Educacion Y Neoliberalismo En México

Desde la década de los 80 los jóvenes que nos formábamos en alguna institución de enseñanza media y media superior (secundaria o bachillerato) comenzamos a cobrar conciencia de que en la sociedad se había fijado una idea sobre una superioridad en la calidad de la educación privada sobre la pública. Esta idea se ha convertido a los ojos de la sociedad en una “verdad absoluta” luego de la penosa y larga huelga que sufriera la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) que consumió el prestigio internacional ganado a lo largo de décadas que tenían las instituciones públicas de educación superior, aún cuando ello implica una generalización totalmente tendenciosa e inexacta. Quienes ahora formamos parte de la matrícula de una Universidad pública estamos viviendo un momento en el que el proceso de la contrarreforma educativa, -complemento de la reforma económica- que prevé la destrucción del modelo educativo humanístico del Siglo XIX, se está acercando peligrosamente al punto sin retorno, lo que significaría el principio del derrumbe de la educación laica y gratuita obligada por el Artículo 3° Constitucional.

Las políticas neoliberales en educación extendieron la cobertura pero no mejoraron la calidad de la enseñanza, y aunque las medidas neoclásicas están enfocadas a mejorar la eficiencia de la educación, el problema para universalizar la educación básica es precisamente la falta de equidad en el SEM. Como se puede observar los problemas de la educación son estructurales, ya que ahora se encuentra en un proceso de mercantilización debido a la implementación de las políticas neoliberales. La educación se convirtió en una mercancía sujeta a las fuerzas de mercado.

-En la reflexión del doctor Jaime Ornelas Delgado, el neoliberalismo impuesto desde 1982, es no sólo un modelo económico sustentado en el mercado, sino también como paradigma político e ideológico. Porque plantea que hay que educar y preparar para competir, y enseñar cómo ganar y es por tanto construir una ética reducida al triunfo, dejando sin sentido la justicia social, y convirtiendo la vida en una obsesiva y destructiva competencia, por alcanzar un estatus de "respetable" condición.

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