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EL SECRETO DEL CEREZO (historia para continuar de creación propia)


Enviado por   •  7 de Marzo de 2018  •  Tareas  •  1.486 Palabras (6 Páginas)  •  66 Visitas

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Hace ya más de un mes que empezaron las clases en mi nuevo instituto, y la verdad es que estoy contentísima. Tengo muchos amigos, entre ellos mi amiga inseparable Liliana, estoy contenta con los profesores y el nuevo negocio de mi madre es un éxito en todo Vigo. En la fiesta de cumpleaños de Leonor (una compañera que lo hace todo a lo grande), todo el mundo compró un vestido en la tienda de mi madre. Ella estaba impresionada. Lo que ganaba en seis meses en Murcia ahora lo ganaba en un mes aquí. Además, ahora me deja ayudarla a hacer vestidos. Esto no puede ir a mejor. Mi vida en Vigo es infinitamente mejor de lo que me esperaba.

Bueno, creo que ya va siendo hora de que me presente. Mi nombre es Alexandra, Alexandra Guzmán, pero podéis llamarme Alexa. Tengo la tez algo morena, el cabello marrón como una hoja caída en el nostálgico otoño. Suelo recoger mi ondulada melena en una trenza simple, aunque cuando tengo más tiempo por la mañana, me recojo el pelo en una trenza espiga. Tengo los ojos de color jade, como la piedra que llevo siempre colgada del cuello y guardo como un tesoro. El collar me lo dio mi madre, y me dijo que se lo había entregado su madre como herencia cuando la mandó a España. Ella tiene una hermana mayor que se quedó en Japón con su familia, y no supo nada más de ellos. Una pareja la adoptó cuando apenas tenía un año. Lo único que poseía de su familia era un jade, que siempre llevaba consigo, y una foto de estudio. En ella aparecían su madre Sakura, su padre Romeo, su hermana mayor Kiko, sus abuelos maternos Akane y Hiroshi, sus tíos Emiko y Kaori y sus abuelos paternos Irene y Paulo.

Mi madre cuidó el jade como si fuera un tesoro, y ahora me toca a mí hacer lo mismo. En fin, que me desvío del tema. Mis gafas son negras como el azabache y moradas como un campo de lavanda provenzal. Suelo vestir con unos vaqueros, unas zapatillas Converse y la primera camiseta que vea al abrir el cajón por la mañana. En ocasiones especiales suelo llevar un vestido precioso que diseñé con mi madre. Tiene un estampado de flores de cerezo bajo un fondo azul y me llega por los tobillos, tiene las mangas como una túnica y una cintura ajustada. Es mi prenda favorita y la acompaño con unas sandalias plateadas en verano y unas bailarinas blancas y una torera rosa coral cuando hace más frío.

Soy una persona altruista y graciosa, aunque a veces puedo ser un poco borde cuando me pongo nerviosa. Mi sueño es ser modista, como mi madre, pero también barajo la opción de ser profesora de plástica, que es otra de mis grandes aficiones. En mi tiempo libre me gusta tocar la guitarra, diseñar ropa, cocinar y pasar tiempo con mis amigos. En general soy una chica normal. Mido un metro setenta y soy normal tirando a delgada.

Como ya dije antes, estoy contenta en mi nuevo hogar, y podéis llamarme loca, pero presiento que se avecina la mayor aventura de mi vida.

Los días pasaban, las semanas volaban, y llegó el día en el cual mi madre me preguntó:

- Alexa, ¿puedes venir un momento?

- Vale, voy. Espera un minuto.- Noté algo en su voz, como un ligero pesar. No le di importancia.

Me apeé de mi silla y fui corriendo al salón, donde mi madre estaba planchando. Cuando me vio, se sentó en el sofá, y yo con ella. Estaba seria, pero no del todo. Tenía una leve sonrisa. Nunca la había visto así.

- ¿Qué pasa?- le pregunté, enarcando una ceja.

- Ya tienes 16 años, y ya he encontrado el número de mi hermana, y ... mira, voy a ir al grano. He estado hablando con tu padre y hemos decidido que ya estás lista.

- ¿Lista?¿Para qué?

- Para viajar a Japón con tu tía Kiko

- ¿En serio?

- Sí, si quieres, claro.

- ¡Sí, sí, claro que quiero!- respondí con un brillo en los ojos y una sonrisa de oreja a oreja.

- Bueno, pues vamos a ir planeando el viaje, no lo dejemos todo para el final - dijo ella con otra sonrisa.

Nos levantamos y fuimos al escritorio, donde está mi portátil, para ver los vuelos a Japón.

Declaro el 17 de diciembre el día más feliz de mi vida por el momento. Lo único que conozco de mi tía es su nombre y la foto que antes mencioné. Según lo que me contó mi madre, Kiko tenía una preciosa y larga cabellera azabache y unos ojos color ámbar. Su cara no delataba para nada su ascendencia china. Ni ella ni mi madre tenían los ojos rasgados. Mi madre sabe su apariencia física

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