EVALUACIONES ALTERNATIVAS. SCHNEIDER

EVALUACIONES ALTERNATIVAS. SCHNEIDER

Qué tan arcaicos podemos ser en el aula desde el tópico de la evaluación…quizás mucho. En el proceso de auto-preguntarnos encontramos implícitas bastantes preguntas, que van desde nosotros mismos como profesionales en primer lugar, a las cuales no damos respuestas contundentes y, en segundo lugar el diagnóstico de los alumnos y nuestro papel respecto al manejo de tales resultados e incidir en sus aprendizajes.

La primera alternativa es la propuesta de Schneider, que señala a la evaluación como herramienta e invita a rever la propia tarea docente desde varias perspectivas: modo de perfeccionar los resultados; mediadora en los procesos de los alumnos y sus productos de aprendizaje; y como un hacer del agente responsable para sentar bases cognitivas de los alumnos en otras palabras, coadyuvar para que el estudiante se autoevalúe en relación a lo que aprende.

La segunda alternativa es de tipo didáctica, Schneider señala a la autoevaluación como elemento orientador para revisar aquello que represente atención. Incluso demanda que cada docente vea la relación enseñanza-aprendizaje de modo diferenciado. Son procesos concatenados pero con la posibilidad de separarlos para el análisis e incluso llegar a la reflexión y la metacognición [según Dorado Perea es: “la capacidad que tenemos de autorregular el propio aprendizaje, es decir de planificar qué estrategias se han de utilizar en cada situación, aplicarlas, controlar el proceso, evaluarlo para detectar posibles fallos, y como consecuencia... transferir todo ello a una nueva actuación” (1996)]. Autoevaluación es igual a reflexión y metacognición…[Schneider (2005): consiste en un procedimiento que posibilita tomar reconocimiento y generar una revisión de los propios procesos cognitivos]. Ambos autores versan sobre la propiedad intrínseca del ser humano.

Evitando para ello el imperio del poder docente en el aula, hoy la evaluación es un ejercicio de responsabilidad social-áulica y no de calificar o concentrar resultados para ser utilizados administrativamente…es un cambio, de lo estadístico al sujeto que aprende. Una escuela que forme, un aula, un docente preocupado por la construcción integral del alumnado. Y para ello, primero debería ser la autoevaluación del docente. Qué inicie por interrogantes propios del quehacer (que debata, que disenso, que discuta y retroalimente el despliegue de sus labor frente al grupo escolar). Como señala Schneider la autoevaluación “no se limita a solo una cuestión”. Se infiere que es todo un entretejido de acciones dotadas de sentido y metas para alcanzar con los alumnos en su proceso de aprender y en la responsabilidad de enseñar.

Y la forma más propia de recomenzar a reflexionar el quehacer de evaluar, puede estar suscitado desde lo que llamamos proyecto educativo con preguntas, con descripción de hechos, con

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