Educacion
829837510 de Octubre de 2012
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Preocuparse como hábito heredado o aprender a ocuparse como hábito creativo?
El primer elemento que debemos tener en cuenta, es que la vida es energía y parte de las energías infinitas del universo.
En consecuencia aprender a vivir es aprender a emplear la energía que nos vincula con todo lo demás existente. En ese sentido, aprender a vivir es complementario de aprender a convivir. Es decir, aprender a vivir con todo lo existente.
Pero el aprender es una experiencia que necesita del conocimiento para lograrlo.
Para que ello sea posible, es necesario aprender a conocer las diferentes capacidades que, desde el “mundo externo” (medio social), son “captadas” por el organismo del individuo humano, percibidas, interpretadas, consolidadas y registradas como memorias. Pero esta “captación” sensorial, y su posterior proceso de elaboración intelectual, son tan sólo parte del proceso que esas energías externas, van a generar como reacción en nuestra capacidad sensible, cuyos “moderadores” son los estados emocionales. A su vez, estos estados emocionales en sus variaciones van a generar diferentes respuestas en nuestros impulsos instintivos. Y por último, como resultante del funcionamiento de todas estas capacidades, y en relación con el accionar de la capacidad afectiva, se generarán variaciones en el vínculo del individuo humano con el medio ambiente en el que participa.
Ahora que, como el intercambio de energías vitales, se lleva a cabo de manera continua, dinámica y evolutiva en cada instante de la realidad, dado que somos parte de la evolución de la humanidad, el ocuparse de vivir y de convivir, significaría tener que aprender a hacerlo en cada instante.
Pero en esto se presenta un inconveniente.
Si bien las energías de vida se intercambian evolutivamente en cada instante que siempre es generador de una experiencia nueva, la actividad de nuestra capacidad sensorial y de nuestra capacidad intelectual, resultan insuficientes o inadecuadas para acompañar la evolución verdadera que el individuo humano lleva a cabo aunque lo desconozca.
Por ese motivo, desarrollamos y empleamos la experiencia heredada en los genes y reforzada en las diferentes culturas del hábito de preocuparnos.
El gran problema de emplear el hábito de preocuparnos, surge porque al hacerlo, empleamos posibilidades desconocidas del futuro (no existe la posibilidad de memorias del futuro), y que como generan estados de angustia (e intelectualmente miedos), recurren inexorablemente a estados depresivos, en el que existen memorias de hechos pasados, pero que como no suceden en el presente, provocan sensaciones de inseguridad y nuevos temores en el presente, porque se genera un “vacío de realidad” que se desconoce como aprender a emplear de manera creativa, constructiva, eficiente, eficaz y conscientemente responsable.
El conocimiento de estos procesos descriptos, respecto a cómo se originan y emplean las preocupaciones como hábitos rituales, es imprescindible como referencia para a partir de ellos, aprender a crear el hábito de ocuparnos de vivir en la realidad de cada instante y de convivir con todo lo demás existente en ese mismo momento.
¿Porqué motivo expresamos aprender a crear el hábito de ocuparnos?.
Porque si bien nuestra capacidad sensible, cuyos elementos que la componen son las variaciones emocionales (infinita en sus posibilidades), los impulsos instintivos de conservación (variables en cada nueva circunstancia) y las diferentes variaciones del empleo de la capacidad afectiva que nos permite vincularnos con todo lo demás existente (también variable en cada instante), emplean un dinamismo continuo y evoluciona en cada instante con la humanidad, las capacidades sensoriales e intelectuales, que vinculan
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