ESCRIBIR PARA NIÑOS

Escribir para niños

Aunque algunos consideren la literatura infantil como una literatura de segunda, no se debe menospreciar la dificultad que entraña crear obras dirigidas a personas que, aunque están definiendo su personalidad, saben discernir entre obras de calidad y mediocres.

La lectura, siendo un proceso de significación y comprensión, requiere un aprendizaje. Este aprendizaje pasa por diferentes fases hasta llegar a ser óptimo, por tanto, como se menciona en el artículo, los escritos deben adaptarse al nivel evolutivo de los niños. Pero adaptarse no significa simplificar el contenido, sino adaptar el lenguaje al receptor para que se pueda dar una comunicación de calidad. El empleo de un lenguaje enrevesado y la narración de historias vacías pueden hacer que el menor pierda el interés por el texto. Pero si se consigue que la historia les enganche, por su trascendencia, originalidad, etc. es posible que superen sus limitaciones lingüísticas para conseguir comprenderla. En este sentido, como bien indica Delibes (1983), la literatura infantil debe cumplir tres premisas: tener el tema adecuado, ser breve y lineal. La estructuración lineal, donde los sucesos ocurren de forma progresiva y lineal, favorece la comprensión ya que permite establecer relaciones causa-efecto (Propp, 1928). Además el seleccionar el tema adecuado consigue despertar la motivación que permite a los lectores superarse para eliminar las barreras lingüísticas que dificultan la comprensión. Por último, como menciona el autor, la ausencia de florituras que desvían y hacen más tediosa la lectura es esencial, ya que la brevedad permite a los lectores nóveles no distraerse y mantener el interés por llegar al desenlace.

Los niños y adolescentes tienen una serie de características particulares que les convierten en un público exigente ávido de obras que requieren una labor minuciosa de síntesis y afinamiento del autor. De este modo, podemos decir que menospreciar este género es sinónimo de no conocerlo.

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