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El Estado

jaimeaef24 de Octubre de 2012

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ALGUNAS TEORÍAS SOBRE EL ORIGEN DEL ESTADO

Como hemos planteado en la introducción, desde nuestro punto de vista existen dos grandes teorías para explicar la organización social y su “evolución” en todos los aspectos, ya sean estos infraestructurales (economía), estructurales (política) y superestructurales (ideología y cultura).

La primera de estas dos grandes teorías es la de la armonía social, entendida en el sentido de que existe una tendencia interna dentro de cada sociedad que la conduce a reproducirse a sí misma dentro de un esquema de colaboración entre sus integrantes, corrigiendo, al tiempo, aquellos elementos que pueden tender al desequilibrio o adaptando según sus necesidades, aquellos aspectos novedosos para la misma.

Los máximos exponentes de esta concepción social son las escuelas Funcionalista y Estructuralista. En primer lugar, la escuela Funcionalista basa su análisis en la teoría de que el orden social se fundamenta en el funcionamiento armónico de la sociedad; frente a la tendencia de evolución de esa sociedad, se plantea que ella misma tiende a ser funcionalmente equilibrada, y la estructura social funciona por necesidades básicas. La escuela Estructuralista plantea que la cohesión estructural de la sociedad sólo se explica gracias a una conciencia colectiva, que se traduce en una solidaridad que permite organizar la distribución del trabajo; la sociedad estaría estructurada gracias a su conciencia social (mentalidad) y a su orden solidario de organización, realizándose la integración en la división del trabajo.

La otra gran teoría sobre la organización social es la teoría del conflicto, entendida como una tendencia de la sociedad a resolver las contradicciones y tensiones, tanto externas como internas. Spencer sostiene la idea de que el conflicto se desenvuelve en una dinámica externa, siendo resuelto generalmente por la guerra, cuando la sociedad está capacitada para afrontar, gracias a un mejor gobierno, sus conflictos con otras sociedades; la adecuación de todos los recursos para el logro de la victoria hace posible la cooperación que permite el cumplimiento del objetivo marcado y así mismo, la reiterada victoria permite el aumento de prestigio y poder de una minoría dirigente de la guerra. Marx y Engels son los sostenedores de otra variante en la teoría del conflicto; ésta se basa en la dinámica interna del mismo y se plantea como el intento de solución diacrónica de una situación sincrónica, cual es la apropiación de los medios de producción por parte de una minoría de la sociedad.

Estas dos corrientes tienen en común la asunción de la lucha, sin descartar el uso de la violencia, como método para lograr los objetivos sociales; no obstante, mantienen entre sí una importante diferencia, pues mientras la teoría del conflicto como dinámica externa, necesita de la existencia de una estructura estatal o paraestatal e incluso se apoya en ella como medio para lograr sus objetivos, tendiendo a reprimir cualquier actuación que no aporte en la línea de consecución del objetivo marcado, la teoría defendida por el materialismo histórico tiene como objetivo precisamente lo contrario, es decir: la abolición del Estado, al que entiende como un elemento de represión del conjunto de la sociedad. Como se puede observar, tanto Spencer, de una parte, como Marx y Engels de la otra entienden el Estado como un elemento represivo, pero con la importante diferencia, al mismo tiempo, de que para Spencer el Estado es necesario, y para Marx y Engels es el elemento a suprimir.

Como concreción de las citadas corrientes, nos encontramos con dos concepciones del Estado diametralmente opuestas; así para estructuralistas y funcionalistas, la estructura estatal responde al cumplimiento de necesidades surgidas de la mayor complejidad social -quizá producto del aumento demográfico- y todo ello en un marco armónico o solidario del conjunto de la sociedad; un ejemplo, sintético, de estas teorías lo constituyen los postulados de Elman Service en una de las obras que han sido utilizadas para la elaboración de este trabajo: Los orígenes del Estado y de la civilización, en la que plantea el surgimiento del Estado a partir de la necesidad de ordenar el proceso productivo y el reparto de los beneficios del excedente generado, entre otras cosas, gracias a la mejora tecnológica, creándose una nueva clase de burócratas que se nutre de sí misma y cuya única razón de ser y permanecer es el mantenimiento del equilibrio social.

Un ejemplo de esta misma corriente de pensamiento, que desde nuestro punto de vista parece contradictorio, es el de Adam Ferguson. Este autor mantiene que el conflicto y la rivalidad pueden tener la función positiva de ayudar a la organización del Estado, dado que el conflicto, el peligro y la hostilidad de los extraños fortalecen el servicio interno a la colectividad; a esta idea hay que añadir la de que el incremento en la división del trabajo en una sociedad aumenta su prosperidad, tamaño y complejidad. Sin embargo, decimos que nos parece contradictorio porque, si bien formalmente asume la teoría del conflicto, su interpretación del origen del Estado se basa en la teoría armónica que debe regir su actividad.

De otra parte nos encontramos con la dualidad de la teoría del conflicto, para cuyos pensadores el Estado surge como expresión de las tensiones internas de la sociedad. A nuestro modo de ver cabe una visión diferente de la idea de Spencer, inscribiéndola en una fase posterior a la enunciada por Marx y Engels; para nosotros, dentro de la lógica de quien detenta el poder, no se puede plantear una dinámica de conflicto externo

NUESTRA VISIÓN SOBRE EL ORIGEN DEL ESTADO

Nuestro análisis se basa en la comparación de autores que nos parecen representativos de las corrientes enunciadas anteriormente, a partir del cual hemos llegado al convencimiento de que el origen del Estado radica en el intento de solución de conflictos sociales, fundamentalmente de carácter interno. Dicho de otra manera: el origen del Estado está, para nosotros, en el surgimiento de un excedente de producción del que se apropian grupos sociales que crean, en torno a ellos, una estructura que les permite el mantenimiento de esta situación de claras diferencias dentro de una misma sociedad.

Antes del surgimiento del Estado fue necesario que se produjesen una serie de cambios en el seno de la especie, primero, y de los diferentes grupos, después. En lo que respecta a la especie, se produjo una lenta, pero constante, evolución que hizo que se diversificasen los tipos, fijándose posteriormente y adscribiéndose a áreas de influencia en cada una de las zonas del planeta; esta fijación regional tuvo como consecuencia, en general, un lento proceso de casi sedentarización, en el sentido de reducir las áreas de recolección y caza, “especializándose” en el territorio al tiempo que se diversificaban los recursos. Las causas de este proceso al que Gordon V.Childe denominó, en afortunada frase, la “revolución neolítica”, son de variada índole y entre las que nos parece que es de destacar el final del periodo de glaciaciones y el consiguiente aumento de temperatura que permitió, a su vez, la ocupación de zonas deshabitadas hasta el momento y un aumento considerable de la población.

En estas condiciones, aparece una nueva e importante necesidad, cómo alimentar al mayor número de personas existentes. Es esta necesidad la que hace posible que se aprovechen más y mejor los recursos existentes en el espacio en el que previamente se habían asentado las comunidades e impulsa una mejora de la tecnocultura. Cuando estas medidas tienen éxito, la consecuencia es el ingreso en una nueva situación económica, la producción, que incorpora así mismo otras importantes novedades, como son la división y especialización del trabajo y un aumento considerable de los bienes demandables, hasta el punto de obtener incluso excedentes, algo imposible para una economía basada en la distribución igualitaria de la época anterior.

Este nuevo marco que hemos descrito de manera sucinta tiene importantes y profundas consecuencias, entre ellas y no la menos destacable, la aparición de estructuras sociopolíticas nuevas. Y es aquí cuando se plantea el problema del origen y desarrollo del Estado y las diferentes interpretaciones que al respecto se suscitan.

Nos parece improbable que las nuevas estructuras sociopolíticas se puedan basar en la armonía y la solidaridad, ya que el problema es el del reparto de los excedentes y para ello todos los autores están de acuerdo en que se parte de la aparición de figuras que tienen como función específica ese reparto de manera exclusiva, creando un entramado que le permite el control de la nueva situación. La propia idea del reparto, establece criterios nuevos en el sistema de propiedad que ya no es comunitario, porque si bien formalmente los excedentes pertenecen a la comunidad, quien dispone de ellos es el encargado de su reparto. Entre esto y la disponibilidad particular de los medios comunes sólo media un paso que se da con absoluta facilidad creando, con ello, situaciones de clara desigualdad que es preciso mantener con medios también nuevos, que permitan contener las posibles protestas o rebeliones de quienes han sido situados en posición subalterna en el nuevo orden social; estos nuevos medios son de dos tipos fundamentalmente, y con acciones y funciones encaminadas a operar en dos planos diferentes; de una parte están los elementos materiales, destinados a la coerción física y cuyo exponente son las fuerzas militares; de otra se encuentran los elementos intelectuales, destinados a la creación de valores cuya transgresión da lugar a una acción punitiva que puede ser no

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