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Educación


Enviado por   •  10 de Junio de 2014  •  670 Palabras (3 Páginas)  •  207 Visitas

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CUANDO HABLO CON personas más jóvenes que yo que pasaron por las mismas escuelas, llegamos irremisiblemente a la conclusión de que la época en que yo estudié es, comparada con la actual, la edad de oro de la enseñanza.

En efecto, muchos de mis profesores se han distinguido en la vida real. Uno de ellos es secretario de Estado, otro subsecretario, otro fue durante muchos años jefe de un partido político, otro murió, y su nombre fue a dar en letras de oro en la entrada de un recinto público, etcétera. Otro de ellos, sin haber llegado a alguna cumbre burocrática o pública, han dejado huella en la educación mexicana, son autores de libros de texto, inventaron nuevos sistemas de formular la regla de tres, y uno de ellos adquirió fama por haberse aprendido de memoria las tablas de logaritmos, del uno al cien – pasó tres años en un manicomio, siguiendo un tratamiento especial que le dieron para que las olvidara.

Lo que quiero decir es que, vista desde lejos, la educación que recibí es de primera. Vista en detalle, presenta logros significativos.

Uno de los éxitos académicos más grandes que tuve en la primaria ocurrió cuando cursaba el quinto año. El profesor Farolito, llamado así porque se sonrojaba cada vez que sus alumnos participaban, cosa que ocurría diariamente, hizo una pregunta de Geografía, que recuerdo muy bien, y que estudiando un mapa pude comprender en qué consistía.

Estaba formulada más o menos así:

¿Cuál es el río del Canadá que nace en las montañas M y desemboca en el lago N?

Se la hizo a un alumno que estaba sentado en la primera fila:

- El San Lorenzo – contestó el interrogado.

- Falso – recordemos dijo el maestro señalando al alumno de junto.

- Saskatchewan –contestó éste.

- No exactamente.

Fue preguntando, uno tras otro, a cuarenta alumnos. Todos ellos […] dieron por respuesta una de las dos que ya estaban probadas falsas. Farolito usaba diversas formas para alentarlos en la participación. Por fin me tocó el turno de responder.

- El Mackenzie –dije.

Farolito ¡muy bien! aplaudiendo de gusto.

- Dos puntos Ibasgonguitia –Recordando mi nombre correctamente.

Me puso como modelo de aplicación. Como ejemplo de que basta con poner atención a lo que se dicen en clase para saber las respuestas. Mi triunfo fue completo porque el profesor pidió que explicara a mis compañeros cómo había llegado a la conclusión de que la respuesta correcta era “Mackenzie”.

Yo expuse lo siguiente:

- Al hablar de los ríos

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