México, además de ser uno de los principales países de tránsito de drogas, es también el mayor productor de marihuana y uno de los principales productores y proveedores de metanfetaminas y heroína, que se distribuyen principalmente en Estados Unidos.  Según el Reporte del Congreso de los Estados Unidos, los cárteles de drogas mexicanos controlan aproximadamente un 70% del tráfico de drogas que entra de manera ilegal a dicho país. El departamento de Estado de los Estados Unidos estima que el 90% del tráfico de cocaína, transita por una ruta originada en Colombia y que cruza por México, generando ganancias de entre $13.6 y $48.4 millones de dólares al año. Igualmente, los cárteles de droga mexicanos han aumentado el tráfico ilegal de dinero en nuestro país, debido a la venta de drogas, mejorando además las maniobras de transporte por vía terrestre, lo cual se ve favorecido gracias a la eficacia del monitoreo en las transferencias de dinero electrónicas por parte del lado norteamericano.

Pero el precio que paga México por esta actividad es muy alto. Según Francisco Thoumi, un académico colombiano que ha estudiado este fenómeno, la economía ilegal es una expresión de capitalismo crudo y primitivo, que contradice el espíritu de cambio. “Esta industria debilita la legitimación de los derechos de la propiedad, desinfla el crecimiento de la economía formal, dificulta la obtención de impuestos, demanda más gasto público y legitima la violencia como la mejor arma predatoria de negocios”, escribió en su libro Economía política y las drogas ilegales en Colombia.

El problema del narcotráfico es más complejo de lo que las cifras anteriores pueden indicar. Es un círculo vicioso en el que, al parecer, toda la sociedad en cualquier ámbito sufre las consecuencias negativas. Un ejemplo de esto es el dinero que se gasta para combatirlo: cifras publicadas en 2009 afirman que 104, 907 millones de pesos fueron invertidos de lleno a la seguridad y al combate al narcotráfico (SusoRail, 2009) cifra que supera la cantidad invertida en el presupuesto de la Federación al Sector Salud, Desarrollo social, Medio ambiente y Recursos naturales, así como Comunicaciones y transportes.  La llamada “Guerra contra el narcotráfico”, que se conoce como el conjunto de operativos que el gobierno ha implementado para eliminar a los cárteles de drogas, no ha dado un buen resultado. México se encuentra clasificado como uno de los países con mayor violencia y esta violencia ha sido causada en mayor parte, por dichos cárteles.

En 2008 Felipe Calderón afirmo que prometía vencer el narcotráfico y que lo pretendía hacer de raíz; sin embargo, al parecer las cosas han empeorado de manera exagerada. Actualmente la gente vive con miedo constante, con inseguridad y drogadicción a la vuelta de la esquina. Hoy en día cualquier persona puede comprar droga barata, de manera rápida, y manteniendo el anonimato y la confidencialidad.

El narcotráfico ha sido capaz de aumentar su poder gracias a la corrupción y falta de valores en los ciudadanos de cualquier estrato social. Por eso, habría que cuestionarse acerca de la posibilidad de un cambio interno, antes de pretender corregir los problemas desde afuera, aún cuando las políticas empleadas parezcan eficaces. En este sentido, la mayoría de los mexicanos critican al gobierno, argumentando no sólo su ineptitud frente a los más graves problemas de nuestro país, sino incluso infieriendo que está involucrado con los mismos cárteles, razón por la cual la lucha contra el narcotráfico nunca terminará y, más bien, adoptará más y mejores formas de poder y aceptación social. Sin embargo, el común de la gente difícilmente analiza que los narcotraficantes o los cárteles no crecen ni se hacen ricos por arte de magia; se hacen ricos porque las personas consumen lo que ellos venden. Algunas estadísticas afirman que en México se ha elevado el consumo de drogas: “En 1998 el 1% de los mexicanos consumía marihuana, y el 0.3, cocaína, pero una década después se elevó a 4.2 por ciento y 2.4 por ciento, respectivamente.”(AGENCIAS/MÉXICO, DF).

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